miércoles, 14 de diciembre de 2011

Intercambio de solsticios (284)

- Carmen Jiménez no contestó a su hermano Leonardo –continuaría equis-. Pero eso no preocupó a este. De naturaleza confiada y con un gran sentido de la prevalencia de la justicia, suponía que ella se había puesto en marcha…
- Pero… porque existía un pero, ¿no? –preguntó Brassens.
- Sí. Lo había –contestó equis-. Raúl llamaba de nuevo a su hermano Leonardo. Y se volvieron a ver.
- ¿Y?
- Raúl Jiménez estaba literalmente anonadado –explicó equis-. El caso es que le había enviado por correo electrónico el informe del detective a su hermano menor, que vivía, y hasta donde yo sé vive, fuera de España. Como respuesta este, de nombre Santiago, se mostraría implacable.
- ¿Qué dijo?
- Bueno. Le dijo que no había que investigar nada, que no había que reunirse… le dijo más: que si, a pesar de su opinión, se pretendía organizar la reunión, él la abortaría…
- ¿Utilizó ese término? –preguntó Brassens.
- Ese mismo término, ene efecto.
- ¡Qué barbaridad!
- Bien. Por lo que Santiago dijo, él había hablado con su primo Francisco de Vicente…
- ¿El hermano de Salvador? ¿el que había boicoteado a su vez el concurso de esa rama de la familia? –preguntó Brassens.
- El mismo –contestó equis-. Pues bien, Santiago afirmó en esa conversación que el que tenía criterio verdaderamente era este, que si quería Raúl que hablara con él. En definitiva, no estaba dispuesto a flexibilizar su actitud, no daba ninguna opción.
- Bueno –comentaría Brassens-. En definitiva sólo era un hermano de entre ocho…
- Eso mismo pensaría Leonardo –afirmó equis-. Creía que si su hermano Raúl, como el mayor de la familia, asumía el liderazgo, aunque era una pena que se opusiera uno de ellos, el asunto podía proseguir…
- Pero me vas a decir que no era posible –dijo Brassens confiando vanamente en que equis le dijera lo contrario.
- Pues sí. Vuelves a tener razón –concedía equis-. Se trataba de que el negocio de Raúl Jiménez dependía en buena medida de un cliente en el cual su hermano Santiago era determinante.
- ¿Eso le dijo a Leonardo?
- Estaba muy triste. Materialemente se estaba tragando toda la doctrina de principios y educación que había soltado en su día a su común primo Salvador de Vicente.
- Una vez más prevalecíe el interés sobre la búsqueda de la verdad –afirmó Brassens amargamente.

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