domingo, 27 de julio de 2008

Conocí a Adrian Mac Liman en una cafetería VIP de la calle Orense de Madrid, muy cerca de la sede de UPyD. Adrian Mac Liman es analista político y consultor internacional que cuenta con una amplia trayectoria en materia de política internacional, especialmente la vinculada con el conflicto israelo-árabe y sus extensiones, entre las que se incluye Turquía, país sobre el que Mac.Liman publicó un libro en el año 2.004.
Si no fuera por un apellido que delata su origen paterno escocés, podría decirse que se trata de un griego pasado por el París de los '70, donde los estudiantes quisieron cortar con el lastre de los siglos que empujaba al pasado a una sociedad bienpensante y rancia. Mac Liman pudiera haber sido un "meteco", a lo Georges Moustaki, con sus barbas blancas y sus correctos modales, pero menos anguloso y demacrado que el cantante afincado en Francia..
Hablamos de muchas cosas en nuestro apretado recorrido por el mundo frente a una taza de café y un vaso de Coca-Cola. El Comité de Dirección de UPyD me ha encargado de la coordinación de la política internacional del partido y Adrian Mac Liman está dispuesto a colaborar.
Dos son los aspectos sobre los que insistimos de manera más recurrente: la organización de las Naciones Unidas y el conflicto en Palestina.
En un mundo globalizado y multipolar, donde los Estados pierden su capacidad de controlar las políticas que un día fueron soberanas y donde una sola potencia mundial es capaz de imponer su criterio más allá de consideraciones de carácter legal, la vigencia de la ONU, como principal referencia normativa en el desarrollo y aplicación del derecho de gentes resulta insoslayable.
Claro que cualquier organización social que crea normas debe disponer de instrumentos suficientes para hacerlas efectivas. Se trata del recurso al uso de la fuerza, como última "ratio". Y en ese punto, la ONU sufre un problema de naturaleza insoluble: ¿cómo es posible amenazar con la fuerza de un débil grupo de cascos azules en contra del país que dispone del ejército más importante del mundo?
La respuesta no es fácil, seguramente flota en el viento, como en la canción de Bob Dylan. Y no serán los "buenismos" del "pensamiento Alicia" del que el Presidente Zapatero es conspicuo partidario los que nos harán encontrar la solución.
El conflicto israelo-palestino es otra de las piedras de toque de un mundo desquiciado en el que el sufrimiento de cientos de miles de personas se asienta en la ausencia de voluntad política por resolver el problema. Adrian Mac Liman me contaba que cada mañana de su estancia en el escenario del horror empezaba con un recuento de los efectivos y de las bajas y de los amigos que salían de allí, la tristeza en el corazón, conmovidos por el desatino y el dolor que a partes iguales crea todos los días ese jeroglífico.
Para Adrian Mac Liman no existe ningún islamista al que se le pueda calificar de "moderado" y observa una peligrosa deriva hacia el rearme religioso de Turquía, del que nadie habla, pero que volvería a poner sobre la mesa la difícil integración de ese gran país en una Unión Europea tan forzada, por otra parte, a aceptar una y mil circunstancias heterogéneas.
Y cuando Adrian Mac Liman sale del establecimiento para continuar con su jornada laboral yo me pregunto sobre las causas y las consecuencias del desencuentro entre las personas y a veces comprendo que su origen navega entre la angustia ante la sola idea de comunicarse y la necesidad de hacerlo. Los países -como las personas- se necesitan y se temen a la vez. Y resuelvo que su resultado no es otro que el fracaso y la infelicidad de mucha gente. Siempre demasiada.

miércoles, 23 de julio de 2008

La cobertura del flanco izquierdo

La vida pasa en nuestro derredor y nos marca de manera indeleble. Forma bolsas debajo de nuestros ojos o dibuja ojeras allá donde antes una piel tersa y firme anunciaba una arrogante juventud. Vivimos entonces acosados por nuestros propios alifafes y la madurez se presenta ante nosotros como un aterrador anuncio de algunas noticias peores.
Todos tenemos un flanco izquierdo que proteger. Ese punto por el que se nos escapa la vida en fragilidades, debilidades, deterioros físicos y aún mentales y emocionales. Un flanco que debemos cuidar de las agresiones de esa misma vida que se ha tornado avara e intransigente, esa vida caníbal que reclama la nuestra para seguir viviendo.
¿Y cómo se protege ese flanco? François Truffaut escribió una bella lección de apoyo mutuo en su película "Domicilio conyugal". Era el desayuno del Antoine Doinel-Jean-Pierre Lèaud con su novia, después de haber pasado ambos su primera noche juntos. Doinel pretende untar su biscotte con mantequilla, pero su acción resulta inútil, este se rompe de manera invariable. Entonces, su novia le explica el método mejor para evitar el percance: se pone otro biscotte bajo el primero y de esa manera se puede untar este sin peligro alguno.
La vida y las situaciones que con ella navegan nos dirán cuándo uno es la tostada de apoyo o la del riesgo o cuándo uno asume el flanco protector por el que arrecian los golpes, abre el paraguas hasta que deje de llover o espera a que el ciclón se resuelva en bonanza. Porque se nos adivina difícil que uno sea siempre la tostada del apoyo o la del riesgo, por lo general la vida, como las facetas de los cristales poliédricos, nos sitúa en posiciones diferentes los unos respecto de los otros.
Y es tan importante el encuentro de esa cobertura como su mantenimiento. Hay quien cree que resulta fácil hacerse con su "media naranja". Yo tengo para mí que, si complicada es la primera tarea, no lo es en absoluto menos la segunda. Al amor hay que ponerle cabeza y a la inteligencia cariño, como las 2 muletas sobre las que sustentar nuestros pasos vacilantes. Seguramente que no existe otra fórmula mágica que no se parezca a la propuesta.