jueves, 30 de septiembre de 2010

Noticias desde Bruselas

La reciente cumbre de la Unión Europea, presidida en este semestre por un Estado sin gobierno y que -haciendo gala de un surrealismo poco menos que daliniano- ha cedido la presidencia a la del Consejo, ha tenido como principal argumento el debate entre Sarkozy y Durao Barroso a cuenta de la expulsión de ciudadanos romaníes del territorio del vecino país. Es un debate que tiene sin duda su importancia para nosotros, especialmente dado el indigno comportamiento de nuestro presidente al apoyar media tan contraria a los principios democráticos que presiden el origen y los objetivos de la Uiión, pero quizás convendría observar algunos entresijos de ese mismo Consejo.

Empezando por la política exterior, Lady Ashton había puesto sobre la mesa la importancia de concentrar la acción política diplomática de la Unión en algunos importantes países. Entraban en sus parámetros la firma de acuerdos con Corea del Sur, Pakistán y la India.
El otro flamante cargo procedente del Tratado de Lisboa, Hermann Van Rumpuy, Presidente del Consejo, se planteaba –en boca del informe Larossière- qué hacer con el empleo. Para ello depositaba un documento sobre la gobernanza económica a escala europea.
De las dos propuestas hay que decir que progresa más la primera que la segunda. Y se han empezado a firmar acuerdos bilaterales UE-diveros países; sin embargo, la gobernanza no avanza demasiado. Se ha hablado mucho de sancionar a los países que incumplan los requisitos de convergencia, pero no hay acuerdo en ese punto.
Por otra parte persiste la idea de que la Unión hable en el G-20 con una voz única. A este desiderátum habría que añadir el chiste que hacía el semanario The Economist la semana pasada:
Lady Ashton llama a Hillary Clinton:
- L.A.: Sra. Clinton. Finalmente la Unión Europea dispone de un único teléfono para su política exterior. Ya no podrán decir más lo que afirmaba el Dr. Kissinger.
- H.C.: ¡Cuánto me alegro! ¿Me lo puede facilitar?
- L.A.: Aquí lo tiene.
Clinton marca unos días después ese teléfono. Le contesta una grabación:
- Para hablar con la política exterior francesa marque 1, para hablar con la política exteior alemana marque 2…
El Parlamento Europeo está emergiendo como un poder de referencia. Su víctima es la Comisión. Y Barroso que obtuvo los votos para su reelección en su promesa de no tocar los intereses de los países importantes, ahora debe lidiar con una airada Francia en el caso de los gitanos expulsados por este país.
Se constata asimismo que la soberanía de España está muy debilitada. A corto plazo se ha evitado el colapso, pero las autoridades europeas no nos permiten que hagamos casi nada –en este caso habrá que decir que por fortuna.
Resulta evidente que Alemania debe convertirse otra vez en la locomotora de Europa. Pero estas no son las tesis de ese país, que sólo aspira a presidir el Banco Central Europeo y protagonizar su política monetaria y la solidez del sistema financiero europeo.
No resuelto aún, el asunto de la deuda se ha vuelto a poner sobre la mesa. En concreto se trata de Grecia y de Irlanda. El caso español no se está planteando, por ahora. La banca alemana –que ha comprado elevadas cantidades de títulos españoles- debía superar la prueba de stress, cosa que ha hecho sin dificultades. Por otra parte, el Rey de España ha convencido a los emiratos árabes de que compren deuda de nuestro país.
El Banco Central Europeo no ha subido sus tipos, lo que supone un alivio para la economía española. La menor presión de los mercados permite alguna alegría adicional al Gobierno.
Las relaciones entre la UE y Rusia no van por buen camino. Los rusos pretenden que la Unión se abra a sus nacionales, pero los europeos pedimos una reciprococidad –que no se exija visado a los turistas europeos- a la que Rusia no está dispuesta.
En cuanto a la posición europea en el Oriente Medio, respecto de las conversaciones que se están manteniendo entre Netanyahu y Abú Mazen, la Unión ha estado “in albis”. Parece que se le ofreció una silla a Lady Ashton, pero que esta –quizás debido a su férrea posición de no abandonar su casa de campo durante los fines de semana- no se acercó a Washington.
Y parece que por fin Zapatero se podrá hacer la foto con Obama. El presidente de los Estados Unidos acudirá el próximo noviembre a Barcelona para la pospuesta Cumbre del Mediterráneo.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (94)

Lanzarote, 6 de enero de 2003.

Querida Lorsen:

Me ha llamado José Félix Merladet. Los Merladet Urigüen se marchan mañana, día siete. Hemos quedado en que nos veremos la próxima vez que aparezcan por ahí. Le he prometido a Elena alguna cosa tuya –alguno de tus pañuelos.
Salí a dar una vuelta por el paseo del puerto. Le compré a Pilar una pulsera-brazalete, un poco más importante que las baratijas que tiene la pobre. ¡Es que ya es una mujer, y tiene derecho a algo mejor!
En casa me tomé un yogur. Intenté conectar con Bona Baraldi, pero sin éxito. Aunque dispongo de su “e-mail” y quizás eso me permita escribirle un correo electrónico que resulte más expresivo que mi macarrónico italiano hablado.
Desconecté el móvil y puse la película “los cuatrocientos golpes”, de François Truffaut, que hasta ahora no había tenido la oportunidad de ver. La verdad es que aguanta bastante bien sus más de cuarenta años. Y el marco de fondo –París-, los coches de época y todo el ambiente que lo rodea –la moda de entonces...- te permiten pasar un rato agradable con la primera película del director francés.
Me acosté sobre las once –hora peninsular-. Tuve que tomar una pastila. Pero luego dormí bastante bien. Me he levantado a las nueve y cuarto.
La que no funciona es la nevera. Aunque no me importa demasiado: si se corta la leche, el té se puede tomar sin ella: el pan aguantará la semana que me queda; el jamón no pierde por no estar demasiado frío –al contrario- y las galletas se pueden tomar también sin margarina. He hecho un par de pruebas y sigue sin funcionar. No sé si será el motor o la conexión eléctrica, pero quizás le deje el marrón a Sonia. Siempre cabe la posibilidad de bajar la nevera de arriba. O de comprar otra nueva, el próximo verano. Claro.
Me ha llamado Gaby. Ayer, mientras intentaba separar su perra –ya sabes que está en celo- de un “fox terrier”, se ha caído. El resultado es que la han enyesado, hasta el codo. Me pide un pañuelo tuyo. Todo lo que fue tuyo lo quiere, la pobre. Parece que se quiere convertir en una especie de tu “alter ego”.
MI paseo de esta mañana de Reyes ha resultado un tanto deslucido: la nube que presidía el recorrido ha terminado en unas gotas de agua. Total, poca cosa, que he podido combatir sin problemas, con la ayuda de mi gorro. No se ha parecido nada al mismo paseo del año pasado. ¿Te acuerdas? ¡El viento del desierto africano, provocado por la calima, dándonos en los ojos, y nosotros caminando a pesar de todo!
La comida en “Lanni’s” –un solomillo, para festejar el día- tampoco ha sido una maravilla: la carne estaba demasiado hecha. Se lo he dicho –como ves, aprendo de ti-, pero les he disculpado: con la lluvia, todo el mundo ha decidido que era el momento de ponerse a comer y había demasiada gente.
Uno de los marroquíes que viven debajo de nuestro apartamento me ha presentado su pésame, apenas como prolegómeno para preguntarme si iba a alquilarlo. Le he dicho que, de momento, no.
En casa me he puesto la camisa que compré para hoy –dado que estaba un tanto justo de ropa aquí- que llevo puesta sin pena ni gracia: Nadie me ha dicho si me sentaba bien o me quedaba un poco grande. Ha sido un estreno sin gracia, como tantas de las cosas que me ocurran a partir de tu ausencia.
Pero no me encuentro mal. Cuando el organismo me responde, parece que el resto puede funcionar. Quizás lo que pasa es que tú estás detrás de que las cosas vayan mejor. En todo caso te lo agradezco: sé que esa sería tu intención.

El mayor de mis besos, guapa.

martes, 28 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (93)

-¿Estamos hablando de…? –empezó Jacobo Martos.
- Sí, presidente –le interrumpia Matritense de modo enérgico y resuelto-. Nos estamos refiriendo a esa palabra que no te atreves a pronunciar. Las pruebas que hemos practicado sobre esos restos nos dicen que estamos en presencia probablemente de casos de peste.
Un rumor creciente se extendió a lo largo de la sala.
- No podemos hablar todavía de epidemia –continuaría el Consejero de Sanidad-. Aún con los escasos medios de que disponemos no se puede decir que el número de casos avale esa idea. Pero, en cualquier caso, hay algo que incontestable: carecemos de recursos. Y no sólo para hacer frente a una epidemia, si llegaraa presentarse; es que ni siquiera podemos afrontar los casos que se están produciendo en estos momentos.
El presidente de la Junta de Chamartín observaba a su Consejero de Sanidad con la boca poco menos que abierta. De su expresión se infería claramente que no estaba en antecedentes de lo que había narrado Santiago Matritense.
Así que el médico burgalés jugaba con ventaja.
- La urgencia de la situación me ha obligado a ponerme en contacto con Leoncio Cardidal para activar un plan de acción inmediata –explicó Matritense-. Creo que convendría que nos locontaras, Consejero.
Era ahora llegado el turno del Consejero de Interior, que intervino sin que nadie con autoridad para ello le concediera el uso de la palabra.
- Efectivamente –empezó Cardidal con parsimonia-. Hemos activado un Plan de Acción Inmediata. La clave interna del plan es el acrónimo “PAI”, pero lo estamos llamando “Seguridad Duradera”.
La premura del tiempo en que hemos conocido de esta situación supone que aún no henos dispuesto del tiempo suficiente para ponerlo en marcha. Ni siquiera para definir todos los extremos del mismo.
Pero sí hemos hecho alguna cosa:
He dado orden de bloquear toda entrada y salida de personas y mercancías desde y con destino a la ciudad de Chamartín,
Vamos a militarizar a todos los mérdicos y enfermeros que existan en Chamartín para combatir los casos que ya se están produciendo,
Voy a decretar un toque de queda a partir de las ocho de la tarde…
Esto, de momento –terminaba Cardidal-. Pero todavía no hemos concluido. Pero, si alguien tiene alguna sugerencia que hacernos creo que esta es la ocasión.
Martos tuvo entonces la vaga sensación de que no era él quien presidía aquella reunión. Por lo menos, no en aquellos momentos.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (92)

¿Qué pasa? Pues que los primeros hijos de mi familia pues ya están destinados a morir. Porque se han quedado como una tradición que empezó mi propio padre, matando a mi hermana, la primogénita y a la otra mujer, que se casó con otra mujer, también mató a ese primogénito suyo. Y el primogénito tuvo dos hijos. Pues tampoco a mi padre le gustaban, y que le bautizaran con su nombre a sus nietos. Todo aquel que se llamara Antonio Mbua como él, pues lo mataba. Y le mató, pues, a aquel primer nieto lo mató. Y el primer hijo de mi hermana, lo mató. Y el primer hijo de la otra hermana, lo mató. O sea, aquellos primeros hijos murieron. Hasta… quedamos en nada. Hasta que yo… Hasta que mis espíritus dieron el visto bueno para volver a tener niños no hubo niños en la familia. Y otro tanto que mi hermana, mi otra hermana, que somos dos. La verdad que es un lío. La otra hermana mía, que mi padre no quiso que se casara, pero ella se casó porque quiso. Y la maldijo. De tal forma que mi hermana nunca tuvo hijos. Cuando un curandero lo descubrió y dijo, que el motivo (…) que no había tenido hijos era porque mi padre no quería.
¿Qué pasa? Mi padre no lo reconoció. Pero también lo reconoció. Al mismo tiempo decía sí, decía no. Y mi hermana acaba de tener una niña, pues hacía años atrás, como diez años. Y, o sea, retuvo su menstruación durante todo ese período de casada que estuvo. Nunca volvió a tener la menstruación. Mi madre, por castigarla, porque me había llevado a un curandero. Hizo… porque mi madre estaba en el campo, hizo una tormenta sobre ella. Y ella, al oír esa tormenta, porque ni siquiera había lluvia, el cielo estaba soleado, se cayó encima de un árbol cortado, y ese árbol cortado entró en todo su aparato sexual, y su aparato, todo, arrancando todo lo que encontró a su paso. Con mi madre llevaba todo, o sea, los años que tengo yo los años que llevó mi madre desde que se separó de mi padre. O sea, se separó, de una forma, o sea, sexualmente con mi padre, desde que yo nací.
¿Y qué más? Ahora no me acuerdo de mucho. Muchos movimientos también han tenido mis hermanos. Actualmente mis hijos sufren la misma enfermedad que yo sufría ya de niña. Pero que lo ha provocado una hermana mía que es, mi padre le dio el poder de hacer el mal. Y entonces ella lo ha querido practicar en mi hija. Lo que pasa que mi hija está protegida con sus propios espíritus, y de los míos también. Entonces, ha provocado la visión, la visión de mi niña. Y, actualmente, pues, mi hija no está del todo bien por ese problema. Y esa hermana mía, que quería matar a mi hija, ha matado a sus dos hijos, ha matado a su marido, y ahora está haciendo comercio, y mi padre castigó a mi cuñado de una forma indirecta, quemándole todo lo que tenía. El chalet que había construido se quemó, en un abrir y cerrar los ojos. Y al día siguiente le sacaron del trabajo. O sea que todos hemos sufrido en carne y hueso la maldición de este señor.
Bueno, así que, hay muchos movimientos que, las que quieras que yo desarrolle, puedes oírlas cuanto tu me lo pidas.
Yo creo que hasta aquí hemos llegado. Gracias por todo.

Y, en efecto, en este punto terminaba la tercera y última cinta de la historia de Adelfa.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (91)

Lanzarote, 5 de enero de 2003

Querida Lorsen:

He puesto el CD de Fabrizio de André, el cantante italiano –parecido a Brassens- cuya música escuchamos –y bailamos- puesta en los equipos de música en los coches de los hijos de Bona Baraldi, la última noche que pasamos en Florencia. Por cierto, aún ella no sabe nada. Quizás la llame esta tarde.
Ahora me encuentro mejor, pero una vez que acabé tu carta de ayer y empecé con un artículo para el periódico “Bilbao”, me entró un bajón –quizás producto del whisky que me habían ofrecido en “Lanni’s” y que había aceptado para disponer de un entretenimiento mientras leía el ABC y El País-. Me puse a tomar galletas untadas en leche descremada untadas en margarina Flora.
Estaba tan flojo que no me dí siquiera una vuelta después de las noticias.
He pasado una noche bastante mala. Me habré levantado unas cuatro veces para hacer descomposición. Me he despertado finalmente sobre las diez de la mañana –hora peninsular- He llegado a la conclusión –por otra parte ya estaba bastante convencido de eso- que a mí –también a Pilar- los sufrimientos se nos expresan a través del organismo –en mi caso, especialmente el estómago-.
El dia estaba un poco nublado, pero agradable para pasear. Un paseo que he dedicado a pensar en ti, en mi futuro, como siempre. Todo eso sin llegar aún a conclusiones definitivas. Tal vez se trate de una mezcla de situaciones: la tercera noche consecutiva que duermo mal, el estómago que no me responde como habitualmente... Lo cierto es que está llegando para mí la plena asunción de tu muerte. Cuando empiezo a darme cuenta, después del barullo de tanatorios, misas y pésames, que ya no volverás, que estoy solo y que descubro un agujero profundo en todo mi organismo, un agujero que puede localizarse médicamente en el estómago, pero que está más bien situado en el alma.
Me voy a cuidar. Te lo prometo. He tomado un plato de pescado a la plancha, con vino tinto. Daré mi paseo de media tarde. Compraré un brazalete para Pilar, en Chévere, para Reyes. Veré las noticias. Tomaré un yogur. Leeré un poco –a lo mejor veo una película en el DVD del ordenador- y me iré a la cama. Espero que esto se solucione pronto. No lo digo para mortificarte, pero ya sabes que no tengo tanta grasa sobrante como para andar todas las noches en una visita permanente al cuarto de baño.
Pienso que tu muerte ha sido una liberación –un descanso- para ti. Pero que aún sigue pesando como una losa para mí. Sigo estando muy triste, y empiezo a darme cuenta de que estoy también muy solo, aquí, en Lanzarote. Pero quizás me encontraría peor en Bilbao, con escoltas, mal tiempo...
Sólo te pediría una cosa, ya que no vas a volver: que si puedes me confortes de alguna manera, y que consigas que esta profunda tristeza pase cuanto antes. De lo contrario ya no será solamente una pena muy grande, sino un problema fuerte de salud, y yo no quiero marcharme por ahora de este mundo, por mucha mierda que siempre existe en él.

Como siempre, un beso muy grande de tu marido, tan distante, pero cada vez más unido a ti.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (90)

Esmeralda Van Koenigsling -una despachada rubia con acento argentino- dio inicio a la lectura del orden del día.
El primer punto era el relativo a la aprobación del acta de la reunión anterior. Para su aprobación se levantó de su sitio con una ristra de papeles bajo su brazo derecho que repartió entre los presentes.
Jacobo Martos pidió la conformidad de la junta con el papel. Una voz en el final de la sala, junto a la puerta, pidió:
- Presidente. No nos ha dado tiempo a leerla. Pido que se apruebe la semana que viene.
Martos dedicó una furtiva mirada a la zona de la mesa que ocupaba. Sabía por experiencia que existía una ley inexorable en las organizaciones humanas: cuanto más se estropearan las relaciones personales en estas más atención se prestaba a los detalles. Evidentemente accedió a la propuesta.
- Pasemos al segundo punto –propuso entonces.
El segundo punto correspondía al informe dal Consejero de Sanidad. Martos le daba la palabra..
Santiago Matritense –de origen burgalés, pese a su apellido- era otro de los gallos de pelea que se estilaban en aquellos tiempos. Ya entrado en años –esa cincuentena en la que se dirían agostarse las personas durante décadas-, Matritense era un médico muy estricto en sus convicciones políticas aunque laxo en sus referencias morales. Quizás por eso Martos no podía soportarlo. Proyectaba el doctor tras de sí una larga estela de amores rotos; infidelidades persistentes; pasiones encendidas de mujeres que lo seguirían hasta la tumba, aunque tuvieran que hacerlo como meras comparsas de un harén.
Matritense alzó una voz tonante para informar:
- Presidente, compañeras y compañeros de Junta. Debo deciros para empezar que he pensado mucho antes de pronunciar estas palabras. Cuando le pedí a Juan –se refería a Jiménez, el secretario del Comité- que incluyera u un informe de sanidad en esta reunión, lo último que yo quería era dar comienzo a una preocupación generalizada. Ya sé que todos hemos comprometido una reserva a las deliberaciones que se producen en estas reuniones, pero… y espero que nadie se ofenda, sé muy bien que cuando hay más de tres personas en el conocimiento de un asunto, este deja de ser reservado oara convertirse en un secreto a voces...
Matritense pretendía sin lugar a dudas concitar la atención de los congregados. Y, en efecto, en aquella sala se podís oír el vuelo de una mosca.
- … Hace algunos meses estábamos preocupados ante la presencia de una enorme colonia de ratas en el barrio de Chamartín. Ya me lo habéis dicho prácticamente todos vosotros, por otra parte. Pero era lógico: carecemos en absoluto de condiciones higiénicas, prácticamente no tenemos servicio de recogida de basuras… ¿qué podíamos hacer?
Un rumor de bisbiseos y toses inundaba progresivamente la reunión.
- Hace tres semanas las ratas empezaban a salir de las casas a morir en las calles –continuó Matritense-. Y notamos que se elevaba el número de personas que requerían de asistencia médica. ¿Cuántos? No podría decirlo con exactitud. En un sistema de voluntariado como el nueestro, después de atender a un enfermo, se sale de la casa y se dedica uno a buscar una bombona de butano para preparar la cena..…si es que hay comida, claro.
Era lo de siempre: la carencia de recursos que tenía Sanidad. Lo cierto es que esas limitaciones las tenían todos, pero el que se llevaba la palma en la protesta y el que reivindicaba una absoluta prioridad en todos los casos era siempre Matritense
- De modo que hemos podido efectuar una decena de análisis en personas y en ratas. Y puedo ofreceros una conclusión, que si bien no puede ser tomada como definitiva, sí resulta altamente probable.

martes, 21 de septiembre de 2010

La respuesta del Ministro

La respuesta del Ministro

Decía Baltasar Gracián que, “lo breve, si bueno, dos veces bueno”; pero no decía que fuera conveniente pasarse de rosca.
Suscito este comentario a raíz de la concisa respuesta que ha ofrecido el Ministerio de Exteriores a la pregunta formulada por la diputada de Unión, Progreso y Democracia a raíz de unas declaraciones formuladas por el presidente del Gobierno francés.
El pasado 13 de julio la señora Díez se hacía eco de las afirmaciones vertidas por el señor Fillon, en rueda de prensa celebrada con ocasión del encuentro que periódicamente sostiene Francia con el Reino de Marruecos. En ellas, este responsable político afirmaba que su país apoyaba la propuesta de una autonomía limitada para el Sahara occidental, que es una tesis ya compartida por muchos países, entre elos España.
Comoi es habitual en las iniciativas parlamentarias que presenta Rosa Díez, esta –que era una pregunta para su respuesta por escrito por parte del Ministro Moratinos- abundaba en variadas cuestiones. Porque es lo cierto que 34 años después –va para 35- de la ignominiosa partición de la antigua colonia española, hay varios miles de personas que ven conculcados sus derechos vitales y políticos y que sigue esperando una solución diplomática que les permita disponer de un territorio propio y reconocido por la comunidad internacional.
Fillon ss erigía en esas declaraciones como portavoz del Gobierno español para manifestar sin ambages lo que para muchos de nosotros ya era una triste realidad: que la posición española respecto del conflicto que afecta al Sahara se ha modificado. Basta recordar las palabras pronunciadas por el ex Presidente del Gobierno Felipe González –que aún recuerdan los saharauis- afirmando la próxima solución de su contencioso.
Ha pasado mucho tiempo, demasiado. Pero el suficiente para que las posiciones de los responsables socialistas hayan variado de forma radical. No sólo es que se han rebajado principios y prioridades, es que se ha producido una verdadaera mutación en ambos casos.
Las resoluciones de Naciones Unidas pretenden que se proceda a la celebración de un referendum de autodeterminación para la antigua colonia española. Los marroquíes no quieren ni oír hablar de esa posibilidad y ofrecen a cambio una autonomía que nadie puede creer en un país que sigue siendo una autocracia y que tiene respecto de la ley una posición respetuosa hasta que se enfrentan sus postulados a los intereses del monarca.
Pues bien, Españla, lo ha dicho Fillon, que es el que habla por nuestro país –convendría analizar la política exterior española en términos de una política que ofrece su permanente servicio a los intereses del pàís europeo vecino, pero este comentario tiene su extensión y sus lectores merecen ser oportunamente respetados-. España está por la autonomía del Sahara, nada de autodeterminación que podría suponer su independencia.
¿Se ha indignado el Gobierno español, con Moratinos al frente, por lo que en términos lógicos constituye una intromisión de un país amigo y socio ej la Unión Europea en su política exterior? Nada de eso, en su respuesta dice el Ministerio español que su portavoz lo es él mismo y que la postura española en relación con el conflicto es ya conocida.
¿La conocemos? Por sus hechos los conoceréis decían con oportunidad los evangelios. Pues bien, los hechos confirman más que otra cosa la mutación a que antes me refería. Bastaría con que alguien escribiera la manera de saltarse por encima los acuerdos de la ONU para dar carta blanca al cambio de postura. Amanuenses, desde luego, no les faltan. Quizás sólo les queda la duda de los activistas pro-saharauis que siguen –seguimos- luchando por su causa, entre los que se encuentran, no lo olvidemos, muchos socialistas de carné y algunos más votantes de ese partido. Sólo los votos funcionan como dique de contención a sus posiciones entreguistas y de pleitesía al Reino de Marruecos.
Con Zapatero afirmando que todo va bien con Marruecos, ante el Rey de ese reino que golpea a nuestros ciudadanos con la connivencia de nuestro gobierno, la respuesta de su Ministro a la dipuatada Díez es que, sí, efectivamente, el portavoz más creíble de España, es el primer Ministro de Francia.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (89)

Entonces, lo que más me quedó muy mal visto es, cuando yo era niña, y yo vivía escenas dramáticas con él, antes de yo ser curandera y todo eso, que de alguna forma forma también me tuvo atada todos los años, hasta yo librarme de esto. Porque yo sabía que vivíamos de la sangre humana, que el dinero lo conseguíamos de una forma sangrienta. Que es una especie de terrorismo, pero suave, suave. Porque en África hay una forma de ser que la gente dicen que si tú matas serás rico. Si tú matas, esa sangre que derramas, ese grito que la gente pega, pues eso te hace ser rico. Y comer los órganos de otras personas te hace ser rico. Pero hay que decir que anteriormente el hombre “fang”, era hombre belicoso y caníbal. Pero era caníbal cuando era enemigo de alguien, y le mataba a esa persona, pues comía sus órganos como sería el corazón, el pene y cosas de estas. Pero no a una persona que no conoce para nada. Pues ellos lo siguen practicando, desgraciadamente, desgraciadamente lo siguen practicando. Muertos, gente que han dejado en vida, familias que yo conozco, pero que yo nunca me he atrevido a decir: “Este hombre lo mató mi marido, o mandó matarlo, o lo mató otra persona y lo metió ahí”. He visto cómo, que obligan a la gente que cuida los cementerios a deshacerse de las tumbas para ellos coger los huesos y hacer sus ritos de brujería. Es que hay muchas formas de brujería. Lo he visto en varias ocasiones.
Entonces, son matanzas que he visto cómo va al hospital y se acuesta con una muerta. Pues todo esto, todo ese mal, pues simplemente lo que quieren es poder. Por eso matan, hacen de todo, poder, es lo único que quieren. Y si de una forma u otra me pides que lo desarrolle paso a paso, pues te lo diré paso a paso, cómo realizaban esas matanzas, cómo mataban a la gente, mataban a otros y todo eso.
Bueno, hay que reconocer que los niños, varones, siguen siendo las víctimas número uno, en la fortuna (?) Que los matan (…) que ocurren cosas así
¿Y qué más me quedaba por decir? Pues que, también en mi familia, todos hemos sufrido en carne la brujería de mi padre, la hemos sufrido todos. Que a uno de mis hermanos se le murió la hija, ahogada, en… O sea que los niños se fueron al río, y esa niña muerta se quedó como un imán en el río, como un imán. ¿Y qué pasa? Que la niña, los (…) no podían sacarla, porque estaba como pegada a la arena. La dejan para ir a llamar a la gente del pueblo, que eso tarda dos minutos y encuentran el agua hasta a tope, que en verano no ocurre nunca, y la gente alucinaba. Y la niña murió ahogada. Con un aumento de agua. Y no hubo lluvia ni hubo nada. Con un aumento de agua impresionante.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (88)

Lanzarote, 4 de enero de 2003.

Querida Lorsen:

Una vez concluida mi carta de ayer me puse a colgar los dos retratos que nos hicieron en Montmartre, en Paris. He visto que ponen “enero de 2000”. Me acuerdo de tu pugna con el artista, porque te veías mal reflejada, y que conseguías -¡cómo no!- que repitieran la obra -sin coste adicional alguno, por supuesto-. Te confieso que me costó medir los espacios, clavar los clavos, colgar los cuadros. Tu rostro –esa mirada desconfiada que le ponías al artista- me observa ahora a mí. Parece como si me dijeras, desde tu cariño infinito:
- Acierta “Fedros”. Yo te ayudaré. Pero acierta en lo que hagas.
Tu presencia, tu fuerza, siguen en mí, en mucha otra gente, seguro.
Entre tú y yo he puesto la felicitación de Pilar. Pilar entre los dos, uniéndonos, haciendo de nosotros una familia, cada vez más distante, pero paradójicamente, cada vez más próxima.
Con ese sabor de boca, después de las noticias de “Tele 5”, me di un paseo antes de cenar con nuestros amigos lanzaroteños. El restaurant está muy cerca de casa, se llama “Las Vegas” y me han dicho que tiene una buena relación calidad-precio. De momento, sigo con “Lani’s”, pero a lo mejor cambio en la siguiente temporada a una cierta alternancia.
La primera parte de la cena fue una especie de parte de incidencias médicas: Antonio Lorenzo no asistió, su suegra se había caído en casa –la hija de Antonio me ha confirmado hoy que se ha roto la cadera y la pelvis, el peor de los pronósticos posibles-. Otro de los asistentes –uno de los fernandos- había sufrido un infarto este invierno, tratado y curado en Las Palmas. El otro Fernando se refirió profusamente a su enfermedad. Luego se pudo derivar la conversación a la política.
Fernando –el reciente infartado- había sido partidario de deshacer la cena:
- Antonio Lorenzo es nuestro líder –decía-. Sin él tiene poco sentido que nos reunamos.
Las mujeres hablaron unos minutos después conmigo: Lo comprendían todo. La encantadora distribuidora de “Firgas” me decía:
- ETA no siempre mata con coches-bomba.
Todas reconocían que estabas tensa, que no conseguías soportar la carga que te había caído. Me preguntaron por Pilar.
Todos me reiteraron su amistad. La agradecí y les amenacé con que no se habían librado de la pareja Brassens-Lorensen, al menos en una de sus partes.
He dormido mal. Me he tomado un somnífero y sólo he mirado el reloj cuando finalmente ha concluido mi sueño. Eran las once la mañana –las diez en Canarias-. Para la una menos cuarto me estaba dando mi paseo. Pequeña compra en el “super”. Comida en “Lani’s” –donde me habían recogido la tintorería de Arrecife-. Lectura del ABC y El País del sábado –con sus correspondientes suplementos culturales- y vuelta a casa.
Hoy he mandado una postal a Pilar con los “Jameos del Agua”. Como no me han vendido sellos a lo mejor tengo que enviarle dos o tres postales a la vez: hasta después de Reyes no tendrán.
Hace un momento sonaba el CD de Paco Ibáñez que cantaba las “coplas a la muerte de su padre”, de Jorge Manrique:
“Así que cuando morimos, descansamos”.
Decía. Y he recordado que esa es mi impresión respecto de tu largo viaje. Una vez más he dejado caer alguna lágrima.
Por el momento eso es todo, guapa.

Te sigo llevando muy dentro de mi corazón. Aún la herida de tu muerte no se ha cerrado para mí: no hay día en que no brote sangre en forma de agua que surge de mis ojos.

Te quiero.

martes, 14 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (87)

- ¿Ya estamos todos? –preguntaría el presidente de la Junta de Chamartín, dirigiendo su mirada hacia el vacío, como si pretendiera zafarse de la evidencia según la cual era Leoncio Cardidal en realidad el que, con su presencia, daba comienzo a las reuniones, y con su ausencia, las concluía-. Procede –ordenaría entonces Martos a la persona que se sentaba a su derecha.
Se trataba de Juan Jiménez, que hacía las veces de secretario del comité. El responsable del buen orden de las reuniones carecía de perfil jurídico alguno, como sin embargo resultaba frecuente en ese tipo de cargos, pero era persona de la máxima confianza de su presidente. Algún día, en su ya para entonces lejanísimo País Vasco, Jiménez había sido tildado de “contestador automático de Jacobo Martos”, alocución que él repetía sin por ello considerarse a sí mismo como persona de corta importancia. Incluso, se producía el caso paradójico de que Jimánez se encontraba interviniendo en un mitin de campaña, cuando recibía una llamada en su móvil. Después de observar el nombre de su interlocutor se disponía a atender la llamada no sin antes comunicar a la concurrencia:
- Perdonar. Es Jacobo.
Su fidelidad a Martos, su conocimiento del euskera y su juventud le hacían sustituir a Leoncio Cardidal –precisamente a este- al frente de la secretaría general de su partido en el País Vasco, como paso previo a ocupar la presidencia del PP cuando Martos volaba hacia un puesto en el Gobierno. Jiménez era uno de esos políticos que deparaban los últimos tiempos democráticos de la España constitucional iniciada en 1978. Era músico de profesión y de interés bastante limitado por acrecentar su formación en materias que luego le vendrían bien para el ejercicio de su cartgo. Daba igual. Jacobo Martos le rescataba de un puesto de vendedor de coches en una concesionaria para auparle a sus más altos designios, en una sociedad que continuaría con el tiempo y a pesar de todas las dificultades que se ponían en sus respectivos caminos personales: Jiménez tenía muy claro que su única posibilidad de crecer en política se basaba en la ausencia de ideas propias, de modo que compraba sin dudar todas las que procedían de su mentor, que a partir de ese momento se convertían en consignas para él: pero Martos también tenía en su pupilo a un joven dispuesto a todo, aunque no aportara nada que no fuera su persona y su concurso permanente a las gestiones que le encargara.
Jiménez había sido joven en aquellos años ’90 del pasado siglo. Ahora frisaba ya los 45. Había engordado de forma significativa -¿las “moules” con patatas y la cerveza bruselense?- y su desperdigada barba no dejaba de serlo, pero contenía ya los primeros clarores blanquecinos que proporciona la madurez..
Y, como para su cargo de secretario de aquella Junta ni siquiera tenía Jiménez un particular sentido del orden, con un gesto pedía a una joven que sentaba a su derecha que diera lectura al orden del día.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (86)

Bueno, mi marido entendió que había llegado a su fin. Pero no podía utilizar la violencia porque ya no tenía más fuerza. Mis espíritus de alguna manera le habían inutilizado, ya no tenía fuerza. Entonces es cuando a mi me permite hacer espiritualmente lo que me da la gana. Me construyó dónde curar a la gente, dónde iba a estar la gente que curaba, como un hospital, y empecé a curar a la gente. Pero en Libreville tenía yo mis enemigos, también, que era su propio padre, que no me podía ver, por problemas espirituales, y porque él había matado al único hermano que tenía mi marido, que solamente tenía hermanastros. Pero su hermano de padre y madre ya no lo aguantó su padre, para luego cobrar su indemnización.
Y, en mi mundo espiritual, ¿qué me gusta más? De todo un poco, porque ellos, primero me gustan porque sé el final de muchas historias; me gustan porque sin ellos no puedo vivir. Ellos son fuerza superior a mi. O sea, si yo pudiera rechazarlos… ¿cómo me quedaría? No lo sé. Pero ellos no me dan… Ellos no me dan ni opción de rechazarlos. Y están ahí, interpuestos. Quiera o no tengo que vivir con ellos. Porque, según ellos, yo ya había vivido en otra vida y todas esas historias.
Como dijiste que ibas a recoger los temas, que más te interesan, pues los desarrollamos más ampliamente. Si me dices qué es el que más te interesa.
En esta parte quisiera hablar de la matanza que yo vi cuando yo era la mujer de (…) ¿Qué vi en el primer paso? Pues, cuando me mandó él en la academia de los militares, la academia militar. Era para que yo practicase a tirar bien, todo tipo de armas. Estuve ahí dos años (…) meses. No me acuerdo muy bien. Tengo una memoria un poco fastidiosa.
No te lo vas a creer, pero este trabajo que estamos haciendo, a mis espíritus no les ha gustado mucho. Por eso me voy a limitar a decir cosas que no me perjudiquen a mi.
Entonces, cuando yo volví de ahí, era una mujer preparadísima. Él empezó pues, para decirlo de alguna forma, a despedirse de la vida. Porque, una vez que yo terminé de estar enferma y eso, se quedó él como inmóvil. Entonces, se sintió, empezó a sentirse, como diciendo, “te tengo que enseñar muchas cosas, que tú no sabes hasta hoy; porque eres tú quien va a quedar con mi fortuna; y de mis hijos, pues tú tienes que saber lo que he hecho, lo que sigo haciendo, lo que ha habido…”
¿Y qué pasa? Me enseñó dónde se compraba gente muerta, cómo los destrozaban, qué hacían con la piel de ellos. Algo que me había enseñado antes ¿no?, pero no tan directamente. Yo vi el sitio. Pieles de gente, torsos de gente. Yo vi dónde, al dar desaparecido a alguien lo matan y lo echan, a coger sus órganos. Yo vi cómo reparten el dinero. Yo vi cómo vienen a venderle el corazón de alguien que todavía está en la tierra. Me enseñó cómo… a ser corrupta. Me enseñó cómo él aprovechaba, de una forma u otra, el dinero del país.
A todo eso, yo ya tenía cambiada mi identidad, en esta otra. O sea, cuando me dieron la nacionalidad gabonesa, pues yo me llamo “Sandry”, pero yo me llamo “Enrila” y en la mili me llamaba Isabel. Él cambió en cada sitio mi nombre para que no descubrieran realmente quién soy yo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (85)

Lanzarote, 3 de enero de 2003.

Querida Lorsen:

Cuando dejé tu carta de ayer me fui a Arrecife. En la calle León y Castillo había una banda recorriendo la avenida. Toda la gente estaba haciendo compras para Reyes.
Encargué que me enmarcaran cuatro carteles: tres eran de la feria del libro de ocasión que te regalé, pero que no te dio tiempo a hacer nada con ellos; el cuarto era el póster de José Ibarrola para el acto del 25 de enero, que le gustó mucho a la chica de la tienda, como a todo el mundo.
Luego fui a una tintorería, saqué dinero de un cajero y compré una camisa –una especie de regalo de Reyes-. También un martillo y unos clavos para colgar los dibujos que nos hicieron a los dos la última vez que estuvimos en París, junto con una felicitación que me hizo Pilar, con tu mano ayudándola a escribir los caracteres. Después me costó Dios y ayuda encontrar un despacho de lotería para corresponderle a Rafa Balparda, que haría lo mismo con otro décimo en Bilbao.
Como te decía, Antonio Lorenzo me sorprendió al anunciarme que habían montado una cena para hoy, en Puerto del Carmen, precisamente.
Por la noche no podía dormir. De madrugada me levanté con la sensación de vomitar. Seguramente, el exceso de ajo en la comida –en esta isla lo cocinan casi todo con esta especia- me había sentado mal. Devolví e hice dos veces descomposición. Aunque no te hubiera despertado –tenías un sueño mas que profundo- sé que esta mañana te hubieras mostrado preocupada, a la vez que contenta: Te gustaba que me encontrara un poco regular -¡sabe Dios que no por esa circunstancia!, sino porque así me demostrabas tu cariño por mí, prodigándome tus cuidados.
He desayunado ligeramente. Después venía la chica recomendada por los peluqueros. Se llama Sonia, venía con un hijo suyo, Iván. Parece una mujer lista y le han parecido bien las condiciones –las mismas que con nuestros marroquíes-. He dado mi paseo cotidiano, y al principio me sentía como si me rebotara el estómago a cada paso. Pero me ha sentado bien.
He comido donde siempre; una tortilla de jamón. No sé porqué me he puesto a pensar en Íñigo Barandiarán y en la tía María Rosa. Cuando salía del restaurant sonaba la canción de la película la “Historia interminable”, que vimos juntos, y me he encontrado en un diálogo imaginario con mi tía preferida: Ella ha sido viuda más tarde que yo, y sabe seguro cómo todas las cosas que has hecho en tu vida con tu mujer –o marido-, todos los lugares, todas las canciones que habéis escuchado juntos te recuerdan a esa persona. Y me he pasado llorando todo el camino hacia casa.
Hay quien compara la separación con la viudedad. Seguro que no es lo mismo. Entre otras cosas, no tienes que poner ese sórdido apelativo de “ex” a la memoria del ser que se ha ido de tu vida: En aquél caso, su mera mención te puede poner las más de las veces los escasos pelos que te quedan de punta. La muerte es asunto bien diferente.
En ocasiones me pregunto si se trata de superar tu desaparición, como si tú te hubieras convertido simplemente en un obstáculo para que mi vida continúe desarrollándose. Y he llegado a la conclusión de que no es eso, en absoluto. Que más bien se trata de integrar ese hecho en mi existencia, de forma parecida a quien compara las expectativas de su vida con las realizaciones conseguidas: Bien, no has llegado a Presidente del Gobierno, ni siquiera a escritor de éxito, pero has desarrollado tus trabajos con dignidad y sigues con la cabeza alta. Nadie está obligado a batir récords, pero sí a hacer las cosas lo mejor que pueda. Por eso, hay que asumir lo que pierdes, de forma semejante a lo que no has logrado. No se trata, por lo tanto, de superar, porque sumplemente no hay nada que olvidar, sólo aprender a convivir con la ausencia. Yo confieso que aún no he sido capaz de hacerlo. Probablemente porque todavía ha pasado muy poco tiempo.
Esta tarde he escrito una postal a Pilar. En la foto había unos turistas montados en unos camellos. La he contado que una vez te montaste en uno, y que ya ibas mareada del viaje en avión, de modo que el paseo no te sentó muy bien que digamos. Espero que la referencia a tu persona no le resulte dura: nuestra hija se muestra muy sensible a cualquier mención a ti. Por cierto, ¿te acuerdas de lo que me decías acerca de lo poco que te impresionaban las personas que tenían caballos en esta isla?, ¿qué sólo te producían impacto los que podían permitirse el lujo de disponer de un camello? Era otra de tus maravillosas extravagancias.
Según “El Correo”, han aparecido pintadas en Getxo que decían: “Marisa: Ya has vivido demasiado tiempo”. La he dejado un mensaje en su móvil:
- He hecho una pintada en Lanzarote en la que he puesto: “Arrúe. Todavía tienes que dar mucha guerra”.
Ella me ha devuelto la llamada. Yo estaba echando una siesta. Me decía:
- Somos droga dura. Vamos a ganar en Getxo.
De modo que esta noche me toca encontrarme con nuestros amigos de Lanzarote, Nuevos recuerdos, ya casi viejas distancias.

Mañana te contaré cómo ha resultado.

Un beso.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (84)

Eran muy diferentes esos dos gallos de pelea que se sentaban frentea frente: Cardidal negociaba su salida de la banda y regresaba a ese Madrid que iniciaba sus convulsiones sociales. Allí se hizo fuerte. Allí fue cuando pudo trocar sus conocimientos, su arte para el mando de la milicia por la capacidad de allegar –y sin tasa- los más variados recursos económicos. Y es que, a grandes crisis, grandes oportunidades. Vestía de verde olivo, eso sí, pero él controlaba gran parte del mercado negro en Chamartín, el negocio de las drogas, la prostitución a gran escala, el abastecimiento de gasolina, la venta de las cartillas de racionamiento… en el nuevo estraperlo que generaba la escasez. Y todo porque Cardidal se hacía el hombre fuerte y el capitán de un ejército de desaprensivos a quienes su jefe permitía campar a sus anchas siempre que cuidaran de su propio botín. Y a quien de los nuevos súbditos no pagara por la protección que se les brindaba se le podía aplicar todo el “peso de la ley”, que era solamente lo que en cada momento le parecía a Cardidal o la interpretación libérrima de cualquier jefecillo de entre sus secuaces.
El presidente de la Junta de Chamartín, por el contrario, había preferido el poder por el poder antes que este por el dinero, pero la vida le había enseñado que el mero ejercicio del poder no conllevaba necesariamente el manejo de recursos económicos, siempre que su detentador no estuviera dispuesto a corromperse, por supuesto. Y Martos no era un tipo especialmente proclive a caer en esa tentación. Le faltaban maneras además. Venía de una familia con”posibles” –no rica, en especial, sin embargo- cuyo capital iba quedando deteriorado dada la condición de médico que tenía su padre; uno de los médicos de entonces, pero no como aquel doctor que narraba en sus célebres versos Francisco de Quevedo y que tenía “buenas cuentas en el cambio y el bolsón”, sino de los que cobraban en especie de excelentes botellas de vino y de Armagnac, y eso cuando se lo regalaban, que en contadas ocasiones pasaba el buen hombre una cuenta por sus servicios.
Por otra parte, el presidente de Chamartín no valía para las cuestiones de dinero. Él siempre torcía el gesto y dibujaba en su cara una expresión como de extrañeza si alguien le decía que determinada gestión era muy complicada porque resultaría muy cara. Por eso siempre elegía gente en su equipo que se hiciera cargo de esos problemas “menores”. Una gente que a veces debía poner de su propio peculio para atender a esas minucias que luego Martos no sabría nunca apreciar: el dinero debía estar siempre al servicio de las grandes estrategias,. Las suyas, por supuesto.
No tendría que pasar demasiado tiempo, empero, para que Jacobo Martos empezara a quejarse, de manera más o menos reservada, de la exigüidad de los recursos que deparaba la política. Observaba estupefacto el progreso económico de alguno de sus hermanos y lo comparaba con su esfuerzo y dedicación a la cosa pública sin encontrar una medida de relación que pudiera al menos servirle de consolación. Quizás por eso rechazaría una tentadora oferta indirecta que recibiría desde la jerarquía de la Iglesia Católica española de crear un nuevo partido para la defensa cerrada de los principios cristianos en la escena política y aceptaba a cambio el cargo mejor remunerado de la escena representativa de su tiempo: un puesto en el Parlamento Europeo.
Familia por familia, la de Cardidal sabía por experiencia lo que significa la escasez y hacía bueno el clamor de Scarlett O’Hara en “Lo que el viento se llevó”, y es que jurarían todos ellos no volver a pasar hambre. Expresión que, en esa época de las “vacas flacas” del 2013, se hacía particularmente significativa. El “sheriff” del Distrito podía matar el hambre con desproporcionadas raciones de caviar y la sed a base de botellas de Dom Perignon en tanto que la mujer de su presidente debía estirar hasta lo inverosímil su cartilla de racionamiento o engañar a su marido recurriendo a los buenos oficios de sus cuñados y a sus mejores recursos para aprovisionarse en el siempre oscurísimo mercado negro.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (83)

Jorge Brassens daba inicio a la tercero y último del contenido de las cintas

En la época, yo puedo decir que era la reina de los espíritus porque yo lo sabía todo. Todo, todo, todo. No había nada que se me pudiera esconder.
Bueno, entonces, mi marido, pues cuando estaba enfermo así, y murió este señor, pues ya no podía hacer nada. Entonces le llevaron sus hermanos a un curandero. Y el curandero pues reveló que él no podía decir en la boca que eran mis espíritus lo que le habían matado a ese señor, y podía decir en la boca que eran mis espíritus los que, al castigarme, le habían dejado enfermo. Porque, me imagino que mis espíritus le habían advertido del peligro que corría si le obedecía. Entonces, se limitó a decir: “Llamar a su mujer, que ella tiene la solución”. Entonces, sus hermanos vinieron y me llamaron. Y cuando yo llegué ahí, le dije. “(…) tú, solamente tú procura (…) porque otra persona no puede hacer nada”. Pues, entonces, nos vamos a casa ¿no? Nos fuimos a casa. Y me dijo: “¿Qué coño has hecho conmigo?” Y yo: “Contigo, nada”.
Y este señor que era marido mío, hay que reconocer que hizo muchas cosas que… su espíritu era de una forma… Ya estaba, ya estaba cansado, ya estaba cansado. Porque mató, o mandó matar, a mucha gente. Vio matar a mucha gente. Utilizó órganos de la gente, en muchas ocasiones. Son cosas que los espíritus no aceptan. Entonces, de una forma u otra, mis espíritus no querían una persona así en mi vida, porque no podían permitir que ese señor me besara a mí después de haber, de una forma, comido a una persona, haber comido a alguien en su día. Porque ellos son muy, muy… La muerte les alegra. Pero no quieren que nadie se interponga a poner fin a una persona.
Bueno, pues yo le empecé a tratar. Y me di cuenta que yo no podía dejarlo como estaba. Y le llevé a otro sitio, de una forma participaba yo. Entonces yo le llevé al “País de las Maravillas”, como le llamo yo, porque es mi país favorito, el país de los muertos, y, pues no, no lo recibieron, no lo

recibieron a él, porque decían que, vamos que debía muchas cosas, y que no podían tratarlo. Si él quisiera curarse pues que se vaya al país de los brujos. Ahí le podían decir lo que tenía que hacer. Bueno, y él, al ir al país de los brujos, pues como ahí siempre hay juicios, pues el juicio fue con… Él suspendió, el primer juicio. Y suspendió en el segundo juicio también. Lo que, a partir de ahí, no ha vuelto a estar bien; a partir de ahí siempre ha estado de consulta en consulta, de médico a médico; a partir de ahí no ha vuelto a ser el mismo.

martes, 7 de septiembre de 2010

Radicales en Barcelona

Este verano, instalado en el cómodo refugio de mi casa de Burguete, hacía una llamada a mi amigo italiano Alfonsode Virgilis. Quería conocer, para mi programación de un otoño que amenaza con resultar intenso, si tenía previsto montar para este año la correspondiente organización de sus premios Galileo 2.000 en la espectacular ciudad de Florencia.
- No será para este año –me dice Alfonso desde el barco que surcaba en esos momentos las aguas de Cerdeña-. Pero estaré en Barcelona el 3 de septiembre y espero que me invites a cenar.
Alfonso de Vrigilis es un hombre que nunca me ha dejado de sorprender. Lo conocí hace más de 20 años en Washington, en el curso de una reunión entre agentes de seguros europeos y estadounidenses.
- De eso hará por lo menos 20 años –me dirá en Barcelona.
- Si no más –digo yo.
Después, la vida nos ha reunido en Bilbao, Roma, París, Bruselas, Amsterdam, Madrid… y, por supuesto, Florencia, donde siempre vuelvo encantado, con el simple propósito de sumergirme en sus calles –síndrome de Stendhal incluído- , visitar mis cafés preferidos y saludar a los amigos que allí me quedan. Alfonso, siempre, es uno de ellos.
Alfonso de Virgilis me cuenta que ha sido candidato del Partido Radical italiano para gobernador de la región de Toscana. Y que este partido organiza una reunión Barcelona que puede resultar de mi interés.
Así que doy comienzo a las gestiones informativas correspondientes. Hablo con Rafa Villaró –organizador de la reunión por el Partido Radical en Barcelona- y este me dice que, en España, este partido es más bien una ONG. Y que considera que nuestra presencia en la reunión es perfectamente posible.
Siempre he tenido simpatía por la gente del Partido Radical italiano. Conocí a Emma Bonino en el curso de la visita que una delegación del Partido Popular del País Vasco hacía a las instituciones euopeas en Bruselas. Recuerdo bien lo que nos decía Marcelino Oreja respecto de ella:
-¿Vas a entrevistaros con Emma Bonino? Es una mujer que siempre está dispuesta a echar una mano.
Me pongo en comunicación con Rosa Díez y ella me autoriza a encontrarme con los radicales en Barcelona. De modo que solicito una invitación formal que recibo pocos días después. En el crreo en que envían el orden del día de la reunión aparecen los inscritos. Entre ellos hay otro conocido, el diputado nacional por CiU, Jordi Xuclá.
Barcelona es ese primer fin de semana de sptiembre un hervideo de gente. Jóvenes, mayores e intermedios invaden sus calles y las Ramblas forman una manifestación heterogénea que reivindica todos esos derechos inalienables del ser humano: a vivir, a pasearse libremente… el derecho a la pereza, que reclamaba Georges Moustaki en una de sus conocidas canciones.
Y Barcelona es, en esa sala Mirador del Centro de Cultura Contempránea, un mosaico de colores, razas, países que se unen convocados por los radicales italianos con el objetivo de luchar por los derechos humanos.
Cuando llego al local está tomando la palabra Marco Panella, que es un el estandarte –junto con Bonino- de ese partido. Panella es un hombre que se encuentra en la estela de los ochenta años. Algo encorvado ya, sigue siendo persona robusta y permanece en él la estela de lo que ha sido seguramente un tipo humano impactante. Vestido con su terno azul marino, sorprende su pelo recogido hacia atrás, que culmina en una coleta que sujeta a la base trasera de su cráneo. Tiene la pinta de haber salido de las calles de París en los finales de los ’60, aunque luego la vida le ha dicho que no todo son vaqueros y ropa “casual”.
Y cuando uno escucha sus palabras –las de Panella y las de sus compañeros- recuerda esa pintada en los muros de París que, más o menos decía:
- Sed realistas. Pedid lo imposible.
Y en eso nos parecemos bastante a ellos. Nos hemos propuesto también nosotros la tarea de modificar el estado de las cosas hasta un punto que muchos de nuestros amigos aseguran que caemos en la utopía. Pero la utopía es ese cementerio de las ideas que siempre resucitan cuando todas las viejas prácticas se han vuelto inútiles.

Veo a Xuclá. Me saluda y me dice en lo que no sé si interpretar como una llamada de advertencia:
- Aquí estoy con esta buena gente. Llevamos con ellos muchos años.
No sé qué papel ienen los nacionalistas catalanes en esta organización. Luego me dirán que no están en ese partido en su versión transnacional. Xuclá intervendrá después –en catalán, idioma que no está previsto en la traducción simultánea- reivindicando el reconocimiento de Kosovo.
Pero los radicales son más universales que nacionalistas, aunque en ese cesto de frutos diversos que es su partido caben todo tipo de ideologías, por lo visto.
Siempre atento, Villaró me presenta al presidente de la reunión, Marco Perduca, a quien refiero rápidamente lo que consiste nuestro partido.
- Creo que sería conveniente que se dirigiera usted al Consejo –me dice.
Están algunos de los presos cubanos recientemente liberados. Su voz sonará de forma contundente en esos salones barceloneses. Cuba está en el primer lugar de la agenda de los derechos humanos. No existe entre este radicalismo en marcha la complacencia de otros frente a un régimen simplemente salvaje y violador de las libertades, como ocurre con mucha gente de la izquierda en España.
Alfonso de Virgilis llega a la reunión bien entrada la mañana del sábado. Ha tenido que levantarse a las 5 de la madrugada para tomar un avión desde Atenas –la noche del viernes había asistido al cumpleaños de Irene Papas-. En el momento en el que se acerca a mí estoy conversando con Tony, un ex preso cubano que fuma un pitillo antes de entrar a comer.
De Virgilis viste camisa clara y pantalones de color rosa -¿fucsia, tal vez? Me propone que comamos juntos, pero no en el lugar previsto por la organización. Lo hacemos en un la terraza de un bar cercano, donde le hablo de mi intervención ante el Consejo. Marco Perduca quería que él estuviera presente durante mis palabras. Yo le pido más: en razón de nuestra antigua amistad le pido que sea él quien me presente ante el Consejo. Alfonso se resiste: nunca ha hablado en un acto interno del partido. Pero luego se lo piensa mejor y me pide que le esboce por escrito un pequeño curriculum particular. Luego él verá. Esas son sus palabras, pero la realidad es que lo va a hacer.
Vuelvo a la sala. Las intervenciones de los miembros del Consejo y de algunos invitados se suceden. Hay una pausa para el café y Perduca da la palabra a Emma Bonino.
Emma es una mujer frágil, pero sólo en apariencia. Comienza su intervención aludiendo a una expresión que se acaba de producir por parte de algún orador. “Es un proyecto luminoso”, afirmaba el iterviniente. Y a Bonino le ha parecido una bella idea. Luego desgrana su intervención respecto de los derechos humanos que se conculcan a diario y se referie en especial a Africa. Según dice, de la misma manera que el derecho llama al derecho, las malas políticas llaman a malas políticas. Para ella el próximo congreso del Partido Radical Transnacional y Transpartito no violento –que así se denomina en su integridad esta orgaización- debe realizarse en ese continente. Hay un enorme respeto e interés de los asistentes a lo largo de su intervención.
Luego, el presidente concede la palabra a Alfonso de Virgilis. Este comienza refiriédose al mundo de las cárceles en Italia, que ha tenido la oportunidad de conocer a lo largo de su reciente campaña electoral. Dice que es muy importante que se haga un esfuerzo para que los penados trabajen, mantengan su tiempo ocupado.
Después me presenta. Se hace un pequeño lío con la nota que le he presentado, de modo que se diría que yo empecé en UPyD… ¡hace 25 años! Y que he vuelto a este partido en el año 2.007. En todo caso se trata de unas palabras amables y sentidas que me proporcionan la palabra.
Yo explico la breve historia y los propósitos generales de nuestro partido. A mi conclusión Perduca me –nos- desea suerte.
Después, Alfonso me presenta a Marco Panella. Es un hombre afectuoso que me pregunta por el “otro Fernando”. Se trata de Fernando Suarez –ex ministro de Trabajo- que es amigo de de Virgilis. Me dice Panella que cuando aquel era miembro del Parlamento Europeo votaba todas las resoluciones presentadas por el Partido Radical. Y lo hacía con la cobertura de Manuel Fraga, quizás –me dice- porque el entonces presidente de AP le conocía y sabía de su lealtad y que esta estaba muy por encima de la que le dispensaban sus propios correligionarios. Me pregunta por su situación actual y yo le digo que es senador por representación autonómica.
A la salida de la reunión, uno de los jóvenes que según me dicen tiene una importante influencia en la organización me sugiere la posibilidad de un encuentro entre las dos organizaciones. Me enviará sus coordenadas.
El domingo, el orden del día está previsto para las conclusiones. Estas se adoptan por unanimidad de los miembros del Consejo. Panella interviene para agradecer lo que considera que no ha sido una reunión “a la búlgara” y se despide el encuentro.
Lentamente, los miembros de ese partido que viene a ser una proyección de los radicales italianos y que –como ya me advertían- se parece más a una ONG que a una organización política en el sentido más habitual, los asistentes van abandonando el salón Miramar del Centro de Cultura Contemporánea. Hay ahí italianos y europeos del centro y este, africanos, camboyanos y cubanos, y hasta un chino: una especie de nueva Torre de Babel que tiene su centro neurálgico en Roma y quiere hablar esperanto, aunque se expresa mayoritariamente en italiano. El año siguiente hay una cita en el Congo, para su Congreso.
Esa tarde, antes de tomar el Ave y después de una visita turística a la Sagrada Familia, tomamos un café Alfonso y yo con Marco Paella. Este vuelve a las mismas preguntas que el día anterior: Suarez, Fraga… “Es que a Fraga le parecía que mis corbatas eran las más elegantes de todo el Parlamento Europeo”, asegura. Y mantiene luego un diálogo vivo con su primo. Es una relación que se diría de un hermano mayor respecto del hermano de inferior edad.
- Tú eres muy inteligente, además de hipersensible –le asegura Panella-. Yo soy bastante bruto: no comprendo demasiadas cosas, pero cuando me entero voy directo a por ellas.
Les dejo con sus cuitas. El AVE no espera.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Intercambio de solsticios (82)

Lanzarote, 2 de enero de 2003.

Querida Lorsen:

Ayer me sentía tan solo y tan triste que después de seguir las noticias de “Tele Cinco”me di un paseo hasta las diez de la noche: El mismo paseo que dábamos con Bècaud este verano pasado. Hasta llegar a la escultura de formas redondas, que toqué con la mano, de la misma manera que hacíamos, como señal de que había llegado el momento de retornar a casa.
Luego se presentaron Fran y Carol: Les habían robado en la peluqiería, la noche de Nochevieja. Me pidieron el aparato telefónico para conectarlo –el de la tienda se lo habían llevado los ladrones- y que diera la alarma si algún otro ladrón se intentaba colar.
Esta mañana me he levantado a las nueve menos cuarto –hora peninsular-. Me ha dado tiempo para casi todo. He hablado, por ejemplo, con Antonio Lorenzo. Seguro que para este momento ya ha organizado una cena en la que tú tendrás un puesto en la mesa. Vuelvo a llorar, guapa. Pero, te lo digo de verdad, ya no es la hora de la trampa ni del cartón: Tú estás bien,. Ahora simplemente estoy siendo un egoísta, y mis lágrimas, aún poseídas por tu recuerdo, se dirigen a mi.
Al regreso de mi paseo matutino por la playa he recibido la llamada de tu tío Julio Prado. Me propone organizar la presentación del libro “Sin perder la dignidad” en Toledo. Por supuesto que le he dicho que sí. Es otro homenaje que te hacen los que te quisieron, aunque lo dirijan a mi persona. Es posible que simplemente queden de ti las cenizas que conservo en nuestro apartamento de alquiler en Bilbao, pero pervive aún tu fuerza, el cariño que le ponías a las cosas –especialmente las que hacías por mí-. Es verdad que existe algún tipo de inmortalidad. Es la que termina con el olvido, y la gente se acordará por mucho tiempo de ti. De eso estoy totalmente convencido. Y vuelvo a llorar, y por eso apenas si percibo las teclas del ordenador.
Te decía ayer que para hoy te contaría lo que he pensado hacer con tus cenizas. Sabes que quiero conservarlas conmigo. Pero llegará un día en que vea que me van faltando las fuerzas y que me tocará también a mí la hora de desfilar de este barrio. Entonces, un amanecer, preferiblemente de un 28 de noviembre, me encaminaré hacia la playa de Matagorda. Justo al lado de un conjunto de rocas, en la zona en la que nos bañábamos juntos.
Ahí se irán todos tus restos. Bilbao fue finalmente una prisión para ti. Pero Lanzarote -y nuestros paseos por las playas del Puerto del Carmen- eran tu liberación.
Espero que la idea te guste.
Pero regreso ahora a la narración habitual. El 24 de diciembre, por la noche, puse el CD de villancicos tomados del programa que grabé en la casa de tu padre en 1984, la primera Navidad que pasamos juntos, casados. Cuando alguien cantó el “Ave María” me puse a llorar, y puse el volumen más alto, para así descargar plenamente mi emoción.
El 25 felicité a Kelly, que a su vez, me había llamado la tarde del 24. Me dijo que Dolores Aguirre estaba mal. Ingresada por una cosa bastante grave del corazón. Tiempo después hablé con IsabelLorsen, que ya estaba más tranquila. El día uno de enero, volví a llamar, como hacías tú por sus cumpleaños, pero no dí con ella. Estaba con su madre, que al parecer va recuperándose lentamente.
El 25 comí en casa de mi madre. Yo me había puesto un traje, pero el resto de la gente vestía simplemente de “sport”. Almorzamos en la cocina. Resultó triste. No habían querido hacer un esfuerzo especial. Además, mi hermano Jose se ha quedado imbuido del carácter inglés: Todas sus temas de conversación resultan triviales. Nos dieron las cinco y media viendo una parte de la película “Mars attacks” –que vi por primera vez contigo- y me fui al hospital, a ver a Pilar: Estaba dispuesto a pasar con ella el resto de la tarde, pero la niña se negó: estaba claro que asociaba mi presencia a la tuya en todos estos días, y que no aceptaba que tú no hubieras ido.
La Navidad de este año ha sido un horror.
El 27 tuvo lugar el último pleno del año: el de Presupuestos. Una vergüenza. No sólo porque Jaime no había llegado a la votación, sino porque caímos como unos pipiolos en la trampa que nos habían tendido los nacionalistas. Nos sobraron –al PSOE y al PP- unos cincuenta minutos de intervención. Con diez –quince, quizás- hubiera bastado para que llegara Jaime.
Este estaba destrozado. El abrigo puesto, a pesar del calor que hacía en las oficinas del grupo –en su interior hacía mucho frío, según nos aseguraba-. Sólo decía que iba a dimitir, al menos como presidente del grupo parlamentario. Le pedíamos que no lo hiciera. Yo, en concreto:
- Es algo totalmente desproporcionado, Jaime. Te basta con decir que has puesto tu cargo a disposición del grupo, pero que no hemos aceptado tu dimisión. Y pedir disculpas.
Pero ya sabes que Jaime es una persona muy tozuda, y sólo Aznar le convenció de lo contrario.
Fui testigo de la conversación. No le dejó completar una sola frase. Después de colgar nos dijo:
- Piensa lo mismo que vosotros.
En la rueda de prensa vino a decir –casualmente- lo mismo que yo le había propuesto.
María José Usandizaga me dijo que, si me parecía bien, iría de número tres en la lista de Eibar. Es un puesto de salida, me dijo. No es Tolosa, pero sí resulta un ayuntamiento más fácil. Cercano al límite con Vizcaya y gobernado por un socialista. Además me llevo bastante bien con Regina Otaola, que es la portavoz y que, según Carlos Urquijo, va para candidata número uno a Juntas.
El 29 tuvo lugar la comida que le ofrecen todas las navidades a José Ramón Recalde y a Patxo Unzueta. La organizadora es –como siempre- Chelo Aparicio y estaban, aparte de los mencionados, María Teresa Castells –que es de Busturia, y les conocía mucho a Fernando Gondra y a mi tía Mariví-, también a Jorge Semprún-, Javi Corcuera, Ander Landaburu –director de “El País” en la Comunidad Autónoma-, Rafael Aguirre –un cura que publica en “El Correo”, y que se quedó muy impresionado con la noticia de tu fallecimiento y de nuestras circunstancias-, Santiago González, Florencio Domínguez –que es el periodista que más sabe sobre ETA- y alguno más. Lo pasamos muy bien. Seguramente resultó el acto más agradable de esta Navidad.
También estaban Ana Iríbar –la viuda de Gregorio Ordóñez- y su novio –Iríbar, también- que es corresponsal de TVE en Méjico. Resulta paradójico hablar con ella sin referirse a su marido. Sólo me permití preguntarle por su hijo.
- Ya tiene nueve años –me dijo.
El día 30 tuvo lugar una reunión con la gente de ¡Basta Ya! Rosa Díez estaba preocupada. Decía que si Zapatero no la apoyaba públicamente –se había ausentado de una votación para la creación de una comisión de investigación sobre el petrolero “Prestige” en el Parlamento Europeo- dimitiría como portavoz. Yo le dije que no hiciera semejante cosa. Que en estas ocasiones es mejor que te dimitan. Luego comimos en un “restaurant” que han abierto en la calle de la Torre, a dos pasos de donde vivíamos. Resultó agradable. La mayoría se fue a tomar una copa, yo volví a casa: Me faltaba por preparar alguna cosa del viaje a esta isla y arreglar las cuentas del mes con Mari Paz.

Así hemos llegado al final de este período de narraciones. Se cierra el círculo entre el pasado y el presente. Pero irán ocurriendo otras cosas que te seguiré contando. ¿No fuiste tú mi confidente durante dieciocho o diecinueve años? Pues creo que lo seguirás siendo –o sufriendo.

Me despido, por ahora, con el mayor de mis besos y mi recuerdo que permanece en tu persona, mientras observo la foto que tengo en esta mesa. Ahora mismo me voy a Arrecife a hacer algunas gestiones. Mañana te contaré qué tal ha ido todo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Itercambio de solsticios (81)

Frente a frente. Dos hombres que de procedencia y estilos tan diferentes, pero que se habían cruzado durante algún tiempo en la vida y que en ese año en el que parecía que todo se consumiera para siempre se volvían a reunir, quizás para sellar un nuevo pacto, quizás para destruirse definitivamente.
Era todo un espectáculo visual. Jacobo Martos venía de los tiempos en que ejecutivos, empresarios y políticos de derechas vestían de manera invariable sus ternos azul marino; claro que algunos –los más osados, tal vez- jugaban con la sola posibilidad de los diseños de sus camisas y de sus corbatas para dotarse de alguna característica propia, pero ese no era el caso del presidente de la Junta de Distrito de Chamartín: camisa blanca y corbata de la misma tonalidad que su traje, denotaban una cuasi total carencia de imaginación y una adhesión al clasicismo en las formas que sólo podía evidenciar que sus convicciones también lo eran, para Martos la palabra “cambio” era una expresión poco menos que maldita. Leoncio Cardidal, el uniforme verde oliva y la canana repleta de balas –reales, dispuestas a su utilización- se definía en su aspecto como el hombre de la revolución, cualquiera que esta fuera, una contra-revolución fascista u otra que apelara a los instintos del poder para los proletarios… daba igual, todas las revoluciones en la historia de la humanidad conducían a los mismos desmanes y convertían a los revolucionarios en dictadores totalitarios que se parecían como gotas de agua a los dictadores totalitarios del signo contrario… y a los bienpensantes, los que creían de verdad en que la revolución era posible, terminaban asesinados por sus jefes, deportados o haciendo su revolución a muchos kilómetros de distancia. Ya lo decía Orwell en su imprescindible 1984: “No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución, se hace una revolución para establecer una dictadura”.
En su militancia por el cambio, Cardidal había mudado vestimenta y modos. También había sido militante del Partido Popular, también él había vestido los mismos ternos azul marino que su ahora presidente –a quien por cierto sirviera con alguna lealtad en sus tiempos de trabajo en el País Vasco-, pero Cardidal se permitía jugar con camisas de imposibles rayas y corbatas de llamativos colores que ponían en evidencia un cierto carácter hortera-. Y si nos referimos a la ropa deportiva… no resultaba extraño que el revolucionario de hoy vistiera antaño floridas camisas hawaianas, en tanto que el hombre conservador que era Martos no salía de su “Lacoste” de color clásico en verano o del suéter de cuello en pico y colores lisos y tradicionales para los inviernos.
Cardidal abandonaba todo su habitual aliño indumentario en aquella incursión que hacía en América latina cuando viajaba allí a desalloar algún proyecto energético, en ocupación derivada de alguna anterior especialización política. Capturado por la guerrilla, la rampante crisis económica supondría la suspensión de pagos en la empresa que le llevara a ese lejano país y la imposibilidad consiguiente de atender al pago del rescate. Cardidal tuvo que ingeniárselas como pudo. Pero no le faltaban recursos. Logró la confianza de los jefes de la banda y se convirtió en uno de los capitanes de la guerrilla. Había salvado su vida, pero muy pronto se daría cuenta de que no conseguiría nunca obtener un puesto en la banda que le pusiera en contacto con las fuentes de financiación del grupo –narcotráfico, prostitución, secuestros, palizas y hasta asesinatos a cambio de un precio-. Cardidal quería dinero y no sólo una paga digna a cambio de sus servicios.