jueves, 29 de julio de 2010

¿Contra los Castro se vive mejor?

¿Se acuerdan ustedes de aquella frase que los antiguos opositores de la dictadura franquista pronunciaban en los primeros tiempos de la democracia? Decían eso de “contra Franco se vivía mejor”. Se trata de una de esas paradojas que de modo incesante nos depara la realidad, siempre compleja y dotada de cortates aristas. Y es que las tonalidades no existen en las dictaduras: todo es blanco o es negro, estamos en contra o a favor, nos alineamos con los demócratas o lo hacemos con los dictadores; en ese mundo de los totalitarismos no caben las posiciones ambiguas.

Cosa diferete es la democracia. La pluralidad de ideas se concreta en la mayoría de las ocasiones en una multiuplicidad de intereses, coincidentes o contradictorios. Todo es simplemente lógico y hasta positivo: la expresión de la diferencia consiste precisamente en esa multiplicidad de posibilidades. Lo que no resulta admisible es el juego espurio de esos intereses.

Cuando los presos de conciencia cubanos llegaban a España lo hacían importando de su país esa imagen en negro de la dictadura que geográficamente abandonaban, pensando que sería blanca la democracia donde iba a transcurrir el tiempo de su estancia entre nosotros.

Quizás por eso, el pasado viernes 23 de julio, cuando una representación de UPyD visitaba a los exiliados cubanos en su albergue de Vallecas, observaron que junto a los compañeros liberados por el régimen castrista había una representación del Partido Popular, encabezada oficialmete por el diputado nacional de esa organización, Teófilo de Luis, y nutrida de alguna otra persona más que afin al principal partido de la oposición –en cuanto a número de efectivos, se entiende.

Los cubanos expresaron a nuestros militantes su voluntad de que se organizara un viaje a las instituciones europeas conjuntamente entre nuestro partido y el PP. A decir de los representantes de Unión, Progreso y Democracia, Teófilo de Luis afirmaría en esa ocasión que ya había hablado con Jaime Mayor y Antonio López Istúriz –diputados del PP en el Parlamento Europeo- y que estaban conformes con la idea.

Ua idea que –“copyright” reclamado ahora- habái surgido de la reunión que el martes inmediatamente aterior -20 de julio- habíamos propuesto a Normando y Julio César –ambos presos cubanos- en la reunión que con Rosa Díez mantuvimos en la sede de Cedaceros.

No dejaba de constituir una propuesta ingenua. Ingenua, aunque comprensible. Los cubanos pensaban que todo el mundo juega limpio y al exclusivo servicio de sus intereses. Por nuestra parte se aceptaba el planteamiento y se daba vía libre a una acción coordinada entre los dos partidos.

Confieso que la idea no me agradó demasiado en un principio. Conociendo el “percal” de mis antiguos compañeros de partido, tenía la sensación de encontrarme ante una especie de “abrazo del oso”. Ya se sabe, esos que te quieren muchísimo, pero que te cortan la respiración.

De modo que me correspondía a mí jugar la siguiente carta: hablar con Teófilo de Luis con el objeto de continuar con la organización del viaje. Así lo hice, y el lunes 26 marqué el número de su teléfono móvil.

Debo decir que la conversación resultó un tanto sorprendente. En contra de lo afirmado el viernes anterior, De Luis me manifestaba que “todavía tenía que hablar con Jaime Mayor y Antonio López Istúriz”. Y cuando le dije que nos deberíamos ver en el curso de la semana, el diputado popular declaraba:
- En realidad, no creo que tengamos mucho que hablar.
-
Resultaba un tanto extraordinaria esa posición. Si se trataba de coordinar un viaje, deberíamos ponernos de acuerdo en lo relativo a unos cuantos aspectos operativos: número de presos, familiares y disidentes que tendría cada una de las delegaciones; gestiones a realizar en las instituciones europeas y los encargados de formalizarlas o la gestión de billetes y hoteles. Parecía inevitable ese encuentro, pero Teófilo de Luis por lo visto no era de esa opinión.

Empezaba a pensar que la cosa se estaba torciendo –o mejor dicho, que la estaban torciendo desde el PP-. Mi llamada del martes siguiente -27- al mismo Teófilo de Luis confirmaba mis impresiones.
El diputado popular me comunicaba que había hablado ya con Ignacio Salafranca –otro miembro del PP en el Parlamento Europeo- y que este le había dicho que el viaje estaba ya totalmente organizado por ellos y que no tenía ya cabida nuestra organización. En resumen –y por supuesto en palabras mías-, que nos robaban la idea y nos echaban de su ejecución, todo en 72 horas laborables. ¡Vale para el libro Guinnes de los récords del espureismo político!

- Tomo nota –le dije secamete a Teófilo de Luis en aquella segunda y no menos sorprendente que la primera comunicación.
De Luis se justificaría: dijo no tener responsabilidad personal alguna en la cuestión y echaría balones fuera endosándoselos a los eurodiputados.

El miércoles 28 me puse en contacto con Normando para decirle que, a pesar de la mala jugada de los populares, UPyD congtinuaba con la idea de habilitar un viaje al Parlamento Europeo con los presos cubanos. El exiliado estaba más que confundido:
- Creía que estábais coordinados el PP y vosotros… -me confesaría.
¡Habia pasado –me consta- prácticamente todo ese día con Teófilo de Luis y este no le había dicho nada!

Esta es la historia. Pongan ustedes los calificativos que consideren oportunos.

Para terminar sólo quiero decir dos cosas que en realidad constituyen las dos caras de una misma moneda: la primera, que la buena voluntad se salda en ocasiones con su secuestro y la segunda, que la causa de las libertades cubanas pertenece a todos los demócratas, a los demócratas cubanos, en primer lugar, y al resto de los demócratas –españoles incluidos- después: UPyD no es desde luego el único, pero tampoco son únicos otros.

miércoles, 28 de julio de 2010

Intercambio de solsticios (70)

Bilbao, 27 de diciembre de 2002.

Querida Lorsen:

Mi carta de hoy también tiene por fuerza que detenerse ante los hechos de la jornada. Era el día de la votación definitiva de los presupuestos y hemos perdido: los nacionalistas nos han tendido una trampa y hemos caído en ella como unos gilipollas. Lo malo ha sido que Jaime Mayor –ya sabes que no es persona excesivamente puntual- ha llegado tarde y la votación la han ganado por un solo voto. Para colmo, Carmelo Barrio se ha equivocado en las últimas votaciones y ha pulsado la tecla verde junto con los nacionalistas.
Creo que los batasunos pretendían jugar con las instituciones, como resulta habitual en ellos, y la prueba es que Arnaldo Otegui no estaba presente: como si pretendieran jugar al empate, para provocar una segunda votación y luego la devolución definitiva de los presupuestos... o lo que fuera.
El caso es que Jaime Mayor estaba profundamente abatido. Sentado en el sillón del portavoz, el abrigo puesto, y diciendo que quería dimitir de Presidente del Grupo Parlamentario –al menos.
Todos los presentes –algunos más que otros, como siempre- le hemos pedido que no lo haga, pero Jaime es más terco que una mula y sólo ha dado su brazo a torcer después de hablar con Aznar.
Al final –es curioso- ha hecho lo que le yo mismo le proponía: pedir disculpas a la gente del partido, a los votantes; poner de manifiesto el ardid urdido por los nacionalistas, pero asumir su responsabilidad con toda la naturalidad del mundo.
No me encuentro demasiado bien. La tensión se me ha ido por el estómago –y eso que he hecho una comida bastante ligera-. Espero que se me pase pronto.
Pero estamos a dos de diciembre, fecha en la que se producía tu misa de salida.
Esa mañana recibí una llamada significativa: la del lehendakari, Al principio estaba el hombre un tanto nervioso. Seguramente pensaba que le iba a contestar con algún exabrupto, pero tú sabes que no es correcto responder de esa manera a las llamadas de pésame. Sin embargo aproveché para lanzarle una pequeña andanada. Le dije que no lo estabas pasando muy bien, y le recordé la conversación que tuviste con él la mañana en la que atentaron contra Eduardo Madina –el chico aquel de Juventudes Socialistas, que precisamente ahora acaba de ser elegido Secretario General de esa organización en el País Vasco-. Cómo le decías que te habían echado de casa, que te habían llamado 17 (?) veces amenazándote, todo eso... Y él me contestó:
- ¡Cómo me acuerdo de esa conversación.!
Y cuando me dijo que me animara le conté que ya lo estaba: que precisamente trabajaba en ese momento en las enmiendas para los Presupuestos, esos mismos que acaban de sacar adelante ellos, entre su astucia y nuestra estulticia. No creo que le gustara demasiado, pero así son las cosas.
El día transcurrió con cierta tranquilidad, y para las siete menos cuarto estaba en Las Mercedes. Quise presentar a Jaime Larrínaga al párroco, pero ya estaban dándose la mano. La verdad es que el titular de la iglesia no puso inconveniente alguno a que Jaime dijera alguna cosa.
Antes de la misma me dieron un abrazo Lucía de la Peña y Alfonso Pérez-Maura. Estuvieron encantadores. El día había resultado infernal y la verdad es que habían hecho un esfuerzo enorme por venir a decirte adiós. También estaba María Landecho: dice que está bastante bien, aunque yo la encontré bastante hinchada de cara.
Concelebró Jaime con ese cura que habla como arrojando salivazos. No recuerdo nunca su nombre, pero le tengo visto desde que de pequeños íbamos a la Divina Pastora a misa, los domingos de verano.
Jaime es un tío muy majo. Habló después del evangelio. Dijo que tú ya estabas en la Navidad y alabó tu valentía y tu fe en las cosas, a pesar de todos los problemas que habías tenido a lo largo de tu vida. Antes de consagrar también te dedicó unas palabras.
Luego me dijo que iría a verle a Eugenia, y que le recogería a tu padre para hacer juntos las visita.
Después de la misa fui a casa de tu padre. Ahí estaban también Antonio Barandiarán –muy afectado-, Julio Prado y Cristina Artiach, Kelly Earle e Ignacio Cervera, y no sé si alguien más.
No me acuerdo muy bien si fue esa noche –creo que sí- cuando cené con Enrique, Patricia y las dos niñas –más bien, señoritas- que habían venido desde Madrid. Ya sabes que Christian les dijo a sus padres que no era capaz de enfrentarse a mí en esas circunstancias, que no tenía fuerza ni valor suficientes.
Resultó una cena muy agradable y familiar. Cuando se fueron las niñas hablamos de todo lo que te había ocurrido y yo les dije que me parecía que la única familia Von Loresen que me quedaba era la suya: tu padre está ya muy mayor, y apenas me quedaba conversación con él; tu hermano Willy vive bastante lejos y que Gaby estaba bastante mal.
Enrique me invitó a la casa que tienen en el sur para esta semana santa, y le prometí que iría. No se lo creyó.
- Lo que pasa es que no me conoces bien –contesté.
También le pedí que me llamara cuando estuviera en Bilbao. Me lo prometió y, por el momento, ha cumplido.
Creo que se quedaron contentos con la cena, por la franqueza con la que les hablé y por la amistad y el afecto que había detrás de mis palabras. Sinceramente pienso que también los había en ellos.
El tiempo dirá cómo siguen las cosas entre nosotros. Pero yo haré todo lo posible por mantener esa relación.
Quizás mañana siga la narración de los acontecimientos. Se ha muerto Paco Duro –el que estaba en el Partido Liberal y su hija Virginia entró en la Junta Local de Getxo porque yo se lo pedí a Marisa-. Espero que la tarde me permita algún respiro para seguir con mi correspondencia.

Como siempre un beso muy grande.

lunes, 26 de julio de 2010

Intercambio de solsticios (69)

n el momento en que Adelfa hacía su entrada, Juanito se sentaba en el lugar que ocupaba habitualmente durante los Consejos de Gobierno locales. Había una suerte de racismo encubierto en aquel chino con los negros, aunque la presencia de la ciudadana de origen gabonés resultaba poco menos que extraordinaria en aquellos lugares y en esos tiempos. Y no por su color precisamente: Adelfa era una negra estilizada; de grandes ojos achocolatados; una boca con labios muy grandes y pronunciados que se dirían ventosas, capaces de aplicar un sello imborrable desde el mismo momento en que se fijaban a cualquier objeto o cuerpo; tenía el pelo rizado y la cara alargada; escultural la facha, con una elegancia de movimientos y palabras que se dirían propios de la consolidación de muchas generaciones de señorío y cuidados ajenos.
Era extraordinario que Adelfa no fuera sino una niña-bruja; procedente de un poblado de mala muerte; a la que raptaban, violaban y estaban a punto de matar. Una niña que acababa en un lupanar cercano a esa calle Montera donde las chicas se ofrecían a cambio de un billetes hasta poco antes de finales de 2.012, porque hoy en día la prostitución reinaba a la luz del día en no importaba en qué lugar y no hacía ya distingo de clases sociales.
Vestía Adelfa una túnica ceñida a lo largo del cuerpo que acentuaba sus espléndidas formas y el brillo que desprendían sus ojos al advertir la bobalicona mirada de los hombres revelaba la calculada indiferencia que sentía aquella mujer respecto del sexo, una vez concluidos los tiempos en que ese era su único modo de vida.
¿Lo seguiría siendo ahora? Es cierto que los cargos locales eran, por definición, gratuitos y que sólo algunos complacientes miramientos de sus titulares con las mafias que se adueñaban de cuantos espacios les eran plausibles –que lo eran casi todos, aún los controlados por el propio Consejo Local en muchas ocasiones- permitían a las personas, en principio justas y honestas, obtener recursos con los que dedicarse a la cosa pública.
¿Era eso inmoral? ¿lo era prostituirse para vivir o prevalerse de su posición oficial como hacía el chino Huang para obtener mejor precio o clientela para sus productos o negociar en el mercado negro con mercancías obtenidas en otros distritos de la vieja Madrid y transportados por valija diplomática –como hacía Jorge Brassens? La moralidad había caído en el fondo más profundo del lodazal de las diferentes basuras. Y si María Magdalena había superado la prueba más de 2.000 años antes, los fariseos de ayer y hoy continuaban soportando las acusaciones más certeras. En todo caso, nadie podía saber nada a ciencia cierta, nadie podía arrojar la primera piedra y nadie lo hacía.

viernes, 23 de julio de 2010

Intercambio de solsticios (68)

Esa mujer hizo lo que hizo. Al día siguiente se me hinchó mucho más. Mi hermano Domingo le dijo a mi padre: “¿Cómo puede pasar eso? Si quieres matar a alguien, mátame a mí. Pero al menos es una niña, déjala que esté bien. Esa niña, primero, no puede estar con ustedes porque tú no quieres. Encima viene a visitarnos y se pone enferma. Es que, por mí me da vergüenza, vergüenza me da”.
Bueno, mi madre cuando pasaron tres días, ante la gravedad (sic) que estaba yo, y que quería llevarme a otros curanderos, y mi padre no dejaba, porque el médico le había dicho que había mirado dentro, de hecho me metió algo dentro para ver si era trombosis o algo, que se me había coagulado la sangre o agua, pues me metió miles de herramientas ahí dentro, y no había nada, nada de nada. Hacían fotocopias y solamente tenía hinchadas las venas, pero los huesos, normal y corriente.
Bueno, entre médico y curandero, como yo tenía un defecto de cuando yo era niña, yo odiaba a los médicos. Ahora (…) menos, pero sí que odiaba a los médicos, sí. Entonces, mi madre no podía llevarme a otro curandero, porque mi padre no quería. Y, ante esa gravedad, pues mi madre llama a sus hermanos natales para que, a sus herman(o)as de padre y madre para que vengan a hablar qué es lo que había pasado. Mi padre amenazó que si entrasen esa gente en su casa les mataba a cuchilladas. Y, bueno, mi madre dejó a la gente que son hermanos de él por el tribu (sic) que les une, que también viven en el mismo pueblo que nosotros.
Bueno, entonces, esos hermanos se reunieron. Entre ellos había un brujo, muy famoso, y le dijo: “Antonio, tú y yo sabemos lo que ha pasado con esa niña. Así que es mejor que nos digas la verdad, o yo te voy a enseñar quién soy yo”. Mi padre tenía un poco de miedo a él, porque decía que era muy, muy brujo. Entonces, mi padre en vez de decir sí o no dijo: “Yo ya lo había dicho: Esa niña no me gusta nada. Yo siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo: Esa niña no me gusta nada. Desde que nació me ha caído mal, y me sigue cayendo mal. Yo, o soy yo quien viva o es ella quien viva. Pero los dos no podemos vivir, en es misma familia los dos no podemos vivir. Alguien tiene que quitarse”.

jueves, 22 de julio de 2010

Intercambio de solsticios (67)

VEINTIOCHO ONCE UNO

Ya ves, van cayendo las hojas del calendario,
Y tus ojos se perfilan otra vez como cristales,
Este pequeño apartamento en el que vivo
Se poblará de fantasmas,
De tu padre,
Mis hermanos,
Yo mismo
Intentando explicar a nuestro mundo que te has ido,
Intentando explicarnos a nosotros que nunca te volveremos a ver.
Regresaré a la imagen de tus cabellos rubios
Cubriendo una frente que ya está fría,
Y a observar esa pierna que se sale de la manta,
Decir a lo que ya no eres tú, ten cuidado,
No vayas ahora a coger un resfriado.
Luego, tal vez, el recuerdo volverá sobre los días,
Me veré paseando solitario,
O sonriendo a nuestra hija,
Cuando sólo me apetece llorar,
O llorando simplemente en soledad.
Ya hay una rosa nueva sobre ese mueble,
Junto a una foto y un recipiente en los que estás tú,
Pero mis besos resultan siempre fríos.
Sé que estás ahí, pero no te siento.
Porque estás más cercana en los recuerdos,
En la frescura de Pilar,
En las cosas que tocabas con tus dedos, y aún conservo,
En los cuadros inacabados que he colgado
En ese salón donde apenas alguna vez fuimos felices.
Pero tu presencia flotará un día entre las aguas,
Cuando me pedías un beso, y te lo daba,
Y volará en la brisa del paseo,
Cuando hablábamos del último libro de Juan, por ejemplo.
Y seguirá prendido en el sol que se cuela entre las hayas,
Cuando parloteabas sin cesar.
Y yo pensando que durarías siempre,
Y tú pensando que te estabas yendo.
¿Cómo será el día uno?
¿Cómo el dos y el tres y el cuatro?
Cuando se vayan agotando las historias,
Cuando se vayan marchando las personas,
-Quizás yo mismo,
Quizás siga pasando aniversarios-,
¿Me habré reconciliado con tu ausencia?
O querré volver a tus abrazos,
A los besos de buenas noches,
A tus frases ingeniosas,
Y a tus locuras trepidantes.
No lo sé, soy una nave
A merced del temporal,
Creía que la gobernaba,
Pensaba que era fácil
Pasar un año entero,
Solo,
Sin ti.
Pero a veces siento que no puedo más,
Que encuentro menos razones para continuar,
Y que las razones sólo tienen nombre de mujer,
Y un cuerpito anclado a una cama, a una silla.
¿Estás triste?, me preguntas,
¿Y cómo quieres que esté?
Porque cuando salí del aturdimiento,
Me encontré de repente con tu foto
Y la certeza de que no te volvería a tener.
Ya comprendo que esta noria rueda,
Y que da lo mismo,
Diga lo que diga, hoy, mañana,
O a lo mejor el día dos, el tres o el cuatro,
Puedan variar las frases,
Para esconder sin embargo los mismos sentimientos.
Y soy capaz de gritar:
¡No me gustan los recuerdos!
Te atormentan,
Te hacen un agujero en las tripas,
Provocan agua en mi ojo izquierdo.
Tercamente quiero repetir esos momentos,
O mejor, vivir, construir otros.
Pero tu distancia es ya infinita
Aunque mi presencia la rechace.
¿Por qué la muerte? ¿Por qué en ti?
Los médicos explican las causas físicas,
Los curas avanzan sus respuestas espirituales
-Ya han perdido buena parte de su convicción-,
Y los amigos hablan del tiempo que pasa,
Que con él se van las penas.
Yo no lo sé,
Sigo en el barco,
La tormenta permanece,
Y cuando hoy le escuchaba a Pablo,
Cantar sus canciones de amor,
Y desamor,
Sólo estabas tú,
Y yo muy bajito,
Te decía,
¿Me escuchabas?,
Eternamente Lupantas.
Sólo esperando los días veintiocho,
Uno, dos, tres y cuatro,
Para comprar unas flores,
Que sustituyan las velas,
Y encargar una misa,
Esta vez en Bilbao,
Donde no nos conocimos,
De donde fuimos,
Donde sólo querías morir.
Una, dos, tres, cuatro.
Muchas lágrimas, dos, tres, cuatro veces.
Sólo estoy solo sin ti,
La otra soledad no me asusta,
Y tendré que terminar esto,
Porque estaría escribiendo lo mismo,
Uno, dos, tres, cuatro días,
Los días de las flores,
Los días veintiocho,
O los días de las velas,
Que son todos los demás.
¿Cómo me gustaría
-Sí, ya sé que no es posible-
que sonara tu llave en la puerta
y fueras tú misma quien entraras!
¿Cómo puedo decirte
Que te quiero?
Sí,
Ya le he puesto
El fin.

Bilbao, octubre de 2003.

miércoles, 21 de julio de 2010

La segunda Semana Trágica (3)

Sin embargo son muchos los intereses creados, los que mantienen este estado de cosas, demasiada clase política que ya no está dispuesta a hacerse el “harakiri” como hicieron los procuradores franquistas. Hay una resistencia al cambio en un sistema en el que se abrazan políticos tradicionales, medios de comunicación tradicionales, sector financiero y grandes empresas que dificultará enormemente esa necesaria e inaplazable transformación.
¿Dónde empezó esta segunda semana trágica? –se preguntaba Calduch- Quizás no fueran siete sino un día: quizás fuera el 11M, cuando unas bombas terroristas pudieron con el proceso histórico y pusieron al frente del Gobierno de España a un hombre que tenía la clara voluntad de amigar a España con todos sus demonios. Un hombre que quiso reescribir nuestra historia y renovar el abismo entre las dos Españas, además de gestionar –malgestionar- los recursos que eran de todos.
Algunos creen que esto tiene solución, que vendrá Rajoy y lo arreglará todo. Pero a la vista está que el líder de la oposición no es el hombre que necesita España. Ese “canciller de hierro” de que hablara Joaquín Costa capaz de predicar la austeridad, cerrando la Moncloa y yéndose a vivir al palacete de la Presidencia, eliminado de un plumazo asesores, palafreneros y demás halagadores de chaqueta y corbata para mayor alegría del jefe.
En la oposición no está la respuesta, entre otras cosas porque no representa la alternativa sino la alternancia.
Pero la primera Semana Trágica España estaba sola y era capaz de cometer todos los errores, y los cometió además, corregidos y aumentados. Ortega dijo que ya que España era el problema, Europa era la solución. Quizás nos queda la confianza en que esa Europa pueda conjurar la profecía y que Calduch y todos nosotros nos equivoquemos.
Es una Europa, sin embargo, que no está dispuesta a entregar a nadie ningún tipo de regalo. La crisis descubre lo peor de nosotros mismos. Y lo peor es la insolidaridad y el egoísmo. Pero trae algo positivo sin embargo: que somos nosotros mismos quienes debemos buscar nuestra propia salida.
Europa puede ser, debe ser, el marco de la respuesta. Pero hay un esfuerzo ímprobo por delante que debemos realizar todos los españoles. Y cuantos más seamos capaces de contarlo y de convocarnos a una tarea colosal, pero necesaria e inaplazable.

martes, 20 de julio de 2010

¿La segunda Semana Trágica? (2)

El pasado sábado, a continuación del Consejo Político de UPyD, comíamos Carlos Rey y yo con nuestro compañero de partido y catedrático de Relaciones Internacionales Rafael Calduch, que evocaba la idea que desarrollaba en mi última entrada en el blog. Pensaba Calduch que nos estábamos acercando peligrosamente a una especie de “Segunda Semana Trágica” en la historia de España y se preguntaba sobre cuál podría constituir el acontecimiento histórico provocador de este lamentable suceso.
Sin perjuicio de que a todos nos gustaría que Calduch se equivocase –al propio profesor el primero, con seguridad- me quedé pensando en sus palabras, siendo consciente de que eso que nos contaban nuestros familiares acerca de la significación de lo que había tenido una repercusión en la persona Demi bisabuelo, por lo tanto un hecho de alcance familiar, podía tener una significación de enorme trascendencia en la historia de España.
Y esperando a que Calduch se equivoque, y que los demonios que acechaa a España, que decía Jaime Gil de Biedma, puedan quedar conjurados o pospuestos, he seguido elucubrando en la solución de ese enigma.
Parece evidente que las dos últimas legislaturas emprendidas por nuestro presidente Zapatero tienen algo que ver con lo que nos ocurre. La larga serie de desaciertos que hemos podido observar en su gestión, y que culminan con su inédito intento de burlar la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, están sin duda en el origen de buena parte de nuestros males. Una larga serie que tiene como punto de partida la promesa de Zapatero de aceptar lo que dijera el Parlament y que ha traído de la mano los estatutos de nueva generación y que han reproducido todos los problemas del catalán. Claro que en los demás casos contando con la connivencia del Partido Popular.
Lo cierto es que España no es que no soporte esa permaente quiebra del principio de igualdad de los españoles que es requisito constitucional de primer orden, es que ya no soporta una presión de sector público como la que vivimos ahora, no sólo por la ineficacia y la ineficiencia que supone, sino por el gasto que conlleva. El Estado de las Autonomías, tal y como este se ha desarrollado, es incompatible con los requisitos de austeridad que establecen las autoridades europeas.

lunes, 19 de julio de 2010

¿La segunda Semana Trágica? (I)

(I) En muchas ocasiones los acontecimientos que a lo largo de tu vida te han sido presentados como envueltos por un velo familiar resultan provistos de un carácter histórico de proporciones que sólo adviertes de una manera relativa. Piensas entonces que la historia familiar no debe exagerarse, prestando así a la realidad un elemento desfigurativo que traicionaría los contornos de la realidad.
Hace poco más de 100 años se producían en Barcelona eso que daría en llamarse la “Semana Trágica”. De su desenlace político se derivaría el cese por Don Alfonso XIII de su Primer Ministro don Antonio Maura, y a decir de algunos historiadores el final de la restauración canovista como punto y aparte precursor de la Dictadura del general Primo de Rivera, de la Segunda República española y de la guerra civil. Del resultado de esta advendrían cuatro décadas de una nueva dictadura hasta la recuperación de nuestras libertades democráticas.
En el grito final de Francisco Ferrer Guardia, ajusticiado como consecuencia de aquella trágica semana: “¡Viva la escuela moderna!”, estaría a decir de Joaquín Romero Maura –historiador de esos hechos en su imprescindible “La rosa de fuego”- todo un canto de vistoria anarquista y revolucionaria al final de una época y al inicio de las turbulencias de una nueva que se saldaría con décadas de desencuentros entre los españoles y que tendrían como corolario el enfrentamiento más dramático que registra nuestra historia contemporánea. Pudo Ferrer haber gritado “¡Viva la anarquía! o ¡Viva la revolución!” y habría acotado el marco para una España marginal y contestataria que nunca se parecería a esas dos Españas de las que hablara Machado. Pero Ferrer haría ese particular canto del cisne, precursor de los cambios irreversibles, pero de esos cambios que no traen en su definición nada bueno –como ya he recordado hace poco que decía Simón Bolívar, también en su epitafio, que “servir a la revolución es como arar en el mar”.
Pero el grito postrero de Ferrer abrirá la ruptura entre las dos Españas, que se manifiesta en el “¡Maura no!” que pronunciaba por ejemplo Pablo Iglesias –que hace precisamente 100 años amenazaba a Maura con el atentado personal en el caso de que este asumiera nuevamente la presidencia del Gobierno, amenaza que intentaría concretarse en sendos atentados terrorstas-; o del “¡Maura sí!” de quienes pretendían un futuro de reformas para España que conllevara el “descuaje del caciquismo”, la apertura de nuestro país a una democracia integradora y en orden.

viernes, 16 de julio de 2010

Guinea Ecuatorial a revisión

El apoyo a ultranza del Gobierno de Zapatero a la dictadura de Obiang se ha convertido en un penoso ejercicio de sadomasoquismo injustificable tanto desde el punto de vista de la solidaridad pura y dura como de las políticas realistas con las que se defienden el acoso a los derechos elementales y la libertad en Venezuela o Marruecos en nombre de unos supuestos intereses nacionales o económicos.
Resulta de lo más misterioso e inquietante el resorte que empuja al ministro Moratinos a una política de complicidad sin fisuras con uno de los tiranos más corruptos e impresentables de la escena internacional. Otros, incluyendo al presidente Lula, también se olvidan de su compromiso con el progresismo y visitan a Obiang pero, a cambio de sus parabienes, obtienen jugosas concesiones de petróleo y gas, contratos de grandes obras o acuerdos para suministrar corbetas con los que aliviar el tsunami financiero. En el caso de España, en cambio, ni siquiera la lógica del beneficio egoísta puede justificar la vergonzosa responsabilidad que conlleva una política que da continuos espaldarazos a un régimen que encabeza los listados de grandes violadores de los derechos humanos y da la espalda a un pueblo que pide libertad y al que nos unen estrechas relaciones históricas y culturales.
El que Guinea se haya convertido en el Kuwait de África no aclara el misterio ya que ni Cepsa ni Repsol parecen haber logrado ningún resultado precisamente en la única ex colonia que ha tenido España en el África subsahariana. Parece que ni siquiera los amigos del PSOE están a salvo de la compulsiva aversión que el dictador Obiang parece alimentar por todo lo que tenga que ver con España.
Esta actitud enfermiza no sólo se traduce en cerrar el paso a toda actividad que tenga un tufillo a avanzadilla de empresas españolas sino también en acabar con los restos del naufragio de una presencia a la que Obiang, sin embargo, para desgracia de su pueblo y vergüenza de los españoles, se lo debe todo. Las amenazas con las que su gobierno acaba de arremeter contra las actividad de Iberia, (la única compañía aérea que durante años, comunicó el país con el resto del mundo a costa del bolsillo del contribuyente cuando no era una ruta precisamente de éxito comercial), no es más que un botón de muestra de esta relación digna, en la más optimista de las hipótesis, del diván de un psiquiátrico. Una relación enfermiza no sólo por parte del dictador que acusa a la compañía española de discriminar a sus ciudadanos, sino también de la contraparte española que parece responder a estas humillaciones con la sumisión y nuevos intentos por agradar propia del síndrome de la víctima de malos tratos con su agresor.
El Gobierno de Moratinos ha hecho lo indecible e, incluso, lo indebido por agradar a Obiang, desde apoyar su absurda pretensión de hacer un lavado de imagen con la creación de un premio “científico” en la UNESCO que lleve su nombre, hasta hostigar a la oposición exiliada en España para recortar su ya de por sí escasa capacidad de maniobra. España se ha convertido así en nota discordante frente a las iniciativas de EEUU y Francia de rechazo abierto y público al premio de la UNESCO, en una dinámica que sólo conduce a que España sea identificada en la escena internacional como un país débil, sin más capacidad de acción que la de callar para que no se note que es ninguneado hasta por los más indeseables y en áreas donde debería llevar la voz cantante.
A cambio, el Gobierno de Zapatero ha cosechado el apretón de tuercas público a Iberia o las declaraciones con las que, en francés (por supuesto), Obiang ha vuelto a airear a los cuatro vientos que cualquier país del mundo, incluida la lejana y recién llegada a Malabo Corea del Sur, es una opción estratégica para Guinea, excepto España.
El ridículo mundial español crece a medida que Obiang se desvive por hacerse con un hueco en las cumbres del África francófona de Sarkozy, sin importarle las críticas francesas o los vetos a su presencia para que no desluzca actos oficiales con su siniestra reputación e imán para la mala prensa. No le dejaron ir al desfile del 14 de julio con los representantes de la “grandeur” africana como él deseaba, pero no ha acusado a Sarkozy de "chulería" ni de "neocolonialismo". Parece que la diplomacia de Zapatero no es capaz de asignar a España otro papel con Guinea que el de receptora de las bofetadas que el dictador no da a quienes no tienen tantas contemplaciones
Mientras, el opositor Severo Moto sigue sin pasaporte y pendiente de causa judicial, el Gobierno despliega todas sus influencias para frustrar las investigaciones judiciales sobre las cuentas de blanqueo de dinero de Obiang en España. En el colmo de esta inexplicable actitud de genuflexión incondicional, el Gobierno de Zapatero, en lugar de responder a las peticiones de auxilio del pueblo guineano, ha optado por nuevos regalos al dictador como es la escandalosa decisión de contribuir a la financiación de su burocracia.
Una cleptocracia que está dispuesta a dilapidar 3 millones de euros para “comprar” un premio a la UNESCO y que ha sido objeto de nuevas denuncias por el desvío a EEUU de 75 millones de dólares de las arcas públicas, no necesita que le vengan a subvencionar los funcionarios. Luego, ¿cuál es el poder que despliega el obianguismo para encandilar a Moratinos y Zapatero?
Los españoles necesitamos hacer luz en este enigma. No sólo porque, como en el caso de Cuba o el Sáhara, esta política no es moralmente aceptable, sino porque necesitamos aclarar si la política pro-Obiang no es la punta del iceberg de un grave e incapacitante trastorno mental de los que nos gobiernan.

miércoles, 14 de julio de 2010

Cárcel o exilio

Las recientes excarcelaciones de presos de conciencia cubanos ha despertado una verdadera polvareda en la opinión pública, tanto la española como la cubana.
Se han pronunciado palabras de importancia significativa como “punto de inflexión” que a mi juicio no se corresponden con la realidad del momento que en la actualidad se vive en la isla.
¿Qué significado tiene lo que está ocurriendo en Cuba desde que una delegación de UPyD pudo visitar a los disidentes cubanos que quiso, cuando por vez primera las Damas de Blanco no fueron hostigadas por la consabida manifestación orquestada por el régimen de los Castro? –recordemos que el segundo de los dos hechos acaecía el mismo domingo en que el grupo de UPyD aterrizaba en el aeropuerto José Martí de la Habana.
Pienso que el régimen de los Castro está haciendo la hábil jugada que podríamos denominar como la conversión de la necesidad en virtud. Aunque el primero de los dos conceptos –la necesidad- es cierto y el segundo –la virtud- esté lejos de serlo.
Cuba está atenazada por una crisis económica que tiene tintes pavorosos. Endeudada, desabastecida, incapaz de dotarse de las materias básicas ni de dinero para obtenerlas, el régimen de los Castro no tiene –como advertía Yoanni Sánchez en el curso de nuestra entrevista con ella- nada que ofrecer a los cubanos.
Ya ni siquiera la ayuda “solidaria” del golpista Chávez les sirve de parapeto a ese aluvión de hechos que le proporcionan los inclementes tiempos de hoy.
Les urge romper el cerco: abrir las fronteras de los Estados Unidos al turismo de ese país,modificar la Posición Común de la Unión Europea respecto de la isla.
Pero eso no se consigue cuando, tanto Aministía Internacional como Human Rights Watch afirman que en Cuba existen –hasta antes de las últimas excarcelaciones- unos 200 presos de conciencia, con las Damas de Blanco vituperadas en sus manifestaciones dominicales y con los derechos civiles y políticos de sus ciudadanos permanentemente conculcados. Menos aún con un preso de cnciencia al que se le deja morir y otro con 140 días de huelga de hambre que habría podido fallecer en cualquier momento.
Pero siempre existe algún “tonto útil” capaz de hacerles el trabajo a los sátrapas que dirigen los destinos de Cuba. Le ha faltado poco tiempo al Gobierno español y a su Ministro de Exteriores para salir en ayuda de sus “hermanos en la Revolución” –quizás resulte oportuno recordar que fue precisamente Simón Bolívar quien en su carta-epitafio decía que “quien sirve a la revolución está arando en el mar”.
Moratinos y –en menor medida, claro está- la jerarquía de la iglesia católica cubana- han preparado al alimón con los dirigentes cubanos ese caldo gordo de las excarcelaciones tramposas, porque no son sino unas deportaciones al exilio, que como dice Oswaldo Payá no están teniendo en cuenta la dignidad y el derecho a la libertad de los presos, libertad sin concidiciones, se entiende.
¿Cómo se puede entender de otra forma la manera en que han sido conducidos a España los presos de conciencia. No se les ha permitido ni siquiera un amago de recibimiento por parte de los disidentes cubanos residentes en España y de los demócratas de nuestro país que bien hubiéramos querido encontrarnos presentes. Su destino ha sido un albergue, antesala de su traslado a Málaga, donde su voz de denuncia sonará más amortiguada que por ejemplo en Madrid.
Moratinos se empeña en destacar que han “elegido libremente”. Anoche mismo tenía la oportunidad de escuchar de uno de los protagonistas su versión de los acontecimientos que rodeaban su liberación. El preso de conciencia estaba en la cárcel cuando le avisa un funcionario de prisiones.
- Tiene usted una llamada del cardenal.
El preso –de nombre Lester, una persona sencilla y seguramente tímida- no había tenido la oportunidad de conocer a Su Eminencia.
- ¿Es usted el preso Lester …?
- Sí.
- ¡Está usted dispuesto a ir a España con su familia?
Lester contesta que sí. En el caso de otros presos que se lo piensan o no dicen nada, es el propio cardenal el que llama a sus familiares.
Volviendo al caso Lester. Cuando este contesta que está dispuesto, el cardenal le informa de modo más que lacónico:
- Recibirá usted un aviso de las autoridades cubanas.
Sale de la cárcel y sólo una hora antes de despegar el avión reciben, él y su familia, el visado para abandonar la isla. Ningún papel del gobierno cubano acredita su condición: ¿Es que se ha escapado de la cárcel?
Su “status” jurídico en España será el de inmigrante, no el de refugiado politico. Les darán papeles pero la ayuda social que puedan recibir se les ofrecerá por las Comunidades Autónomas, el gobierno central carece de competencias en esta materia. ¡Un nuevo olé por el Estado de las Autonomías! Serán llevados –estegrupo- a Málaga, donde evidentemente harán menos ruido que, por ejemplo, en Madrid.
¿Se puede hablar de libertad de elección? Sì, en el caso de que los términos de la ecuación sean la deportación o la cárcel, lo horrible o lo menos malo.
No han cambiado las leyes en Cuba. Si estos luchadores por la libertad volvieran a ejercer sus derechos democráticos que conculcan sistemáticamente los Castro, podrían volver a la cárcel. Ayer mismo se apaleaba y detenía a un miembro del Movimiento Cristiano de Liberación. Está claro, y lo decía Oswaldo Payá, el cambio sólo lo ve Moratinos, ni los ciudadanos cubanos ni las autoridades de la isla lo advierten.
¿Hay que cambiar la Posición Común de la Unión Europea ante estos hechos? Parece claro que en mi opinión no debería hacerse tal cosa. Los gobiernos europeos han de actuar con cautela y advertir los numerosos puntos oscuros o simplemente engañosos que están instalados en la trama de estas excarcelaciones.
Si el régimen cubano pretende el cambio, en sus manos está. Pero para ello debe modificar las leyes que llevaron a estos hombres a la cárcel poe el sólo delito de pensar y expresar su opinión. Entonces habrá llegado el momento de abrir nuestras ayudas a un país que lo necesita.
Mi convicción íntima es que el cambio se abrirá paso en Cuba de una maera irreversible. Es evidente que el régimen de los Castro está actuando desde la inteligencia, aunque sea esta torticera. Pero estas actuaciones ponen en evidencia su debilidad y fragilidad. Juegan contra el tiempo, pero el tiempo ya hace mucho que juega en su contra.

martes, 13 de julio de 2010

Intercambio de solsticios (66)

El presidente del gobierno municipal se batía en retirada dispuesto a concentrarse en otras tareas hasta que diera comienzo la reunión. Una reunión que sin embargo había convocado él mismo para dentro de… ¡unos escasos cinco minutos! Y era que… tenía la inveterada costumbre de llegar tarde a todo tipo de eventos, incluidos los que habían sido convocados por su propia persona.
Así que Jorge Brassens se quedaba solo en aquel recinto. Una sala de reuniones en la que la mesa la constituía un tablero de enormes proporciones que se veía soportado por dos caballetes. La superficie, rugosa y áspera, exigía de alguna superficie intermedia entre el papel que y la madera, pero el delegado de exteriores de la Junta disponía de innumerables cuadernos y adminículos para la toma de notas, procedentes de sus etapas anteriores como responsable político y colaborador de organizaciones diversas a lo largo de una vida intensa en estos aspectos.
Abrió entonces el portafolios y extrajo de él una agenda del año 2010 que usaba ahora como bloc y que abrió por la página correspondiente a los acuerdos de la última reunión.
Se puso las gafitas con aumento de dos dioptrías que usaba para leer todo tipo de papeles cuando escuchaba el ruido de la puerta y la discreta entrada de un ciudadano de aspecto oriental.
Huang-Tchang-Fee –más conocido por “Juanito” entre sus compañeros y amigos- saludó de manera cortés a Jorge Brassens inclinando la cabeza. Y antes de sentarse dijo:
- ¿Qué tal van tus cosas?
Juanito era un individuo menudo y afable. Patricia que su raza o su familia o ambas cosas a la vez, le habían otorgado el beneficio de la eterna juventud. Porque el chino en cuestión disponía de unos rasgos adolescentes, una agilidad de felino y una delgadez que hubiera resultado de una elegancia extrema si no hubiera sido por su también extremadamente reducida estatura. En su condición de responsable de comercio interior y exterior de la entidad local, Huang vestía con innegable corrección un traje de alpaca fabricado a la medida, una camisa de discretos tonos azules y unos mocasines “Church” que se vendían a 500 euros antes de que la crisis hiciera su aparición. Era evidente que Juanito lo había obtenido todo en el mercado negro y prácticamente regalado, cambio de los favores que él considerada adecuados al importe de lo que se le concedía: nada había que no tuviera un precio en aquella sociedad de subsistencia.
- Mis cosas bien –respondía Brassens-. Pero ayer Vic y yo estuvimos a tiempo de tener un buen disgusto.
Huang detuvo su presurosa marcha hacia el asiento contiguo al de Brassens. Se quedó quieto y rígido como una estatua antes de inquirir:
- ¿Qué te ha pasado?
- Nada. Que decidimos darnos una vuelta por el pantano y a la vuelta a Chamartín nos persiguieron unos sujetos.
- ¡Ah, bueno! Sólo ha sido un susto –declaró el asiático con la naturalidad del que ya no se sorprende por nada-. ‘si tú ‘supielas’ –agregaba entonces-. ‘Cleo’ que el ‘vice-lesponsable’ de economía ha ‘muelto’ esta ‘madlugada’…
- ¿Pedro Montañés? –se asombraba Brassens.
- Así se llamaba –continuaba Juanito-. Iba con su ‘mujel’ a una cena a la que les habían invitado unos amigos… y a la salida de la casa no les dio ni tiempo a ‘llegal’ a su coche. Les ‘solplendielon’ unos maleantes, les ‘lobalon’ lo que llevaban encima y les ‘pegalon’ ‘tles tilos’ a cada uno.
“Unos maleantes –pensaría Brassens-. O los mismos componentes del servicio de orden oficial que dejaban de hacer guardia para ponerse la visera de delincuentes comunes”. Pero no estaba bien visto reconocer semejante nivel de degradación de la autoridad entre los consejeros del gobierno, así que el bilbaino de origen prefería callarse.
Los Montañés, precisamente un matrimonio de Bilbao, de esas familias que un día Antón Menchaca describiría como el “Piccolo mondo antico” de esa ciudad. Él, un abogado que había desempeñado algún que otro cargo político en la etapa en que el PP gobernaba en España; ella, una mujer lista que se movía como un pez en todas las aguas de todas las épocas que le había tocado en suerte vivir. Les había perdido esa segunda piel que Isabel tenía por la vida social. No eran buenos tiempos para esa clase de música.

jueves, 8 de julio de 2010

Intercambio de solsticios (65)

Total, que estaba comentándolo a mi madre. Las dos veníamos del río andando. Cuando llegamos a casa, voy a cambiarme a la habitación (…) a la cocina. Los dormitorios son dos casas distintas. La cocina es aparte, los dormitorios y el comedor son pieza aparte. Pero, lo que es la cárcel (?) de Palaba (?) que es donde se reúnen los hombres para tratar sus temas, pues también es otra cosa. Bueno, total, entro en la habitación, o sea, abro la puerta de la habitación, y lo que yo vi, al querer entrar en la habitación, pues no puedo describirlo con palabras. Simplemente puedo dibujar los colores. Coger un poquito lo que yo había visto, porque tampoco, es que como era un poco oscuro, porque las seis ahí son un poco oscuras, o sea, las seis es ya hora un poquito oscura, ya no se ve tan bien, tan bien. Pues pasó eso, que, lo que yo vi ahí, solamente puedo explicarlo a alguien que sabe dibujar, o alguien que me haga dibujarlo, con palabras, desde luego, no puedo explicarlo.
Grito: “¡Mamá, mamá! ¿Qué es esto, mamá, qué es esto?” Preguntándole yo a mi madre. Y luego, a querer salir corriendo para la cocina. Y mi madre, que quería venir a ver lo que yo tenía, al querer salir corriendo se tropezó con la puerta y cayó, y yo, al querer salir, se me inmovilizó toda la parte de abajo, y una de las piernas se me arrodilló, y esa rodilla se hinchó hasta cinco quilos.
Me dolió muchísimo. Mi madre me dice: “Levántate y ven, deprisa”. Y digo: “Pero mamá, no puedo. Bueno, ahora voy”. Cuando llegó y vio que estaba hinchadísima, en segundos, estaba tan hinchada la rodilla, se rompió a llorar. Y gritando: “¡Que alguien nos ayude, que alguien nos ayude!” Y mi padre que bien, que es el único que estaba: “¿Qué pasa ahí, qué pasa?” Dice mi madre: “¡Que alguien nos ayude!” Dice: “¿Qué pasa?” “¿No ves a la niña? Mírala, mírala”. Y miró así, y él, en vez de lamentarlo, dijo a mi madre: “Llévala a la curandera Pilar que está aquí muy cerca”. Y, claro, qué pasa, que esa curandera era de la familia de la mujer que mi padre acababa de casarse con ella (?) Y le había dicho a esa curandera: “Si viene mi mujer aquí con mi hija, pues no le curas. Y si le curas ya verás que te meteré en la cárcel”. Y dice: “Pues si puedes matarla, mejor que mejor, y si no no la cures”. Fui ahí, y cuando mi hermana, la que estaba ahí curándose, me vio entrar, dijo: “(…) acabo de dejarte ahora mismo buena, y ¿qué te pasa, qué te pasa?” Y, llorando, todo el mundo, llorando.

miércoles, 7 de julio de 2010

Carta dirigida al preso político cubano Héctor Maseda, el 6 de julio de 2010

Querido Héctor,

Me permito dirigirme así –en el afecto y en el tuteo- porque tuve la oportunidad de encontrarme con tu mujer y con sus compañeras, las Damas de Blanco, en tu casa verdadera, no en esa jaula de barrotes en la que te tienen encerrado.
Fue una delegación de un partido español joven, Unión, Progreso t Democracia, a visitar a los disidentes cubanos, a todos los que nuestra apretada agenda nos permitía. Quizás sepas que cuando te escribo esta carta el máximo representante de la política exterior española, el Ministro Moratinos, se encuentra en la isla. Ha asegurado a su salida de España qur va allí a garantizar la liberación de los presos políticos. Tengo mis dudas. Son demasiados los compadreos que esta España de Zapatero ha tenido con la Cuba de los Castro como para que resulte creíble. Lo que sí tengo claro, porque el mismo Moratinos lo ha dicho, es que no va a ver a Fariñas, no va a verte a ti, a ningún otro preso cubano, a ninguno de los disidentes que viven su vida marcados por el signo de los déspotas, controlados, en vigilancia permanente.
No sé si liberarán a los presos, Héctor. No sé muy bien si esta carta la podrás leer pronto en libertad. Aunque la libertad ya sé que es algo relativo en tu país. Los Castro transformaron esa bella isla en un inmenso presidio en el que unos creen que viven en libertad y otros sabéis que estáis más presos que los demás.
Algo de eso recordaba tu mujer en un diario esta mañana. Decía que ella seguirá luchando con sus compañeras hasta que el último preso salga de la cárcel en que se encuentre encerrado. Porque tú y yo lo sabemos, Héctor: la libertad es indivisible. No existe si alguien está detenido sólo por pensar. Pero tampoco existe si no podemos elegir a nuestros representantes, opinar en los periódicos, disponer de acceso a Internet…
Por eso, Héctor, en esta tarde de Madrid, en que el fuego cae sobre las calles, recuerdo a Laura y a sus amigas en esa casa, tu casa, con los automóviles de los ’50 haciendo rugir sus vetustos motores en una calle en que la temperatura ya anunciaba un largo y cálido verano. Y te digo que es muy importante lo que estás haciendo, lo que está haciendo Laura, lo que estáis haciendo todos vosotros…
Y que, desde la distancia en la geografía, pero la cercanía en el afecto, estamos, estoy, contigo.
Por todo eso, permite que te envíe un abrazo muy afectuoso,

Fernando Maura

lunes, 5 de julio de 2010

Conferencia pronunciada en la Universidad de Málaga, el 24 de junio de 2010, sobre principios de política internacional

Resulta evidente que referirse a la política internacional constituye asunto de enorme dificultad: es tal el nivel de heterogeneidad y de multiplicidad de los problemas que se producen en la escena mundial que muchas veces podemos tender a creer que se acercarían al infinito.

La disección de los problemas internacionales tampoco es fácil. Antes del advenimiento del siglo XXI, que algunos pensadores han situado en la caída del muro de Berlín, especialmente en su dimensión internacional, tampoco resulta sencilla en estos tiempos. Hemos pasado del mundo bipolar del único conflicto Este-Oeste, a un planeta multipolar en el que los conflictos se elevan a la máxima de las potencias posibles en las pantallas de televisión y en las páginas de los periódicos. Y habrá que decir que muchos de esos conflictos se nos escapan las más de las veces. Hace falta alguna circunstancia especial para que aparezca a la luz del día. Puede ser la muerte de personas, una huelga de hambre –como la de Aminatou Haidar- la que nos recuerde un conflicto no resuelto, un proceso de descolonización inacabado como el del Sahara.

Por eso me ha parecido más conveniente abordar más los principios de nuestra política internacional que los diferentes conflictos que se plantean en todo o una parte deñ mundo. Algo que se pueda definir como una especie de “prueba del algodón” o de regla general de obligado cumplimiento para valorar nuestras actuaciones en la materia. Podríamos decir que, cumplidas las condiciones que planteamos, nuestra política en la materia sería acertada y que, incumplidas las mismas, no resultaría defendible.

Es verdad, y lo admito desde el principio, que la realidad es bastante más compleja y que no se contiene muchas veces en dos o tres criterios, pero también lo es que sin criterios previos no se puede hacer otra cosa sino practicar la improvisación permanente, que es, por cierto, lo que siempre hace el Gobierno de España en lo que se refiere a la política internacional y a las otras.

Doy por leída la resolución de nuestro Congreso. Creo que está clara, pero creo también que se pueden decir más cosas.

Lo primero es la ley. Y eso constituye elemento fundamental de nuestra cultura democrática occidental. Es cierto que en España nuestra idea de la sujeción a la ley resulta… yo diría que sólo aproximada: la norma es para muchas personas –demasiadas, por desgracia- una referencia. Nos sirve como fuente de legitimación de nuestros intereses cuando nos conviene y como elemento a sortear con ayuda de otras normas o de la mera picaresca cuando nos perjudica. En España no existe, por ejemplo, una sanción social al evasor de impuestos, pero sí una gran exigencia al Estado a que cumpla con sus compromisos.

Y cuando llevamos al ámbito internacional esta cuestión, la idea del cumplimiento de lo que se llamaba el “derecho de gentes” –el Derecho Internacional- aparece siempre como una referencia y no como una condición. España puede haber desoído durante 34 años las resoluciones de la ONU que pedían un referendum de autodeterminación para el Sahara Occidental, en una acción política infame, soportada de modo más o menos intenso, pero por todos los partidos que han gobernado en España.

Un partido que como defiende UPyD, pretende que el cumplimiento de la ley sea una realidad y no un desiderátum, debe aspirar en sus política internacional que se cumpla la Carta de las Naciones Unidas y las diversas resoluciones de la ONU.

Es evidente que la ONU es un cuerpo politico anquilosado, ideado para navegar entre las naciones en un mundo presidido por la realidad de los dos bloques, la realidad del enfrentamiento bipolar entre los Estados Unidos y la antigua Unión Soviética. Un conflicto al que se sumaban, de una u otra manera, los países restantes.

Pero sin que esto deje de ser cierto, la única fuente de normativa internacional aplicable a todos los países lo son sus resoluciones.

La propia debilidad de la ONU, que carece de la fuerza para hacer cumplir sus decisiones, más allá de la que le prestan los propios países miembros, impide una y otra vez que ni siquiera se atisbe en ella un principio de gobierno mundial.

Nuestra resolución congresual se refiere al cumplimiento por España de los Tratados que firma con otros países, que es como se sabe, fuente de derecho también para nosotros y los países co-signatarios de los mismos.

En un término paralelo al anterior y no por ello –de ninguna manera- menos importante- está nuestro compromiso por los derechos humanos y las libertades democráticas. No podía resultar de otra manera en un partido que se proclama en España, no sólo defensor de la democracia sino de su regeneración.

A nivel internacional eso significa que no podemos obviar con la ligereza que acostumbramos la existencia de regímenes dictatoriales o para-dictatoriales, basadas en razones harto discutibles, como puedan serlo una determinada cultura política de la estética de la izquierda o la pretendida defensa de los intereses españoles. Como si la estética y los intereses de España tuvieran que aliarse con los dictadores.

Especialmente resulta grave este hecho en la acción internacional que desarrolla España en países en que por razones históricas, de lengua y de organizaciones internacionales que nos vinculan, nuestro país conserva importantes niveles de influencia.

Casos paradigmáticos en este sentido lo son Cuba y Venezuela. Esa Venecuba que saludaba el comandante Fidel Castro en una de las recientes visitas que el militarote golpista Chavez le hacía en su larga convalecencia.

Cuba ha sido el escenario de los errores de la izquierda y de la derecha españolas, que han sucumbido a los “encantos” prodigados por el dictador cubano. Unos elogios desmedidos del Ministro de Comercio de Franco, Nemesio Fernández-Cuesta después de una visita oficial a la isla, le valieron la recepción de la consiguiente carta entregada por el motorista con la que el dictador español liquidaba la relación política con uno de sus ministros. Pero también Manuel Fraga recibía los elogios de Castro sin sonrojo alguno.

¿Pero qué se puede decir de la izquierda española, de Moratinos y Zapatero y de los que los precedieron? El intento español en la reciente presidencia europea de modificar la llamada “posición común” constituye buena prueba de lo que afirmo. Es verdad que el buen sentido de los países europeos –especialmente de los nórdicos- ha supuesto un firme dique a esa propuesta, que ha quedado reducida a un exiguo plazo de tres meses –dos de ellos julio y agosto- para demostrar a los socios comunitarios que Cuba avanza hacia la democracia.

Es importante subrayar también –y de eso puedo además dar fe- que la acción exterior española en este terreno resulta sin ambages inadmisible. En nuestra reciente visita a la isla de Cuba, en uno de los encuentros que realizamos –en la casa del líder en la defensa de los derechos humanos, Elizardo Sanchez- pudimos observar que encima de la mesa de su despacho había una fotocopia de un ejemplar de un diario español. Preguntado por el medio que le había permitido el acceso a una fuente informartiva que no se distribuye en la isla, Sanchez nos contestó que se la hacían llegar… ¡de la embajada de Noruega!

Y siguiendo con el mismo ejemplo, no hubo un solo disidente cubano que nos dijera que la embajada española en La Habana tuviera algún contacto con ellos.

El caso de Venezuela decía que era otro de los paradigmas de la política exterior española. Basado en este supuesto en los pretendidos “intereses de España”.

Venezuela es un país que discurre de forma más que evidente de una situación democrática a una dictadura. En este caso, la transición no lo es hacia las libertades públicas y privadas sino hacia su conculcación.

Y es cierto que España cuenta con intereses económicos de las empresas españolas radicadas en ese país, pero quiero señalar muy especialmente que no existe interés que pueda sobre la defensa de la democracia y las libertades. Que además, una política firme de denuncia de las agresiones de los liberticidas fortalece al país que las formula y que, al revés, una política dubitativa en este terreno debilita a quien la practica.

Y como unas cosas se anudan con otras, no es menos cierto que España, cuya industria armamentística es muy importante –somos el 6º país exportador de armamentos en todo el mundo- vende numeroso material antidisturbios a Venezuela. Y nos podemos formular una pregunta respecto de la cual la respuesta es muy sencilla: ¿tiene alguien alguna duda de que ese material se está empleando en la conculcación de los derechos individuales en ese país?

O los 40,000.000 de euros que España vende al Reino de Marruecos. Muchas de esas armas, sin duda alguna, estarán empleándose en ese nuevo muro de la vergüenza que divide el Sahara ocupado del liberado.

En resumen, no entiendo que los intereses de España se defienden mejor mirando hacia otro lado cuando se produce la violación de los derechos humanos.

Algo parecido ocurre con la actual política exterior española referida al por muchos años inconcluso asunto del Sahara. De una posición relativamente neutral en cuanto al conflicto se ha pasado a otra de apoyo evidente a los intereses del Reino de Marruecos.

Ni siquiera entiendo que pueda resultar aceptable la posición neutral en un conflicto en el que las propias resoluciones de la ONU nos mandaban -como potencia administradora- concluir el proceso de descolonización del Sahara con un referendum de autodeterminación que contuviera la posibilidad de la independencia del antiguo territorio español. (Recordemos que esa y no otra es la posición que defiende el Frente Polisario, con el que nos une un acuerdo que firmaba Rosa Díez en los campamentos de Tinduf hace apenas tres meses). Mucho menos podemos aceptar una política volcada en la defensa de los intereses de Marruecos, basada en extraños y confusos intereses en los que más parece aletear la sombra de la corrupción que otra cosa.

Porque, si bien Marruecos ha vendido muy bien hasta el momento presente, su condición de baluarte del terrorismo islámico respecto del continente europeo en general, y de su vecina España en particular, nadie sabe muy bien si ese discurso no esconde en realidad una especie de chantaje permanente a las autoridades españolas para que sus políticas respecto del Reino alauita no sólo sean razonables sino conniventes con este.

Marruecos además se comporta respecto de España como los nacionalismos periféricos de España se comportan respecto de la nación española: gradúan sus peticiones, pero siempre pedirán más. La agenda marroquí empieza por la solución definitiva del “dossier” relativo al Sahara occidental, pero continúa con Ceuta y Melilla –recientemente lo han vuelto a proclamar-, y sigue con Canarias… y sueñan, como decía el Rey Faisal que interpretaba Sir Alec Guinnes en la inolvidable “Lawrence de Arabia” “con los jardines de Al Andalus.

Marruecos, ni siquiera una democracia exportable, en la que el Rey lo es todo: Jefe del Estado y de Gobierno, máxima autoridad judicial y principal cabeza de la iglesia.

Hacemos salvedad –no podría resultar de otro modo- la defensa de los derechos humanos cuando se trata de ayuda humanitaria. Son en ese caso las personas el eje de nuestra atención. Por lo general, los bloqueos a los regímenes políticos suponen atentados contra las personas que allí viven y tampoco entiendo que ayuden demasiado a la mejora de las condiciones políticas y democráticas de esos países. No me voy a referir, sin embargo, a la cooperación internacional porque si bien existen muchas relaciones entre esta y la acción política exterior, no forman parte del objeto de esta charla.

Por todo lo dicho, y basado en los principios contenidos en nuestra resolución congresual, defendemos desde UPyD que el espacio de la política internacional forme parte de un consenso de Estado entre las principales formaciones políticas españolas, de modo que no resulte susceptible de cambios con las distintas situaciones de alternancia de gobierno. Los países más serios nos demuestran la necesidad de perseverar en la política que un país desarrolla en el exterior. Si el tiempo de la política es breve –una legislatura dura sólo 4 años, aunque un solo día sea demasiado en algunos casos- el tiempo de la diplomacia es más lento aún que el de la política interior. Lo preside la paciencia y se desaconseja siempre la improvisación. Todo lo contrario –como se ve- a lo que el Gobierno español ha venido realizando en los últimos años.

He dejado para el final la cuestión que se refiere a la acción internacional propia de Unión, Progreso y Democracia, la referida a lo que pretendemos construir como organización política en el plano internacional.

Nuestro partido surgía en la escena política española en un terreno en que los diferentes partidos políticos estaban ya atrapados en un sinfín de contradicciones e inmersos en un consenso básico que se definía, pura y simplemente, como el de no cambiar las cosas sustanciales: la Constitución, por ejemplo, la Ley Electoral, los Estatutis de Autonomía, revirtiendo competencias de los mismos al Estado…

La vieja política española se ve incapaz –y cada vez más- de resolver los probleas que nos afectan. Es la economía, pero también es la política lo que nos está dañando de manera principal. Y la solución no pertenece sólo al mundo de la economía, sino muy principalmente al de la política.

Por poner un solo ejemplo: ¿alguien cree que España va a poder cumplir los compromisos de reducir hasta el 3% su deficir público si no es capaz de embridar el colosal gasto de todas sus administraciones públicas? ¿Alguien puede abrigar la más mínima duda de que el Estado de las Autonomías está condenado en el corto o medio plazo a redefinirse, a racionalizarse?

Pero los viejos políticos –no depende de la edad, creánme, sino de sus políticas- no van a ser capaces de hacerlo. Y ese va a ser el drama de España: que va a necesitar de un nuevo equipo, con ideas diferentes y que desarrolle las políticas que la gente ya está declarando a voces en los diferentes foros.

Algo parecido ocurre en otros países. La crisis ha puesto en evidencia la realidad palmaria del cuento que decía que el Rey no tenía un traje más o menos invisible, sino que estaba simplemente desnudo. Partidos que surgen de la fusión entre las viejas ideas políticas liberales y social-demócratas pero que se expresan de modo muy diferente.

Hoy ya no estamos en la sociedad de la lucha de las clases que presidían las democracias liberales del siglo XIX. Hoy las grandes clases medias nos empujan hacia la moderación y el centro político, pero no simpemente como un espacio entre la izquierda y la derecha, porque precisamente izquierda y derecha no representan ya sino viejas posiciones que no dicen apenas nada. Por eso queremos ser el partido de la novedad, del discurso diferente, de las políticas distintas.

Nick Clegg lo dijo en el debate entre tres partidos que presidió la reciente campaña electoral británica. “Hay otra alternativa, no sólo la conservadora”. Hay otra política, no sólo la del PSOE o la del PP, decimos nosotros en España.

Y allí donde a los viejos partidos le surgen partidos nuevos en la competencia electoral, partidos que hacen discursos limpios, democráticos, progresistas… allí está naciendo un nuevo escenario político.

UPyD aspira a la construcción de este nuevo escenario formado por partidos europeos, como el Liberal-Demócrata de Clegg, alguno de Italia o de Bélgica… y de otros latinoamericanos.

Nos comprometemos por lo tanto a la creación, también a nivel internacional, de un tercer espacio político.

Se trata de una propuesta de amplio alcance y de desarrollo lento. Como lo son, por otra parte nuestras propuestas en el ámbito interno. Y de la misma manera en que no parece fácil modifcar la Constitución con apenas dos años de existencia, tampoco nos resultará fácil construir este tercer espacio. Pero lo cierto es que, cuando un diagnóstico es correcto, la velocidad de su realización se acrecienta notablemente.

El Grupo Internacinal de UpyD, en el que Francisco Pineda colabora intensamente, está preparñandose para acometer este gran reto, asi como los restantes, definidos en nuestra resolución congresual.

Espero no haberles aburrido y me pongo a su disposición para atender a las preguntas que deseen formularme, sobre lo que hemos hablado o sobre España o sobre UpyD. Como quieran.

jueves, 1 de julio de 2010

¿Un intruso en el Congreso?

Podía sin duda haber titulado este “post” como “de las formas y del contenido”, porque no estoy muy seguro de cuál ha sido la causa del jaleo que se ha producido.
Ya me refería en mi comentario anterior a algún gesto de desaprobación ante mis palabras en la presentación de la proposición de ley sobre las víctimas. De vuelta a mi trabajo, ese mismo día, a la sede de Cedaceros me encontraba con algún artículo en la prensa digital que ya ha quedado debidamente registrado. Horas después, compartía mesa y mantel con un periodista amigo, al que le refería la anécdota de mi “bautismo de fuego” en el Congreso de los Diputados. Y sólo muy poco después este me advertía de otro artículo que publicaba el digital del diario El Mundo, sobre mi supuesto intrusismo.
Diré que el término “intruso” resulta enormemente evocador para mí. Una novela del escritor valenciano Blasco Ibañez llevaba por título esa expresión. El texto literario se refería a la figura de un confesor espiritual –jesuita por más señas- que, amparado por su condición de protagonista de almas y vidas, penetraba en aquellas y estas para determinar la el comportamiento de sus penitentes seguidores.
No me compadecía yo –quiero imaginar- con esa figura de larga y bien planchada sotana, aspecto enteco y mirada aviesa que describe el autor republicano. No me imagino ofreciendo consejos que son órdenes, órdenes que van desde las oficinas mercantiles hasta las altas o las bajas camas. No creo que soy el intruso de Blasco Ibañez.
Pero tampoco pienso que pueda ser un intruso en el Congreso. Hecho nuestro sistema democrático de formas y contenidos, es evidente que la forma debe ser respetada, pero no hay creo nada que prohiba el acceso de un ciudadano al Palacio que es lugar depositario de la soberanía popular. Tampoco que no pueda participar en un acto de partidos, cuando ostento además la representación específica de UPyD para la ocasión.
Hasta aquí –sigo creyendo- está la cuestión pacífica. Pero subsiste la pregunta: ¿Podía hablar como efectivamente lo hice? En mi comentario de ayer ya he relatado cómo sucedieron los hechos. Si el diputado navarro, Sr. Salvador, no hubiera dicho eso de “nosotros también queremos decir algo”, es seguro que el acto se habría suspendido, que yo hubiera salido del Palacio del Congreso y que nadie se habría enfadado. Pero al aceptar todos los portavoces de los grupos –los principales, además- que faltaban dos personas en manifestar su opinión, y como quiera que UPyD tiene más votos que UPN, era yo el que tomaría la palabra en primer lugar.
Me dieron la palabra y la tomé. Y no hubo más historia.
Otra cosa es que les gustara que me saliera del guión. Que les dijera que no basta con la habitual prédica parlamentaria de las buenas palabras y de lo políticamente correcto, que es necesario además tener el coraje cívico de decir y actuar en contra de quienes han conseguido que tengamos que hablar de las víctimas. Porque no existen estas si no hay verdugos, y no se defiende a las víctimas si no se combate de forma cerrada a sus asesinos.
Eso fue lo que dije. Y se sorprendieron. Luego pretendieron matar al mensajero descalificando la forma en que se produjo la intervención. Es bastante probable que si mis palabras se hubieran situado dentro del guión general no se habría montado este lío. Pero este es el país y estos los políticos que tenemos.
Entre tanto, víctimas y opositores políticos a la negociación ya van siendo silenciados o agregados al torpe propósito de la salida negociada. Lo dije ese lunes en el Congreso –intruso o no-: “Estaremos vigilantes”.