lunes, 20 de febrero de 2012

Intercambio de solsticios (325)

- Según decía Eugenia –prosiguió equis- ella se ocupaba de las visitas a los médicos, sus recetas, la compra de la casa…
- ¿Lo decía para justificar que ella no iba a poner un euro en la cesta común? –preguntó Jorge Brassens.
Equis lo observó con gravedad. Resultaba evidente que no le gustaban las interrupciones.
- Decía Eugenia que ella se ocupaba del control de las diarias incidencias y de las necesidades de su madre y de la casa.
- Vamos, ¡que a lo mejor había que pagarla un sueldo por su entrega!
Equis seguía en silencio, pero ahora no demostraba una contrariedad ante las manifestaciones de su amigo. Continuó:
- también apuntaba Eugenia que, ante las manifestaciones de su hermano Raúl, debía decir que su común hermano Leonardo aún ocupaba un cuarto y un armario en la casa materna…
- Hilaba fino.
- En efecto. Y se preguntaba que cuánto pensaba poner Leonardo por el uso de ese espacio.
- La estaba liando –comentó Brassens.
- La cosa estaba bastante liada, desde luego. Eugenia decía sentirse dolida ante los comentarios que se habían producido, que le daba la sensación de que no se valoraba lo suficiente su trabajo, ya fuera en horario laboral o no laboral.
- ¿Debía restar ella tiempo de su trabajo a esas tareas? –preguntó Brassens.
- No sé si lo planteas con ingenuidad o como ironía –contestó equis-. Lo cierto es que su dedicación laboral hacía tiempo que era más que reducida y que a eso se debía su traslado a la casa materna.
- Ya.
- Pero el correo continuaba. Lo hacía dirigiendo las invectivas hacia Leonardo. Decía que su propuesto respecto de ahorrar el sueldo de la cuidadora nocturna, es decir “dormir”, entrecomillando esa palabra, alerta; pendiente de si su madre se levanta, y hacerlo todas las noches, no era compatible con una vida normal de trabajo diurna. A eso –dijo equis modificando por un momento la continuidad de su explicación- debo añadir que, meses después, la señora viuda deJiménez se caería cuando se dirigía al cuarto de baño, lo cual obligó a sus hijos a ingresarla.
- ¿Quieres decir que no la atendía demasiado?
- A la vista está –contestó equis-. Y terminaba Eugenia diciendo que, en resumen, ella renunciaba a muchos aspectos de su vida personal, dedicaba horas de su calendario laboral a las necesidades de su madre y de la casa… lo cual afectaba a sus ingresos. Y que llevaba un año y tres meses haciédolo.
- Su resumen es que era una víctima de la sitiación –dijo Brasssens.
- Más o menos. Y te diré que ese correo se lo había escrito, o que lo había escrito gracias a la colaboración de su hermano Gonzalo.

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