jueves, 5 de julio de 2012

Intercambio de solsticios (395)

- Bien. ¿Y qué es lo que quieres? -preguntó el jefe de la policía de Chamartín. - Aquí el que pregunta soy yo - repuso Bachat-. No sé si te has dado cuenta de tu situación... - El que parece que no se ha dado mucha cuenta eres tú. Estas en un territorio enemigo y en cualquier momento te podemos volver a detener -dijo Sotomenor. Podía tratarse de un farol de aquel bilbaíno que seguramente jugaba sus partidas de mus mientras trasegaba sus correspondientes gin-tonics. ¿Pero quién sabia? - Nos vamos de aquí -anunció Bachat-. ¿Dónde tienes el coche? Una sonrisa malévola fue la primera contestación de Sotomenor. - ¿Mi coche? No está aquí. - No me hagas perder ña paciencia. Nos vamos de aquí y en rú coche. ¿Dónde lo tienes? - Te he dicho que no lo tengo aquí. El amplio organismo de Cristino Romerales se introdujo en el asiento posterior al del conductor del todo terreno. - No tenemos mucho tiempo para salutaciónes -observó directo el responsable de interior de Chamartín-. Hay en marcha una operación para tomar la sede del Consejo de Chamberí. - Los chicos de Sotomenor -avanzó Brassens. - Los mismos - aseveró Romerales-. Nosotros hemos planteado una estrategia de defensa que dirige el coronel Corted. Pero, en vista de que podían resultar daños colaterales, he salido en vuestra busca. - ¡Ahora nos llaman colaterales! -exclamó Vic. - Así es como ha dicho Corted -dijo Romerales con una sonrisa-. Ya sabes, es una forma militar de referirse a las cosas. - Pues no sé si estoy muy de acuerdo con esa forma de expresarse -manifestó ella. - Bueno. ¿Por dónde hay que ir? - preguntó Francisco de Vicente, a quien no le gustaba dejar parado su vehículo en medio de la Castellana unen unas circunstancias pre bélicas. - Por la puerta del garaje. Yo les aviso. - El soniquete del teléfono móvil de Sotomenor empezó a parpadear. - ¿Qué tengo que hacer? - Contesta. Pero no digas que estoy aquí -le ordenó el saharaui-. Y...antes, pon el teléfono en abierto, para que pueda oír la conversación. Sotomenor hizo un vago gesto con la cabeza y pulsó la tecla de respuesta. - ¿Qué pasa? - pregunto. - Que la operación está abortada, jefe. - ¿Y eso? - Es que nos hemos encontrado con un imprevisto a la altura de la embajada de Estados Unidos nos ha sorprendido una barricada y nos han atizado una buena andanada de disparos. - ¿Habéis tenido bajas? - Su coche no, jefe... - Te estaba preguntando por bajas humanas -dijo Sotomenor, la expresión contrariada. - Los del Lada. Aunque el que iba detrás parece que ya iba fino. - ¿Qué le pasaba? - Según decía su compañero, vomitaba sangre. - Ya - contestó Sotomenor, a la vez que pensaba en la epidemia de peste que desde sanidad estaban pronosticando.

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