Sin embargo son muchos los intereses creados, los que mantienen este estado de cosas, demasiada clase política que ya no está dispuesta a hacerse el “harakiri” como hicieron los procuradores franquistas. Hay una resistencia al cambio en un sistema en el que se abrazan políticos tradicionales, medios de comunicación tradicionales, sector financiero y grandes empresas que dificultará enormemente esa necesaria e inaplazable transformación.
¿Dónde empezó esta segunda semana trágica? –se preguntaba Calduch- Quizás no fueran siete sino un día: quizás fuera el 11M, cuando unas bombas terroristas pudieron con el proceso histórico y pusieron al frente del Gobierno de España a un hombre que tenía la clara voluntad de amigar a España con todos sus demonios. Un hombre que quiso reescribir nuestra historia y renovar el abismo entre las dos Españas, además de gestionar –malgestionar- los recursos que eran de todos.
Algunos creen que esto tiene solución, que vendrá Rajoy y lo arreglará todo. Pero a la vista está que el líder de la oposición no es el hombre que necesita España. Ese “canciller de hierro” de que hablara Joaquín Costa capaz de predicar la austeridad, cerrando la Moncloa y yéndose a vivir al palacete de la Presidencia, eliminado de un plumazo asesores, palafreneros y demás halagadores de chaqueta y corbata para mayor alegría del jefe.
En la oposición no está la respuesta, entre otras cosas porque no representa la alternativa sino la alternancia.
Pero la primera Semana Trágica España estaba sola y era capaz de cometer todos los errores, y los cometió además, corregidos y aumentados. Ortega dijo que ya que España era el problema, Europa era la solución. Quizás nos queda la confianza en que esa Europa pueda conjurar la profecía y que Calduch y todos nosotros nos equivoquemos.
Es una Europa, sin embargo, que no está dispuesta a entregar a nadie ningún tipo de regalo. La crisis descubre lo peor de nosotros mismos. Y lo peor es la insolidaridad y el egoísmo. Pero trae algo positivo sin embargo: que somos nosotros mismos quienes debemos buscar nuestra propia salida.
Europa puede ser, debe ser, el marco de la respuesta. Pero hay un esfuerzo ímprobo por delante que debemos realizar todos los españoles. Y cuantos más seamos capaces de contarlo y de convocarnos a una tarea colosal, pero necesaria e inaplazable.
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1 comentario:
Cuanto las cosas degeneran tan claramente son cada vez más los que lo ven y sólo necesitarán una señal para comenzar a trabajar por el bien de toda la comunidad, de la democracia y de la libertad.
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