miércoles, 26 de mayo de 2010

Encuentros cubanos (11)

La reunión con las “Damas de blanco” era una largamente esperada cita para nosotros. Intentada desde el teléfono y la misma búsqueda de la casa, las coordenadas noeran correctas. Pero insistimos en verlas y esa mañana del mismo día de nuestra salida de la isla tendría por fin lugar. A las 11 y media.
Junto a la transitada calle de vehículos de los años ’50, la calzada destartalada y las aceras inseguras, se encuentra la casa. Nos reciben vestidas de blanco y nos hablan con un discurso aprendido desde sus siete años de lucha, que es ya un lenguaje depurado de la gente que ha vivido siempre diciendo las mismas cosas. El cansancio que produce la represión se dibuja en sus gestos, se hace presente en sus expresiones. Pero hay todavía –y estoy seguro que por mucho tiempo más- la frescura unida a la fuerza que sólo producen las convicciones verdaderas.
Son la evidencia más concreta, por la más íntima, de lo que está pasando en Cuba. Encarnan la realidad de la persecución dominical de todas las semanas de quienes se creen y ejercen de dueños de la isla. Los que las insultan y las provocan, los que artificialmente organizan manifestaciones que se dicen espontáneas para avergonzarles su actitud, que surge de las mismas entrañas de la dignidad.
Este domingo, la misa fue oficiada por el Arzobispo, y este domingo no hubo contra-manifestación de los acólitos del régimen. Alguien puso en relación este hecho con nuestra visita. ¿Quién sabe? Puertas entreabiertas o entrecerradas, la libertad siempre encuentra su hueco para colarse.
Hay una base de práctica religiosa en su forma de protesta. Y le preguntan a Rosa si ella es practicante. “Soy agnóstica”, viene ella a responder. Pero a renglón seguido se refiere a su primo, que es Arzobispo de Pamplona y que reza todos los días por ella. “Sigue así –le dice ella-. Que no me vendrá mal”. En broma le digo después que era tal la simpatía con que nos habían recibido que si Rosa les hubiera dicho que era católica la habrían hecho presidente honoraria de la organización en ese mismo momento.
Ha sido un movimiento improvisado y que se ha ido haciendo a sí mismo. Desde el primer día, la primera manifestación, la audiencia en el Parlamento cubano… Siete años en blanco, proclamando su protesta, pidiendo soluciones.
Nos hablan de las cárceles, de la comida y de las condiciones de vida, de la suciedad y del carácter de los funcionarios de prisiones. En 400 penales las cosas varían mucho de unos a otros. Nos dicen que muchas de las condenas, aún a plazo, lo son en realidad a cadena perpetua, dada la edad de los presos. Pero nos piden algo muy sencillo: que les enviemos cartas. Y buscamos el lema de la campaña: “Tu carta para un preso”. Lo organizaremos a nuestro regreso.
También hay una especie de retorno del “Gran Hermano”, el de Orwell de 1.984, el que vigilaba a los hombres y reescribía el pasado en función de lo ocurrido. Esa policía que requisaba las fotos de la familia, como si pudieran adueñarse del recuerdo de toda una vida. Ladrones de imágenes, la vida se vive también en el tiempo pasado y ellos lo saben y actúan con una crueldad desmedida sobre esos pequeños fragmentos de existencia.
Y esa conversación se desarrolla en medio de una suerte de patio andaluz en el que se ha convertido el recibidor de esa casa, donde las señoras hablan y se extrañan por mi silencio. Pero yo pienso en lo que se da y se recibe en las visitas. Y mi imaginación vuela hacia un hospital de Bilbao en el que visitaba a una niña, pensando quizás en lo que le ofrecía yo en cuanto a compañía y cariño, aunque siempre salía de allí sabiendo que yo mismo había recibido mucho más de lo que le había dado. Esa niña, mi hija, me recuerda ahora a las “Damas de Blanco”, esas señoras con letras gigantescas que te sorprenden cuando te dicen: “No saben lo felices que nos hacen”.
Y sales a la calle contagiado del aire freco que has recibido. Seres libres, ellas y nosotros, a las primeras les falta sólo terminar la construcción de un espacio abierto en su alrededor. Porque están en ello.

1 comentario:

Sake dijo...

La soledad que se puede sentir en la lucha por la libertad y la justicia. Por éso lo importante de visitar y abrazar en muestra de solidaridad y apoyo.