Antonio Salvador ha ido a recoger un CD que le ha pasado Oswaldo Payá y se reúne con nosotros en un “paladar” –restaurante típico cubano-. Nosotros tomamos un taxi y el conductor nos habla de la importancia que tiene que los países cambien de gobernantes, el caudillismo es institución tradicional en Latinoamérica y la gente tiene muy claro que los mandatos tienen que reducirse a dos. Mayka graba la charla y le impresiona lo que se nos dice.
La comida se desarrolla en un ambiente muy grato, en un comedor al aire libre, protegido del calor por una celosía y con el aire movido por la palas de los ventiladores.
Mayka recoge nuestras opiniones en su vídeo. Yo digo que el viaje ha rozado la perfección, que ha ido siempre a más y que hemos dado y recibido, por partes iguales, calor, cariño, solidaridad…
Regresamos al hotel Rosa ha negociado una estancia más larga que nos permita una ducha antes del viaje. Cuando me encuentro en el cuarto de baño me sorprende una llamada. Un coche me espera en la entrada del hotel y no se trata –me advierten- del autobús de la agencia. Digo que tengo previsto desplazarme al aeropuerto por mi cuenta y mi interlocutor no insiste. Intuyo que también en esa llamada puede existir una cierta trampa –o una trampa cierta.
Con nuestros equipajes nos vamos al aeropuerto José Martí. Recogemos nuestras tarjetas de embarque y compramos la visa aeroportuaria. Nos queda el paso final por la policía. Mayka, Antonio y yo superamos sin problemas la garita oficial. Situados ya junto al control de metales esperamos a Rosa, que se retrasa. Mayka quiere llamarla, pero yo le digo que no lo haga. Al poco rato llega nuestra portavoz. También ella ha pasado sin problemas.
Hay una larga espera en el aeropuerto que amenizamos con agua y noticias frescas de la que está cayendo en España. La bolsa cae, la deuda española se coloca con dificultad y el euro sufre turbulencias. Carlos Martínez Gorriarán nos ha sugerido que nos quedemos en Cuba.
Pero la isla va quedando lejos de nosotros en la distancia geográfica, en tanto que nuestros corazones laten ahora con el ritmo del Caribe y sueñan con regresar a la isla cuando nuestros amigos nos puedan invitar a una Cuba libre en la que quepan ya todos los cubanos, sin rejas interiores ni exteriores.
Pero para que llegue ese día es preciso que juguemos un papel. Junto con ellos, los disidentes con nombres propios y los anónimos, y en su apoyo , los españoles demócratas tenemos algo que decir.
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2 comentarios:
Gracias por tú visita pero yo me quedo, gracias por tu solidaridad pero yo me quedo, gracias por denunciar los abusos pero yo me quedo y no sé si mañana estaré también preso y entonces aunque vengais no podré veros.
Bonito relato el que relatas. Como hoja de lata al golpe del palo suena la libertad en Cuba. En una ocasión me dijo un preso ya libertado que la libertad puede estar en las cuatro paredes de una celda.Pero la libertad de un país debe de estar en la soberanía de sus cuidadanos.
Fernando, me recuerdas a los apóstoles con el evangelio y tú; con el manual de la libertad al Rosa. La Rosa de los cuatro vientos, de las cuatro libertades, cada viento tiene su libertad, una vez Fidel Castro fue ese viento de libertad frente al régimen de Batista. Ahora llegan los mismos vientos, pero siempre será la rosa la que marque la posición.
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