domingo, 10 de febrero de 2008

El padre de Montse

Al padre de Montse le operaron hace una semana y ella estaba muy contenta del resultado, se trataba de una delicada intervención. Ingresado aún, a la espera del alta definitiva, se ha desarrollado en él un ligero cuadro depresivo y de malhumor extraño en una persona habitualmente familiar, amable y cordial.
Montse hace el esfuerzo cotidiano de acercarse al hospital, de acuerdo con el riguroso turno que se han impuesto a sí mismos su madre y sus hermanos. Estoy convencido de que lo hace con todo el cariño que entrega a sus tareas esta chica de suaves maneras, sólo en apariencia ocultas detrás de la voz grave de una empedernida fumadora de los pitillos más fuertes que se pueden encontrar en el mercado. Porque Montse tiene un corazón de oro envuelto por una nube de "Habanos"
- Lo llevo mal -me dice en nuestra diaria conversación que mantenemos por la noche.
Es difícil sobrellevar la depresión de un familiar cercano: el desconcierto preside tus actuaciones y nunca sabes por qué hoy se sobrepone a los bajones en su estado de ánimo y mañana sucumbe nuevamente ante ellos; el tratamiento de su dolencia no resulta fácil, el que ha contraído una depresión tiende a depender de su psiquiatra, en tanto que quien padece de una enfermedad exclusivamente física se olvida de su médico una vez que se ha resuelto su mal.
De modo que muchas veces tiendes a huir de la enfermedad depresiva y del enfermo en la que esta toma cuerpo, por miedo quizás a que también te alcancen a ti sus perniciosas consecuencias; que te obliguen a postrarte en cama o te bloqueen anímicamente, comprometiendo así la normal actividad de tu vida diaria. Te escapas de la depresión que conforma tu espacio familiar para no dar la cara a tu propia realidad, que la forma principalmente esa persona de propósitos desmayados y voluntad frágil. Te evades de ti mismo y te ocupas en el desarrollo de un sinfín de actuaciones que tienen por objeto la simulación del relleno de un vacío interior, cuando tu puesto -y tú lo sabes- está junto a la cama de ese enfermo.
Montse tiene la suerte de una desgracia pasajera. A su padre le darán de alta en un par de días y volverá a su casa, donde poco a poco recuperará sus rutinas habituales. Otros tenemos la desgracia de una suerte pasajera. Nuestra esperanza está acostada en la cama de un hospital, y sólo queremos que siga respirando para volver a verla dentro de dos días, dentro de dos meses, dentro de dos años.
A veces los enfermos hospitalizados establecen inconscientes sistemas que pretenden darles el esquinazo a sus propias neuras, y en determinadas ocasiones lo consiguen. Se diría que aceptan que se les vaya la cabeza -con retorno permanente más que probable a la realidad- y se sitúan en un mundo tan imaginario como gratificante para ellos mismos.
Recuerdo a un pariente de la familia de mi mujer, convaleciente en una sala de hospital con otros cinco enfermos. A los pies de las restantes camas se apelotonaban grupos de familiares entre el perezoso deambular de enfermeras y auxiliares. Una luz mortecina perfilaba en tonos grises la deprimente escena.
Le visitamos por la tarde y se mostró encantado. Nos recibía con el afecto que se deriva de la hospitalidad de quien te franquea el acceso a su propia casa.
- Ahora vendrá Hugo a prepararos unos martinis -dijo.
Pocas veces he vivido una situación tan surrealista.

Y cuando se cierre su paréntesis hospitalario y el padre de Montse reciba el alta médica, toda su familia -matizada o no por una vaharada de cigarrillos "Habanos"- quizás piense en lo importante que es la vida que se traen de vuelta a casa.

4 comentarios:

Movimiento Argenlibre dijo...

Saludos desde el Movimiento Argenlibre

Antonio Valcarcel dijo...

Estimado Fernando:

Cuando la depresión mental tiene una causa somática, se hace necesario primero atajar la causa orgánica y al unísono combatir y restituir el equilibrio de los neurotransmisores (ISRS) de la serotonina, dopamina, etc. La depresión mental o síndrome depresivo no es contagioso, pero la convivencia con un enfermo depresivo puede llegar a deprimir al propio cuidador o familiar más próximo. La depresión es una enfermedad muy grave que hay que atajarla cuanto antes por medio de un buen profesional de la psiquiatría, concomitantemente con la farmacología y la psicoterapia.
Asociación Tubal

Algunos pájaros errantes dijo...

No sé quiénes sois, "·Movimiento argenlibre", pero saludos también para vosotros.

Algunos pájaros errantes dijo...

Gracias, Antonio, por tu información.