miércoles, 20 de julio de 2011

Intercambio de solsticios (216)

Bilbao, 28 de septiembre de 2003.

Querida Lorsen:

Te pongo estas letras el mismo día en que se cumplen diez meses desde tu partida. Hoy no he podido comprar unas flores que acompañen a tus restos. Ya sabes –lo decías tú misma- que en España no existe tradición de regalar flores. Sin embargo el recuerdo siempre pervive en mí.
Esta semana han ocurrido dos hechos que comentar: La operación de tu padre y el discurso del lehendakari.
En cuanto al primero de los dos parece que ha salido bien, aunque el caso de tu padre es el escenario de la permanente queja. Tiene que guardar reposo durante una semana, pero sólo ha pasado una noche ingresado. Normalmente ese asunto está en orden.
El lehendakari nos ha ofrecido una visión independentista, versión presuntamente actual, pero lamentablemente caduca. Y lo malo es que conoce perfectamente que todo lo que ha dicho es imposible de llevar a la práctica, referéndum incluido. Todo esto está resultando tedioso, aburrido, insoportable... y me dan ganas de dejarlo todo –dándote la razón una vez más- y escaparme allá donde el tiempo sea cálido y los asuntos básicos de la convivencia no se sujeten a permanente discusión.
Pilar está encantadora conmigo. Quizás la breve ausencia de su abuelo le haya hecho valorar más mi presencia. En todo caso, nunca me ha pasado con ella que me dé tantos besos en mitad de la visita,
La vida ofrece alguna que otra compensación cuando cierra salidas.

Te mando el beso más afectuoso posible.

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