jueves, 7 de julio de 2011

Intercambio de solsticios (208)

- Así que Leonardo Jiménez llamó desde el mismo VIP’S –continuaría equis- a su hermano Raúl, que tenía un despacho muy cerca de allí, en la calle Velázquez. Sí, era urgente –le dijo-; sí, le podía recibir, le contestó Raúl.
- De modo que se fue hacia allí –continuaba equis-. Raúl era su hermano mayor. Y ejercía con él de tal. Fallecido su padre se ocupaba de sus problemas y le tendía siempre sus brazos abiertos, de la misma manera a como Leonardo se portaba con él. Eran lo que ellos mismos habrían calificado como hermanos y amigos, donde no sabrían muy bien cuál de las dos ideas iba antes y cuál después.
- Raúl le escucharía atentamente. Cuando su hermano concluyó le preguntó si pensaba él que cabía la posibilidad de acudir al mismo tío Juan Carlos. Pero Leonardo lo excluía de raíz: no era posible. No se enteraría del asunto, pero tampoco querría enterarse. La cuestión consistía en enterarse de si la secretaria había metido la mano en la caja. Para ello –según dijo Leonardo a Raúl, lo mejor sería hablar con Pablo de Vicente, el segundo de los hermanos descendientes del último de los De Vicente de su misma generación. Según su opinión, se trataría de poner de acuerdo a las tres ramas de la familia para investigar el caso.
- Raúl pidió una especie de “tiempo muerto”. Quería pensarlo. De modo que hablarían en otro momento.

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