lunes, 4 de julio de 2011

Intercambio de solsticios (207)

Bilbao, 5 de septiembre de 2003.

Querida Lorsen:

Esta mañana he estado en Vitoria con ocasión de la visita de Mariano Rajoy al País Vasco, una vez que los órganos del partido le han elegido como candidato a presidente del Gobierno. Una vez más tenías razón y no ha sido Jaime Mayor el candidato propuesto. Te agradará saber que Mariano ha estado muy afectuoso conmigo, que me recordaba perfectamente –no he tenido que decirle mi nombre.
Hace un par de noches tuve un sueño. Era triste, pero al menos salías tú. Viajábamos en un coche, tú y yo, y detrás iban los Companys, en otro. Yo creía que estabas conduciendo bien, porque la carretera llevaba a una zona que era una verdadera ensalada de vías de tren y pasaban algunos convoyes por ahí, y tú movías el coche con facilidad para que no nos arrollaran. Pero Alfonso salió del suyo y te propuso conducir el nuestro. Entonces tú torciste el gesto, como cuando te disponías a llorar. Fue cuando pensé que habías bebido algo. Yo te procuraba consolar.
Me conforta cuando apareces en mis sueños. Aunque después pasen las horas sin que pueda volver a dormir. Esa sola presencia tuya, tan real, tan cercana, me permite compartir contigo siquiera unos segundos ficticios, pensando, ¡ay!, que todavía no te has ido, que aún existe solución para tu complicada existencia.
Pilar está bastante poco simpática conmigo. El otro día fui a darle de comer pero prefirió que la comida se la diera la enfermera. Quería ver un programa de televisión y a lo mejor yo le impedía la visión. A veces pienso que esa, que es la única referencia que me une a la vida, tampoco resulta todo lo grata que debiera. He dejado pasar unos días antes de volverla a ver, este fin de semana. Espero que esté mejor conmigo.

Un beso.

1 comentario:

Sake dijo...

Necesito de los sueños, porque sin soñar no soy nadie y sin tu presencia la vida no vale nada.