Lanzarote, 8 de enero de 2003.
Querida Lorsen:
Ayer me fui rápidamente a Arrecife. Allí compré unos sellos –aún sigo contestando telegramas de pésame cuyas direcciones tu hermano Willy no ha podido encontrar y tengo tres postales, al menos, para Pilar retenidas por falta de franqueo-. Luego busqué la librería “El Puente”, donde ejerce Norberto, el de la presentación que organizaste tan bien este pasado verano. Me costó la localización: estaba justo en la otra parte de la calle. Al final llegué, y había una cola de gente comprando libros para el curso escolar que ahora continúa, para cambiar libros regalados en Navidad... Él ya sabía que te habías ido, y me hacía gestos de condolencia. Pero apenas si me dio tiempo para hablar con él. Tú estabas demasiado presente y había también demasiado cliente.
Coloqué uno de los cuadros. Me quedó demasiado a la izquierda y un poco curvado, pero he preferido dejarlo así. Hoy seguiré con lo que queda. Después me llamó Íñigo Barandiarán: se ha muerto el padre de Alberto Catalá –no me ha sorprendido tanto, incluso no sabía si aún vivía.
Esta mañana he decidido heredar tu camiseta de Van Gogh, con su cuadro de “Los Girasoles”, la que te hiciste en Nimes, en nuestro viaje hacia Florencia. Me quedaba bien.
He ido a la peluquería de los vecinos. Les he anunciado que quizás esta tarde nos cambien las llaves. Me insisten en lo del alquiler del apartamento –ayer, me lo propuso otro de los marroquíes-. Les digo que no está para eso: aún sigue lleno de recuerdos nuestros, de nostalgias de tu ausencia.
Me he dado un paseo. Al principio hacía un sol espléndido, luego han caído algunas gotas. Pero, según Felipe Gangoiti, en la península no sólo está haciendo mal tiempo, sino que mañana está previsto que caiga una gran nevada.
Hasta mañana, guapa.
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1 comentario:
Trato de estar activo por eso me busco ocupaciones y voy y vengo porque si me detengo es tan fuerte tu recuerdo que sucumbo irremediablemente a el y ya no puedo volverme a levantar.
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