A sus casi noventa años, Dolores ha visto desaparecer a mucha gente que formaba parte de su vida de relación personal: parientes, amigos… y ha visto por lo tanto cómo se cerraban esas casas a las que quedaban prendidos e inseparables los recuerdos de esas personas- Cuartos, muebles, portales y escaleras, alfombras, cuadros, muebles… que se incorporaban a esos lugares de forma a veces más permanente que sus usuarios. ¿Qué sería de su casa sin los sofás “Chester” de cuero una y otra vez renovado o sin que sus paredes se vieran vestidas de las acuarelas de un abuelo de su marido o sin los libros que tapizan las librerías de los pasillos o del despacho con su globo terráqueo y sus sofás de terciopelo azul?
Pero hay un día en que los últimos habitantes de esas casas se van y poco tiempo después el escenario donde se vivieron las historias de sus vidas se cierran. No importa que tengan como destino la piqueta o que el afán modernizador del nuevo propietario construya un ascensor donde un clásico recibidor empanelado en maderas nobles era todo un canto al buen gusto en un recinto acogedor. Una y otros destruyen el espacio del recuerdo más importante, aunque siempre permanezcan los pequeños y diminutos que mantienen por lo tanto su viejo poder evocador de los tiempos que se fueron: esos libros o esos muebles que viajan de casa en casa hasta que algún día, desvencijados, sirven para alimentar las hogueras de San Juan o los vertederos de las grandes ciudades.
El levantamiento de una de esas casas antiguas constituye un espectáculo triste, pero no para todo el mundo. Los hay quienes, dotados de un espíritu práctico -que es el menos práctico de los espíritus- consideran invariablemente que esos muebles son demasiado grandes, que la vajilla esa se la llevarían por delante los lavavajillas o que esos libros son tan antiguos que nadie los volverá a leer… además que siempre hay quien pague por una buena cómoda, una porcelana de Limoges o una excelente encuadernación de las que ya no se hacen. Y entonces acuden a los chamarileros de turno para hacer líquido lo que para ellos ya no sirve para otra cosa. Sienten la unción del nuevo dios que hace de las piedras pan, o euros para las vacaciones soñadas o la entrada del nuevo coche –aunque el viejo daba para más años y kilómetros.
No son capaces de hacer otra cosa: repartir y vender. Al menos lo hacen con lo que ya tenían. Otros reparten y venden lo que no era sino una esperanza o –peor aún- una casa que debía durar y dar cobijo a muchos de sus habitantes, porque no es que la casa se cierre, es que acaban por desahuciar a sus moradores porque ya no hay dinero para mantenerla.
Algo así está ocurriendo en esa casa común de los que un día fuimos españoles y a la que algunos todavía llamamos España. Ocurrió que alguien pensó que nada de lo que teníamos era útil conservarlo, mantenerlo para las generaciones futuras. Y decidió entonces repartirlo entre todos. Fue entonces una lluvia inusitada de emolumentos para los contribuyentes, los padres, los pensionistas, los amigos de partido, claro... Todo el que se pusiera a la cola tenía algo que recibir. Pero muchos de los que vivieron esa munificencia no eran conscientes de que lo que les daban por un lado era la vieja biblioteca que se vendía o los platos orlados con filete de oro que se encontraban ahora en el anticuario de la esquina o los cuadros de su antepasado se vendían en pública subasta… todas esas cosas que se iban por el desagüe.
Era el tiempo de la abundancia basada en la imprevisión descapitalizadora, la época en que la austeridad debía presidir la escena pública y privada –como nos habían enseñado las generaciones anteriores- para crear desde ella las oportunidades del futuro, en lugar de la desaforada incitación al consumo y al desarrollo de los dos o tres o cuatro -multiplicados por el número que se desee- haciendo todos lo mismo, estorbándose en las diversas instituciones que crecían como un nuevo Estado Leviathan.
Y hoy, cuando la casa amenaza con cerrarse de verdad, cuando sus ocupantes no saben por cuánto tiempo más podrán ocuparla, unos y otros empiezan a despertarse del viejo sueño y descubrir la realidad de un futuro en que la contención económica no sea una elección sino un destino.
Y cuando Dolores recorre los pasillos de su casa, consumiendo en paz sus últimos años, hay quien juega con su pensión y su futuro, cualquiera que sean estos. Como si lo que este jugador hizo no fuera inevitable y lo que ahora hace no tuviera otra solución.
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3 comentarios:
Cada tiempo trae su dolor y su angustia, incluso los tiempos alegres tienen su cara triste.¿Qué podemos esperar de un tiempo triste?. Hay momentos en los que debemos abrigarnos y esperar porque somos impotentes. Y porque lo que nos gustaba está vendido y en éstos momentos estamos sin ánimo para buscar otra vez y empezar de nuesvo que es lo que al final haremos.
AGENCIAS | MADRID El Gobierno destaca la solvencia de la Seguridad Social y garantiza el sistema de pensiones hasta 2025, aunque admite que será necesario acometer reformas para su mantenimiento en el futuro. El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, insistieron ayer en la fortaleza del sistema, tras la polémica generada por las declaraciones del gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, quien ha advertido de que el superávit de la Seguridad Social podría desaparecer este año.
Zapatero recordó en el Congreso que la Seguridad Social registra un saldo de 20.000 millones de euros y que la previsión es cerrar 2009 con un superávit de 5.586 millones, lo que garantiza la tranquilidad a medio plazo, aunque consideró necesario trabajar en la comisión del Pacto de Toledo para reforzar el sistema en el futuro. También Corbacho subrayó que es necesario debatir el futuro de las pensiones en el ámbito del Pacto de Toledo, pero no de este año ni del que viene porque los pensionistas pueden estar seguros hasta el 2025.
Estimado Fernado según esta noticia de AGENCIAS | MADRID El Gobierno destaca la solvencia de la Seguridad Social y garantiza el sistema de pensiones hasta 2025, aunque admite que será necesario acometer reformas para su mantenimiento en el futuro. El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, insistieron ayer en la fortaleza del sistema, tras la polémica generada por las declaraciones del gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, quien ha advertido de que el superávit de la Seguridad Social podría desaparecer este año.
Zapatero recordó en el Congreso que la Seguridad Social registra un saldo de 20.000 millones de euros y que la previsión es cerrar 2009 con un superávit de 5.586 millones, lo que garantiza la tranquilidad a medio plazo, aunque consideró necesario trabajar en la comisión del Pacto de Toledo para reforzar el sistema en el futuro. También Corbacho subrayó que es necesario debatir el futuro de las pensiones en el ámbito del Pacto de Toledo, pero no de este año ni del que viene porque los pensionistas pueden estar seguros hasta el 2025.
la anciana de la vieja casa puede seguir paseándose con sus recuerdos por el largo pasillo de su domicilio; con la garantia de que su pensión alcanzará hasta el 2025, ¿será verdad? o quizás en ese periodo de tiempo el dinero se esconda en los bolsillos de los trajes regalados a algunos políticos?
AGENCIAS | MADRID El Gobierno destaca la solvencia de la Seguridad Social y garantiza el sistema de pensiones hasta 2025, aunque admite que será necesario acometer reformas para su mantenimiento en el futuro. El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, insistieron ayer en la fortaleza del sistema, tras la polémica generada por las declaraciones del gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, quien ha advertido de que el superávit de la Seguridad Social podría desaparecer este año.
Zapatero recordó en el Congreso que la Seguridad Social registra un saldo de 20.000 millones de euros y que la previsión es cerrar 2009 con un superávit de 5.586 millones, lo que garantiza la tranquilidad a medio plazo, aunque consideró necesario trabajar en la comisión del Pacto de Toledo para reforzar el sistema en el futuro. También Corbacho subrayó que es necesario debatir el futuro de las pensiones en el ámbito del Pacto de Toledo, pero no de este año ni del que viene porque los pensionistas pueden estar seguros hasta el 2025.
Estimado Fernado según esta noticia de AGENCIAS | MADRID El Gobierno destaca la solvencia de la Seguridad Social y garantiza el sistema de pensiones hasta 2025, aunque admite que será necesario acometer reformas para su mantenimiento en el futuro. El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, insistieron ayer en la fortaleza del sistema, tras la polémica generada por las declaraciones del gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, quien ha advertido de que el superávit de la Seguridad Social podría desaparecer este año.
Zapatero recordó en el Congreso que la Seguridad Social registra un saldo de 20.000 millones de euros y que la previsión es cerrar 2009 con un superávit de 5.586 millones, lo que garantiza la tranquilidad a medio plazo, aunque consideró necesario trabajar en la comisión del Pacto de Toledo para reforzar el sistema en el futuro. También Corbacho subrayó que es necesario debatir el futuro de las pensiones en el ámbito del Pacto de Toledo, pero no de este año ni del que viene porque los pensionistas pueden estar seguros hasta el 2025.
la anciana de la vieja casa puede seguir paseándose con sus recuerdos por el largo pasillo de su domicilio; con la garantia de que su pensión alcanzará hasta el 2025, ¿será verdad? o quizás en ese periodo de tiempo el dinero se esconda en los bolsillos de los trajes regalados a algunos políticos?
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