Después de visitar –a la carrera- una exposición de arte, una demostración que se celebra con alguna regularidad en el poblado y que recibe el nombre de “Art Tifariti”, volvemos a los 4x4, esta vez por poco tiempo.
Nos detenemos junto a una “jaima”, donde un grupo de personas espera el inicio de una explicación por parte de “Land Mine Action” en que habrá una parte teórica y otra práctica respecto del plan de desactivación de minas realizado por la mencionada organización. Marruecos ha sembrado la zona colindante al muro que a lo largo de 2.400 kilómetros ha construido en la zona liberada por los saharauis. Se produce una explicación teórica en la que estamos, pero no asistiremos a la lección práctica.
Antes de entrar nos saludan –es un decir- los miembros de la Minurso presentes en el acto. Sólo el que asegura ser argentino –su acento lo delata- formula alguna palabra. Después abriremos un breve comentario sobre la causa de ese laconismo: ¿ausencia de educación, exceso de política?
Javier Perote me contará en Madrid que esa gente es responsable de buena parte del deterioro que se viene produciendo en algunas de las más significativas riquezas naturales del Sahara, como la que se refiere al arte rupestre que luego tendremos la oportunidad de conocer.
Volvemos a los coches, esta vez para una larga travesía que nos conducirá hasta una rara maravilla: una cueva rupestre ubicada en un grupo montañoso en el pie del desierto, una especie de balcón natural en una zona apenas protegida por un soldado del ejército saharaui. Nuestros interlocutores, los dos Ministros, tampoco la conocían. Es algo nunca visto, el pintor rupestre decoraría el techo con los trazos de los animales que cazarían y que son perfectamente perceptibles. La vista que se domina desde ese alto: la inmensidad del desierto es también conmovedora por lo impresionante.
Junto a los coches se improvisa un té con galletas. Y el comentario se produce sobre la posibilidad de explotación turística de estos parajes. Nieves arguye que existen retretes desmontables y Babah comenta que el sistema de “evacuación” es motivo de preocupación común de todos los visitantes. Carlos abunda en el asunto de los viajes a esa zona y les ofrece alguna sugerencia al respecto. Yo digo:
- No sé si habéis hecho muy bien al firmar el convenio con nosotros: Rosa os va a sublevar a las mujeres y Carlos os va a montar todo tipo de negocios. Va a haber, desde luego que sí, un antes y un después de nuestra visita.
Subimos a los coches y nos acercamos a una zona donde se sitúan unas tumbas. Mientras que nos damos un paseo, Bobih y el conductor hacen su oración de la tarde.
El grupo se divide. Los Ministros se van de caza –conejos- y el resto volvemos a Tifariti. En ese trayecto –ya se ha hecho de noche- descubrimos la excelente pericia de nuestro conductor, que se orienta con rara facilidad en esa inmensidad oscura que es el desierto por la noche.
Dormiremos en una construcción cercana al lugar en el que hemos comido esa tarde. A la espera del regreso de nuestros anfitriones, comentamos las experiencias del día.
Para cenar hay conejo, en efecto. Tres tiros, tres conejos. Tiene la carne dura pero muy sabrosa.
Bobih quiere conocer nuestra impresión respecto del desarrollo autonómico. Carlos Rey y yo les repetimos las tesis de nuestro partido respecto de un Estado de las Autonomías que en la práctica se ha convertido en un obstáculo para la igualdad y solidaridad entre los españoles. Los Ministros nos escuchan en silencio.
Volvemos a nuestro dormitorio. El día ha sido largo y mañana deberemos despertarnos muy temprano –a las cinco de la mañana, hora saharaui, o seis, hora argelina-. Ya no hay luz, así que a las dificultades propias del lugar hay que unir la necesaria manipulación de linternas. Babah me ha dejado una y Carlos Rey dispone de otra.
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1 comentario:
Cada pueblo tiene su ritmo de sesarrollo pero como todos los hombres crecen mejor es en libertad.
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