Miércoles, 3
Despertamos, nos lavamos de manera sucinta –la ducha del día de ayer justifica por hoy un cierto desapego higiénico- y desayunamos. Babah aparece y se ofrece para lo que sea necesario.
Desde nuestra habitación-dormitorio hablo con Rosa Díez y la tranquilizo. Ella me dice que se pondrá en contacto con Ramón en la sede para que busque un enlace entre Argel yMadrid.
El primer paso es visitar la televisión saharaui. Se trata de un local que dispone de comodidades básicas y de ordenadores que bien pudieran ser catalogados de prehistóricos –carcasas blancas y formatos de aparatos de televisión antigua-. Carlos descubre las conexiones existentes para mañana: un Iberia sobre las 2 de la tarde, un Air Algerie matutino y un Spanair que hace Argel-Barcelona. Se lo decimos a Ramón, este sólo trabajaba con la hipótesis del primero de los vuelos.
Estamos usurpando un espacio que no es el nuestro, de modo que nos dirigimos ahora al Ministerio de Cooperación, donde Babah nos ofrece su despacho: un reducido cubículo con una pequeña mesa de trabajo y una mesa redonda con cuatro sillas, donde nos situamos.
Ramón nos dice que Jesús Prieto viajará en el Air Algerie y que los otros tres tomaremos el vuelo de Iberia. Ahora sólo queda que no exista inconveniente para volar de Tindouf a Argel.
Visitamos una asociación que reivindica a los saharauis que han desaparecido a partir de la guerra con Marruecos. Vemos las fotografías de las torturas sobre adultos y niños. Hay una sensación de tristeza general que nuestra prolongada presencia en el Sahara –con toda la desorganización que ello representa respecto de nuestros huéspedes- acentúa sobre nosotros.
Comemos nuevamente en el pabellón de autoridades, con Salek Babah como anfitrión. En la sala de televisión nos encontramos con el Ministro de Desarrollo, que viste su “darrá” azul y un ayudante de su departamento.
Hay una despedida afectuosa de Babah antes de que la siesta establezca un paréntesis de descanso. La noche será larga y dudoso el sueño que nos pueda proporcionar.
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