Adelfa se sentó en la silla que le proponía el presidente de la Junta de Distrito. Esperó unos segundos antes de empezar. Quería ordenar sus ideas. Además, estaba indignada y ese tiempo podía infundirle una cierta serenidad.
Pero fue Jacobo Martos quien aprovecharía ese instantepara tomar la palabra.
- Supongo que querrás una explicación –dijo.
- Y algo más –observó Adelfa, que no tenía la intención de morderse la lengua.
- ¿Quieres empezar entonces?
- Prefiero escucharte
- Está bien -empezó con su acostumbrada parsimonia Márquez-. Lo cierto es que Jorge Brassens, a quien conozco desde hace mucho tiempo y a quien considero además amigo, ha actuado con una gran gallardía. Ha considerado que el responsable de interior de la junta estaba … criticando, no sé, insultando a otra persona de la junta, a ti misma, Adelfa. Y ha salido en tu defensa. Cardidal, que es normalmente una persona sensata, ha tenido un mal momento, como lo tenemos todos, y le ha golpeado. Quiero hablar con él. No lo he hecho todavía, lo reconozco. Estoy esperando a que pase un tiempo para que este se tranquilice. Pero estoy convencido de que pedirá disculpas…
- ¿Y verdaderamente crees que con eso se arreglaría la cosa? –preguntaría Adelfa con la expresión de quien pensaba que no se había producido ningún avance.
- Tú eres una mujer inteligente, Adelfa. Y sabes lo que nos estamos jugando en Chamartín. Nos estamos jugando la posibilidad de existir, simplemente eso: la realidad de vivir, de continuar con vida. Cuando se ponga mejor, el mismo Jorge te podrá contar alguna cosa. Por eso es importante que sepamos cómo actuar en el sentido más correcto posible. Y ese sentido es ahora, creo que casi siempre, pero ahora lo es más, la prudencia.
- Hay mucho más. Y tú lo sabes, Jacobo. Y te lo digo en función de esa antigua amistad que señalas te une con Jorge –respondió Adelfa-. Las cosas han llegado muy lejos, mucho más de lo que es estrictamente razonable. Se han ido de las manos, Jacobo. Aún más, se te han ido de las manos –la gabonesa se tomó unos segundos antes de proseguir. Martos la escuchaba ahora con atención, sin mover un solo músculo-. Lo que ha ocurrido esta mañana es la comprobación de que tú no eres quien dirige las cosas en esta junta. Ya es Leoncio Cardidal el jefe. Y como jefe, se permite el derecho incluso de pegar a un compañero. Eso es lo que pienso, Jacobo. Y lo que creo es que no basta con que ese cabrón te pida disculpas.
- Entonces… ¿qué me sugieres?
- ¿Acaso tengo yo que sugerirte alguna cosa? ¿No eres tú el presidente, o no lo eres nominalmente al menos? Tú sabrás. Espero tener alguna noticia de tu parte que me pueda hacer sentirme reconciliada con la alta dirección de esta junta.
Adelfa abrió la puerta de manera silenciosa, sin que apenas Jacobo Márquez se diera cuenta.
En realidad, el presidente de la Junta de Distrito de Chamartín, no tennía ni idea de lo debía hacer.
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2 comentarios:
En determinados momentos no debemos pensar demasiado nuestras decisiones porque el tiempo que perdamos lo utilizaran los violentos e intransigentes para hacerse con el control.
Me encanta leerte aunque esta vez no he entendido nada.
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