Bilbao, 22 de enero de 2003.
Querida Lorsen:
Como puedes observar ha pasado algún tiempo desde mi última carta. Mi retorno a Bilbao me ha supuesto también un regreso a las actividades pendientes las cuales desconocía yo hasta qué punto se habían acumulado.
Como bien sabes no pretendo resultar ordenado en esta correspondencia, así que empezaré con el día de hoy en que he asumido una de las funciones que te eran propias: la de reunirme con las profesoras de nuestra hija. De verdad que ha resultado un encuentro sumamente interesante. Itziar es la que lleva la voz cantante –no es preciso que te lo diga, porque es seguro que lo sabes- pero Begoña es la que está detrás, en la cocina, ideando sistemas y novedades para que Eugenia avance. Mi conclusión es que pretenden mantenerla en un estado de agilidad mental en cuyo progreso no entran en absoluto los estándares al uso. Pero ellas se lo han tomado con el máximo cariño, como un reto para el que carecen en absoluto de experiencia y que la niña les está reportando satisfacciones personales –tanto desde el punto de vista emocional como profesional-. Creo que Eugenia se ha encontrado en su extraña vida con gente maravillosa y nunca podré decir suficientemente gracias a todas las personas que, más allá del importe de su sueldo, hacen lo indecible para que la niña se encuentre lo mejor posible.
Pilar está muy bien, recibe muchas visitas y se encuentra muy risueña.
Mi regreso a Bilbao se produjo el 12 de enero. En la península se vivía una ola de frío polar y la calefacción del apartamento –casualidad- no funcionaba. Estaba helado y me tomé un bocadillo de ventresca de bonito con una botella –entera- de vino tinto. A pesar de la cogorza en la que me encontraba me metí en la cama con dos mantas, el edredón que me regaló Gaby, los pantalones vaqueros que traía de Lanzarote y dos jerseys. Aún así pasé una noche de perros.
Al día siguiente hizo acto de presencia el calefactor, quien arregló la avería en apenas media hora –después de purgar los módulos- y me explicó la forma en que debería en adelante resolver este tipo de situaciones.
El martes tuve una reunión con Vicente Arenal para hablar de las disposiciones testamentarias. Creo que las cosas no son demasiado complicadas, pero hay que ponerse en marcha sin dilación –aunque tengo todo un año de margen. Tanto Javier Hernáez –el encantador cuñado de Antón Pérez Iriondo- como el propio Vicente me han proporcionado unos consejos que me han parecido de extraordinaria utilidad. Mañana he quedado con el subdelegado del Gobierno en Vizcaya para tramitar la solicitud del registro de últimas voluntades -¿quién sabe si has hecho algún otro testamento?: Es broma, por supuesto.
El día 15 tuve una cosa con Herrero en el Ayuntamiento de Vitoria: Nos han adjudicado un pedido de casi dos millones de pesetas, lo que no está del todo mal para empezar el año.
El jueves 16 viajé a Madrid, donde tuve una reunión con el presidente de SEPI: Le pedí 50 millones para la recolocación de los excedentes de Mecánica de la Peña. No saben cómo lo van a vestir, pero me han prometido que ayudarán. También me ha dejado contento su actitud.
Luego comí en casa de los Duques deBrassens. Lucía no estaba –creo que prefirió dejarnos solos a los “jóvenes”-. Además de Alfonso, comieron los Areilza –José y María-. Hablamos del “Prestige”, del PP y concertamos ese eterno viaje al norte que se celebrará cuando Alfonso salga de su tratamiento y que tendrá como escalas Bilbao, Motrico –visita a la casa de los Areilza-, San Sebastián –posible Hotel de Londres-, Chillida Leku, Burguete –casa Brassens- y comida final en el Pyrenèes. ¿No suena del todo mal, verdad? La pena es que tú ya no podrás disfrutar del viaje.
El viernes 17 tuvimos una cena para constituir la plataforma “¡Basta Ya!” de Getxo. Creo que muy bien y que apoyará a que Marisa pueda conquistar la alcaldía –todo es posible... no digas todavía que no-. Este sábado 25 tenemos un acto en la Casilla de Bilbao que esperamos salga bien, aunque tenemos los dedos un tanto cruzados.
El sábado y el domingo volví a Madrid, para la convención nacional del PP. Me instalé en la Gran Peña –los recuerdos del Hostal Astoria están demasiado ligados a ti como para establecer en mi vida futura una especie de segunda edición de “A la búsqueda del tiempo perdido”.
Aznar anunció que se presentaba al Ayuntamiento de Bilbao, cerrando la lista. Es impresentable que no se lo dijera previamente a Jaime.
Ese sábado cené con Íñigo Barandiarán y Fabiola y con un matrimonio amigo suyo que vinieron a Burguete. Estuvieron encantadores aunque no te oculto que me hubiera encantado ver a la tía María Rosa. Pero tiempo habrá para eso también.
Ese domingo celebraba Jaime Larrinaga la misa de once en su parroquia de Maruri. Se han montado dos manifestaciones –una, de los nacionalistas extremistas del pueblo; otra, de los “¡Basta Ya!”, “Foro de Ermua” y “Fundación para la Libertad”. El obispo Blázquez se encontraba presente y a la conclusión de la ceremonia subió al altar y leyó un papel que llevaba escrito. En un primer momento se solidarizó con Jaime, pero luego acabó diciéndole que no es función de la iglesia “meterse en política” y que le ofrecía un retiro en una casa cural para su descanso y tranquilidad. Me ha parecido tan indignante que me he propuesto llegar hasta el misno cardenal Rouco –Cardenal-Arzobispo de Madrid-. Para eso he hablado con Alfonso Zunzunegui que me ha prometido una gestión hoy mismo: Se trataría de que nos recibiera a una delegación de los foros cívicos vascos en la que le transmitiríamos nuestra perplejidad y desazón respecto del trato que le da a Jaime su obispo.
He comprometido la segunda edición de una novela de Javier Bolado para la Editorial Burguete.
Juan Basabe me ha hecho una crítica relativamente elogiosa de mi novela ”Lakua”, lo cual, para venir de donde viene, tiene su importancia.
Hoy me han hecho una entrevista de media hora para una radio andaluza sobre “Sin perder la dignidad”. Desde luego que si no tuviera la convicción de que tu viaje ha sido hacia ninguna parte, ahora lo dudaría un tanto. Se producen demasiadas casualidades como para pensar que año y tres meses después de publicada todavía haya gente que se interese por la historia. Quisiera haberte hecho un homenaje, pero el entrevistador no me ha dado pie para ello en ningún momento.
Jaime Ignacio del Burgo no me ha llamado. Tampoco voy a insistir.
Bècaud está triste. Quería irse conmigo para pasar el fin de semana. Pero ya te he dicho que tenía que irme a Madrid.
Por ahora esto es todo lo que puedo narrarte de estos últimos días.
Un beso, y hasta la próxima, guapa.
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1 comentario:
Son muchas, demasiadas las casualidades que van hilandose una tras otra y trato de buscar explicación, pero luego me paro y me digo ¡no hay motivo que las cause! y si lo encuentro es que estoy perdiendo la cabeza.
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