Bilbao, 25 de enero de 2003
Querida Lorsen:
Con el fin de semana me asalta una cierta “depre”. Y eso que lrecogí a Bècaud ayer, en casa de tu padre, y ha dormido junto a mí una buena parte de la noche. Pero las visitas a Pilar son difíciles. Se parecen a aquéllas en las que yo iba solo porque tú te encontrabas mal, en una de tus clásicas fases depresivas: A veces creo que nuestra hija no me soporta sin tu presencia, y que romper la imagen de nuestra unión visitándola juntos le está resultando difícil. Y eso que ella sabe perfectamente que ya no estás, que ya no vas a aparecer por la sala de la UCI donde se encuentra. Pero es que tú casi siempre venías conmigo en esas ocasiones y Pilar se pone a veces muy nerviosa, de mal carácter y me suelta pedorretas. Eso significa sumar el rechazo a la tristeza por tu ausencia, especialmente –insisto- durante los fines de semana, que era cuando disponíamos de más tiempo para comunicarnos.
Luego he podido observar que la mayoría de las postales que le había escrito desde Lanzarote tenían los sobres sin abrir. Se las he leído y le he enseñado las fotos. Eso la ha tranquilizado... algo. También he visto una postal encantadora -con pingüinos- que le ha mandado tu amiga Mónica Oriol desde la Antártida. Pero la verdad es que la visita no ha resultado demasiado fructífera, por lo menos para mí, porque la niña se ha quedado bastante tranquila. La he dado de comer y he salido para pasear a Bècaud e ir a comer con Teresa y con mi madre. Teresa va a visitarla esta tarde, y parece que la niña se divierte con mi hermana y esta con Pilar. Quizás resulte que el pagador de todo esto tenga que ser yo... En fin.
Hablé con la doctora Unzúe. Creo que ya te he contado que le van a cambiar de silla y ella quería recordarme la tramitación del asunto que es la que ya conoces. Por lo visto a ti te gustaba encontrarte presente en el momento en que se tomaba la decisión del tipo de silla, de los materiales que tenía... Pero yo le he dicho a la médico que considero que, salvo que ella entienda lo contrario, soy perfectamente prescindible en este caso. Pero le he insistido en que no rehuyo para nada mi responsabilidad. Le he dejado mi número de móvil y le he dado mi autorización para que hagan las cosas con la máxima celeridad posible: Lo más importante es que Pilar se encuentre cómoda. Ahora hay veces en que se niega a abandonar la cama, y ya sabes que se escurría bastante en la silla.
A mi hermano Jose le operan el lunes, en Londres, de una piedra en la vesícula. Y Antonio está teniendo problemas con la adopción de su brasieñito: Por lo visto el juez sustituto –ahora es el verano en Brasil- no es demasiado partidario de las adopciones por extranjeros. Cuando llegue la titular esperan que todo se resuelva, para bien.
Cené con tu padre. Está tristón, pero en el fondo sigue tan bien como siempre. No le falta el apetito y te larga sus historias de la guerra a la primera de cambio. Lo que no hay es lugar para las bromas ya. Desde que te fuiste la poca alegría que podía existir en esa casa ha desaparecido.
Como ya te dije, Gaby tuvo un accidente y tiene el brazo enyesado. Parece que le molesta. Ahora no me insiste en venir a Bilbao para recoger tus cosas. Pero me ha enseñado su nueva habitación, que es la que ocupábamos nosotros en la temporada que pasamos, desde nuestra salida del Casco Viejo, hasta nuestra llegada a este apartamento de Bilbao desde el que te escribo. Ha colocado la cama junto a la pared, frente a la televisión y tenía puesta la manta azul que te regalé la primera vez que hicimos juntos una excursión a San Sebastián. Por supuesto que me la he llevado. Jamás he visto una asociación tan clara entre un objeto y una persona: Tú ni siquiera me permitías que yo la usara. Seguramente que se trata de la cosa más intransferible de las que tenías –quizás excluida la pulsera de pedida.
También estaba Willy. Le han encargado uno de esos interminables trampantojos y cenaba con Barón y con otra gente respecto de la que no puse demasiada atención. Por supuesto que se empeñó en mostrarme lo que estaba haciendo, aunque tampoco le hice demasiado caso.
Ha muerto el hermano de Antonio Garamendi –aquel que frecuentaba “La Goleta” cuando éramos novios- invadido por un cáncer y repleto de metástasis –no toques madera , que tú te has ido sin necesidad de que te afecte esa enfermedad, a la que tanto miedo ltenías-. Me dijo Enrique Portocarrero que estaba mal y yo le llamé a Antonio. Según él que estará contigo, velando los dos por vuestras respectivas familias.
Tengo alguna sensación de tu impulso, de tu ayuda, en ciertos momentos. Antes de ayer comí con Luis Haramburu –un editor de San Sebastián- que se ha comprometido a publicarme “Sombras, paisaje gris”, aunque con otro título. Según él, para mediados de febrero tendrá ya la corrección y, entonces deberé ponerme a trabajar a tope en la novela. Seguramente que sólo podré hacerlo a costa de horas de sueño y de otras actividades más lúdicas, porque me va a coincidir con las elecciones municipales en las que –supongo- deberé asumir algún papel en Eibar. Pero estoy convencido de que me vendrá bien, aunque resulte cansado, además que muy probablemente el trabajo de Luis –el editor- estará bastante claro, por lo que me dijo.
Ayer tuvimos patronato de la “Fundación para la Libertad”. Seguimos –como es habitual entre nosotros- dando vueltas a la vieja noria del qué somos, qué hacemos, para qué servimos. Edurne estaba bastante preocupada por eso, aunque yo le decía que esas discusiones eran inevitables. Cristina Ruiz se ha convertido en colaboradora –pagada, por supuesto- y Germán Yanke –la voz cantante más crítica con la gestión emprendida- en vicepresidente segundo.
Dentro de un rato tendrá lugar el acto de “¡Basta Ya!” en la Casilla. Te contaré cómo ha salido en mi carta de mañana, así como la experiencia de Maruri: Pienso asistir a la misa de mañana. Por cierto, la gestión de monseñor Rouco sigue adelante: Alfonso Zunzunegui me ha dicho que conectará la semana que viene con él. Ahora está haciendo unos ejercicios espirituales.
De momento, y hasta que no me tenga que concentrar en la novela, me parece que no voy a hacer demasiada literatura. Todo tiene su tiempo y hoy especialmente me acuerdo de ti, de tu ausencia y el peso de la soledad se convierte en una gruesa piedra que se hundiera sobre mi estómago.
Un beso.
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1 comentario:
Necesito hablar con alguién es por éso que escribo mis pensamientos esperando que en algún momento me contestes y acabes con mi soledad.
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