miércoles, 29 de diciembre de 2010

Intercambio de solsticios (109)

Lanzarote. 11 de enero de 2003.

Querida Lorsen:

Esta es la última carta que te escribo desde esta isla. Una isla que se parece a la antigua Fuerteventura a la que enviaban a los españoles políticamente más díscolos. Mi estancia, sin ti, ha sido una especie de exilio. MI regreso a Bilbao sé que estará repleto de acontecimientos. Una agenda bastante cargada que me permitirá una cierta evasión.
Por lo menos hoy ha hecho una buena mañana, y cuando concluya esta carta me volveré a lanzar a la calle para que mi paseo vespertino coincida con la luz y el sol. Mañana, después de hacer las maletas, todavía podré darme una vuelta por el paseo marítimo de Matagorda, como hacíamos en los regresos de nuestras cotidianas caminatas.
Por lo visto Pilar va a necesitar una nueva silla ortopédica, según medio me advirtieron en mi llamada diaria a Cruces. Me lo dirá Tere Hermana la semana que viene. He pensado visitar a nuestra hija el mismo lunes, con mi regalo de Reyes en la mano. Ya te contaré.
Ayer fue la cena con Cristina y Agustín. No asistieron Manolo ni Ana. Esta última cenaba con unas amigas y Manolo se encargaba –teóricamente- de su hija de cinco años. Resultó un encuentro grato. Luego apareció Manolo, como anunciando con un redoble de tambores su llegada. Lió un porro de marihuana y me lo dio. Yo le dí dos –quizás tres- caladas y lo encontré agradable y suave. Luego contó unos chistes muy buenos –que no repetiré, porque no los entenderías- , y antes de que terminara mi copa ya estaba requiriéndonos para que fuéramos a un establecimiento que está en la parte vieja del Puerto del Carmen. Una especie de disco-bar al aire libre, donde se podía hablar con una cierta tranquilidad. Allí estaba Ana Aldecoa, que al principio estuvo muy simpática. Pero se la veía un tanto desbordada por la situación de su marido. Me dijo que había sido muy duro para ella no poder pasar las Navidades en casa de sus padres. ¡Figúrate, con las Navidades que he pasado yo! Pero es que Manolo está mas que despendolado. Bailaba con todas las chicas con las que se encontraba, y bebía como nunca. Cuando nos fuimos –las tres de la mañana, canarias- el tío seguía con su marcha. Parece como si hubiera decidido practicar una especie de suicidio a medio o corto plazo y que se desliza sobre esa pista a una velocidad vertiginosa.
Luego apareció un Smith de Bilbao, que no es pariente tuyo, y que estaba pasado de raya. Para él, todo su afán era encontrar un puesto en la política vasca en que se ganaran al menos 400.000 pta., para ponerle a caldo al lehendakari.
- ¿Cuántos escoltas tienes? –me preguntaba.
Y cuando le dije que dos, él me lanzó que le harían falta cuatro, pero que les iba a dar candela.
Cristina estuvo entrañable: “Pase lo que pase tú siempre serás mi tío”, dijo. Escuchó todas mis cuitas sobre ti, sobre las circunstancias en que te habías ido. En fin, respecto de todas esas cosas que llevo dentro y apenas puedo contar a nadie, como no sea a través de este procedimiento, siempre incompleto. Escribirte se parece a golpear el frontón con una pelota. Tú no estás, por más que me atormente pensando que hay unaElisaneth Von Lorensen, que me quiso más allá de lo que resulta habitual, y que se encuentra en algún lugar. Que me sigues apoyando, que colocas tu mano sobre mi hombro. Que continúas ahí, de cualquier forma. Pero no es verdad. Mi vida será lo que sea a partir de ahora, pero tendrá que construirse sin ti, como tantas otras veces, cuando tu depresión te confinaba a la cama y al alcohol. Pero entonces existía una sombra de esperanza. Hoy sólo me queda el vacío de tu ausencia y el recuerdo de lo que fuiste y de lo que me quisiste.
Las mañanas que siguen a las noches de farra resultan tristes. Como era previsible se ha cancelado la comida de los lorenzos, a pesar de que su suegra parece estar pasando por un razonablemente bueno posoperatorio. Pero es que el grupo no existe sin Antonio. De modo que he comido en “Las Vegas” una especie de atún, bastante rico.
Me anima algo la idea de salir de aquí, aunque estoy bastante decidido a volver, a pesar de que la experiencia no haya resultado en absoluto satisfactoria, en esta ocasión. Lanzarote se ha convertido en un nuevo reto para mí, y no estoy dispuesto a perder ninguna de las batallas que tenga que plantearme.

No sé si mañana. Pero es seguro que volveré a escribirte. No tengo ganas de trabajar en otras actividades literarias, por ahora.

Como siempre, guapísima, el mayor de mis besos.

1 comentario:

Sake dijo...

¿Porque mis actividades mis conocidos mis paseos no tienen ningún sentido?,todo pasa monótono y con un aburrimiento desesperado y de repente te pregunto ¿y tu que opinas? y espero y miro y resulta que no estás ¡y entonces lo comprendo todo!.