Jorge Brassens tardaría e despertarse. En la cabecera de su cama se encontraban Adelfa y Matritense, que nada más verle consciente dio comienzo a toda una serie de prácticas médicas consistentes en determinar por las evidencias externas si el sacudido consejero sufría alguna lesión interna.
Pero a Brassens eso no le interesaba demasiado. Sabía que se encontraba bien –mentalmente hablando-, pero su situación física había vivido mejores momentos. La cara tumefacta, había sangradoi con abundancia por la boca y con el golpe se le habían ido dos muelas del lado derecho, de las pocas originales que le quedaban. Su rostro parecía un homenaje al arco iris, plagado como estaba de tonalidades que navegaban del rosáceo primitivo al violáceo que se insinuaba como el color que con carácter inmediato prevalecería en su hemisferio izquierdo.
El sabor de la sangre derramada y apenas coagulada era espantoso. Podía tener sed, pero si pedía un vaso de agua es seguro que tragaría una buena ración de esa mezcolanza salival-sanguinolenta, un cóctel que no tenía seguramente demasiados adeptos.
Quería volver a casa. Pero Matritense prefería que permaneciera ahí un par de horas más, en observación.
Entonces pidió que alguie avisara a su mujer. Juanito tenía una moto, de modo que se llegaría a su casa en un santiamén. Mientras tanto Adelfa le aplicaba toallitas húmedas para relajar su cara.
En el interior de la sala de reuniones la violencia de la escena pasada iba dejando terreno a una tensión dramática. La expresión demudada, Cardidal se había sentado por fin en su silla. Los murmullos continuaban y los consejeros entraban y salían del recinto sin solución de continuidad.
A una indicación del presidente, Jiménez pidió que todos los que no estuvieran dedicados a gestiones referidas al agredido ocuparan sus lugares. Lo hicieron de mala gana, sin embargo.
- En estas condiciones no podemos continuar la reunión –dijo Martos, toda vez que se había hecho una relativa calma-. La continuaremos pasado mañana, a la misma hora.
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1 comentario:
Puñetazos y patadas en una reunión parlamentaria es algo que ocurre incluso actualmente y en la mismisima Europa, ¡por éso no se de que os asombrais!.
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