miércoles, 15 de agosto de 2012

Intercambio de solsticios (424)

En esas semanas del anunciado y traumático mes de septiembre, se dictaría finalmente el auto de la jueza en relación con el recurso de Paula. Tendría este un carácter agridulce: desestimaba la pretensión de la argentina, por una parte; pero, por la otra consideraba -de acuerdo con la opinión del fiscal- que había indicios de delito y ordenaba seguir con el procedimiento. Abatido y enfadado, Raúl se dejaba caer en el asiento de la casa de su hermano, declarando: - Esto es como los antiguos Tribunales de Orden Publico. Quería intentar hablar con la jueza y se le pasaban por la cabeza algunas tonterías de semejante tenor, pero Jorge -su hermano- y Vic -su cuñada - le harían ver que tales iniciativas no tenían sentido. El que decía estar contento era su abogado. Para él las cosas seguían su previsible curso, aunque Raúl no estaba demasiado conforme con esa opinión. Y Raul pedía a sus detectives que investigaran la evolución que tenia el negocio de su todavía mujer. Para la ocasión, se desplazó a la localidad donde la porteña tenía abierta tienda, una pareja de agentes de la empresa, haciendo él labores de vigilancia y entrando ella en la tienda. Los carteles anunciaban que el establecimiento cerraba " por traslado", lo que suponía una aseveración más del orgullo que la argentina no estaba dispuesta a reducir en sus habituales prácticas. ¿Cómo iba ella a reconocer que le había ido mal el negocio? Otra cosa fue lo que refirió una de las dependientas -seguían siendo dos- a la mujer detective: - Yo creo que es por la crisis y que cierra. Pero eso es cosa de la propietaria... Pero es que la inveterada práctica de la argentina consistía en faltar a la verdad siempre. Y esta no era una excepción.. Carmen Brassens anunciaba visita a la Villa y Corte y lo hacia con la circunspección acostumbrada en sus actuaciones. El motivo de su interés consistía en invitar a cenar a su sobrina Susana. ¿Pero era solo eso? Raúl la previno: - Tus hermanos han mantenido una distancia conveniente en relación con Paula -le dijo-. No vayas tu a fastidiarla. Carmen escuchó atentamente las recomendaciones de su hermano, pero no hizo el mas mínimo de los comentarios. Jorge Brassens supuso -y así se lo dijo a Raúl- que su común hermana había urdido un plan particular. En que podía consistir este? A lo mejor trataría Carmen -muy en su estilo de justiciera universal- de erigirse en mediadora entre Raúl y Paula, echando por tierra la estrategia que había seguido aquel hasta ese momento. De modo que Raúl volvía a hablar con su hermana, haciéndola prometer que no haría nada que saliera del programa establecido. Aún así no las tenían todas consigo, de modo que Jorge Brassens leía con particular interés el mensaje de Carmen que Raúl le reenviaba: "Con Susana contenta y amigable. Paula solo salió a acompañar a Susi". ¿Qué había pasado en realidad? Carmen lo explicaba a su hermano pasados unos días: Paula había depositado a su hija en el taxi que ocupaba su todavía cuñada con un aspecto desarreglado, inusual en ella. Sus únicas palabras fueron: - Me alegro que os acordéis en alguna ocasión de vuestra sobrina... Después de eso, Carmen cenó con Susana, a quien encontraria un tanto desconcertada con la situación -¿o la quería encontrar así? Con Carmen no se sabría nunca. En todo caso, las aguas no se habían desbordado. Al menos en aquella ocasión.

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