miércoles, 30 de mayo de 2012

Intercambio de solsticios (369)

Hoy le llevamos dos cosas: el catálogo de “Toy’s are us”, con los juguetes y regalos para las Navidades y un marco con la foto de su prima Nadia Gamazo. Nos sentamos junto a su silla anatómica y repasamos el folleto. Le gusta un perro que ladra, bebe agua y hace pipí, y algunas otras pocas cosas más. De repente entran en la sala los padres de Arcaitz, vecino de Pilar y único compañero en esos momentos de nuestra hija. Entonces Pilar tuerce el gesto y da comienzo a sus habituales ademanes de incomodidad. Sólo los detiene cuando la acuestan en la cama, le cambian los pañales, le quitan los mocos que se le producen por causa del movimiento y le doy de comer –porque quiere que sea yo quien lo haga-. Es la forma en que ella puede comunicar un cambio de situación, cualquier clase de atención sobre su persona. Después le pongo muy a la vista la foto de Nadia. Lorsen le dice que son muy parecidas las dos. Pilar asiente, satisfecha de conocer a su nueva prima. Le han puesto su vestido rosa, a juego con los uniformes de las auxiliares. Es un día de los clásicos del Bilbao de antaño: niebla, sirimiri y cielo gris. Pilar está regular. Aunque me recibe relativamente contenta, enseguida me hace que no con la cabeza y me suelta sus acostumbradas pedorretas. Mi visita discurre en un día de labor por la mañana, así que me encuentro con todo el equipo médico habitual. Julián Castillo, por ejemplo, que asegura que él sale en la foto de Julen Guerrero. Efectivamente el futbolista le ha visitado a Pilar, como en otras ocasiones, y en la instantánea se puede observar –si uno se fija mucho, claro- el extremo de una barriga que sobresale de una bata blanca, también una cadena de oro de la que cuelga una alianza, que es como la acostumbra a llevar el médico. Pasa también por la cama de Pilar, María Hermosa, que me dice que le ha gustado mucho mi libro “sin perder la dignidad...”. E iseko Begoña, la tía más tía de todas las enfermeras que tiene Pilar, le dice –Begoña le dice las cosas a mi hija con tanto cariño que ella le sonríe como si se la fuera a tragar de lo contenta que se pone- que la niña es una “sorgiñe”, y que ya no va a ser más “laguntzu” de ella. Divertida, mi hija me despide con tres sonoros y rotundos besos. Hoy la visita ha ido a mejor a medida que pasaba el tiempo.

No hay comentarios: