lunes, 28 de mayo de 2012

Intercambio de solsticios (367)

Somos una familia, agregaría Raúl, nos queremos todos, nos lo hemos demostrado no sólo con palabras sino con hechos, y sería contradictorio con lo anterior el que no haya reunión. Habrá que encontrar el día en que todos podamos y adelante. Eso era un “deesideratum”, nada más. Eso de la familia y todo eso… -comentó Brassens. Bien, pero era una forma de pedir la reunión –observaría equis-. Luego seguía Raúl con otro punto en el que decía que, con toda delicadeza, creía que había que informar a su madre de la realidad de su situación financiera. Que estas cosas, agregaba, pueden ser delicadas y crear inquietudes, pero no hay nada mejor que ser conscientes de la realidad en esta vida. En eso tenía toda la razón. Y continuaba asegurando que, una de las cosas que la vida le había enseñado era que es infinitamente mejor conocer la realidad y que se ganaba muy poco con ocultarla. Pues iba totalmente en contra del criterio de sus hermanos. Ya. Porque no hubo contestación a ese correo. Ni tampoco reunión, supongo. Tampoco. ¿Y el siguiente capítulo? –preguntó Brassens. Se produce en torno a los meses de abril y mayo de 2.011. Vamos a él, si te parece. A él vamos. Santiago Jiménez volvía a la carga con lo de la compra del apartamento del barrio de Salamanca. La gestión que hizo fue bilateral, esto es: habló con cada uno de los hermanos, quienes le fueron dando uno por uno su conformidad. ¿Y Leonardo? Ahí estaba la cosa. Como Santiago sabía que Raúl tenía una buena relación con Leonardo, le pidió que fuera él, Raúl, quien le pidiera su conformidad. ¿Tanto le temía? No lo sé. Raúl habló con Leonardo y este le dijo que si quería pedirle algo que hablara directamente con él. Era lógico. Así que Santiago le llamó. Leonardo volvió con su cuestión previa: no había acuerdo por su parte si no existía previamente una reunión… Ya. Santiago le contestó que él no iba a provocarla, ya que no todo le mundo estaba de acuerdo con ella. Pero luego hubo unas interferencias telefónicas y s cortó la conversación. Finalmente Santiago escribía un correo a su hermano. ¿Y qué le decía? Empezaba con que le escribía porque hablar con él no era fácil. Que, o estaba muy ocupado, lo cual entendía y compartía, o la cobertura de su móvil no funcionaba muy bien. ¿Y?

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