lunes, 28 de noviembre de 2011

Intercambio de solsticios (277)

- ¿Y al segunda de las cosas que le dijo Alfonso a Leonardo? –preguntaría Brassens.
- Bien –dijo equis introduciendo nuevamente uno de esos giros parsimoniosos que le eran habituales-. Para contar eso es preciso abrir un nuevo paréntesis.
- Tú dirás –le animó Brassens.
- Alfonso Jiménez era un señor con una cierta trayectoria a sus espaldas –anunció equis mirando hacia el cielo-. El caso es que, en su juventud, le habían ofrecido un puesto de trabajo oficial en Guinea Ecuatorial y él lo había aceptado. En aquella época Alfonso estaba saliendo con una chica… Bueno, te diré que es de esas mujeres bastante mandorrotonas; aunque, según me ha llegado, se trata del único tipo de chica que Alfonso podría tener para seguir con vida en este mundo. Se trata de una persona que, o bien se le ata en corto o es capaz de meterse en los líos más extraños…
- Me estás diciendo que se casaron para luego ir a Guinea –avanzaría Brassens.
- Así fue. Se casaron y se fueron de viaje de novios y de todo lo demás a Africa, para fijar su residencia en Malabo. El caso es que el asunto duró unos cuantos años. No sé –dijo pensativo equis-, cuatro, cinco… lo cierto fue que volvieron enamorados del país y del continente: se hicieron africanistas.
- Ya.
- Andando el tiempo descubrieron que no podían tener hijos. Y ella necesitaba esa experiencia, de modo que se pusieron en la cola para la adopción.
- ¿Y?
- Que quisieron adoptar un niño guineano. Por lo tanto, negro.
- Bueno. Eso ya no es un problema tan grave en España –observó Brassens.
- No te creas eso –aseveró equis-. Todavía hay mucho racista en España. Y en la familia de los Jiménez y los de Vicente no es precisamente un “rara avis”.
- Ya. Lo comprendo, aunque no lo comparto –dijo Brassens.
- Bien. Precisamente, una nieta de Santos de Vicente estaba jugando en un jardín con el muchacho –explicaría equis-. Se supone que los dos niños estaban encantados, pero su madre…
- Prima por lo tanto de Alfonso Jiménez…
- Eso es, y tía segunda del adoptado… -pues esa chica torció el gesto y pidió a su hija que dejara de jugar con el chico, aduciendo no sé qué excusa de poca monta.
- Con lo cual, el tal Alfonso estaría que trinaba contra su prima.
- Te lo puedes imaginar. Estaba esperando devolvérsela algún día…
- Y este podía ser el momento –comentó Brassens.
- Podía serlo, desde luego. Como ocurre muchas veces en la vida, hay ocasiones en las que se combinan las cosas: la oportunidad y la necesidad. Y esta bien podía ser una de ellas –agregaría filosóficamente equis.

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