viernes, 11 de noviembre de 2011

Intercambio de solsticios (267)

Córdoba, 1 de diciembre de 2.003

Querida Lorsen:
Te escribo desde esta bella ciudad andaluza. Estoy aquí para asistir a una reunión del PP, pero se ha suspendido a última hora por la muerte de siete españoles en Irak, de modo que volveré a Bibao esta tarde.
Pilar, que es una chica encantadora, quería que saliera ayer de Cruces –era domingo- una hora antes de lo normal, para no perder el avión.
Pero el motivo de estas letras es el de contarte los dos sueños en que tú has aparecido esta noche.
En uno, estábamos en un barquito en alta mar, y yo tenía que recoger el ancla, un ancla desproporcionada para el tamaño del barco. Te pedía que la metieras pronto, porque a lo mejor me podía sorprender un tiburón. Pero tú estabas también empapada de agua, y el gesto torcido, como si te doliera algo.
Luego estábamos en una casa nuestra –creo que el apartamento de Lanzarote-. Se había despegado un gancho de la pared del cuarto de baño y yo te lo daba para que lo arreglaras. Era consciente de que irremediablemente te ibas a morir pronto, así que te pedía un abrazo. Me lo dabas sentada. Yo sentía tu olor. De pronto me decías:
No te acerques mucho a mí, porque tengo papel higiénico en el bolsillo...
No importa –contestaba yo, riéndome-. Así es como eres.
Es curioso, guapa. Ayer mismo no sabía muy bien si había llegado ya el momento de concluir con estas cartas. No puedo –porque te sigo queriendo.

Un beso.

1 comentario:

Sake dijo...

Te sigo escribiendo aunque sé que mis cartas no tienen destino, pero ¿qué puedo hacer? no he perdido la costumbre de hablar contigo.