Esa mañana la reunión se puebla de activistas saharauis vestidos con sus darrás azules del color del cielo limpio que nos van a contar sus experiencias en los territorios ocupados. Pero todavía quedan algunas comunicaciones que ofrecer a la asamblea que se intercalan de forma desordenada entre las declaraciones de hombres y mujeres saharauis. Hay un mexicano que proclama entre algún que otro aplauso que estos 35 años no han servido para nada, el moderador le conmina a que concluya su discurso –políticamente incorrecto en esa Convennción- que es en realidad la otra cara de la moneda de los debates saharauis: la de quienes piden una mayor radicalización en el conflicto.
Pero la mayoría de las intervenciones alude de manera genérica a torturas y vilezas marroquíes sobre los ciudadanos saharauis en los territorios ocupados, en una suerte de guión preestablecido que no entra apenas en materia de lo vivido realmente. Y no lo digo por exigir un tono de morbosidad a los relatos, sino para que alguien pudiera facilitar imágenes reales de lo que se vive en esos lugares.
En todo caso, la representación saharaui saluda muchas veces las intervenciones con gritos de apoyo y repetición de slogans, convirtiendo el acto en un “agit-prop” de los años ’60 de los países no alineados o del tercer mundo.
Previo a la conclusión, el Primer Ministro de la RASD interviene en un tono algo más enérgico que lo habitual. Parece que está convencido de que la diplomacia a secas resuelve pocas cosas en este mudo de la imagen que nos invade y acepta expresamente la idea del envío de una flotilla a la zona saharaui ocupada por Marruecos.
Luego se procede a la lectura de la Declaración, que votada a mano alzada por los asistentes, es aprobada por la asamblea.
Por la experiencia de mi viaje anterior, me preocupa la burocracia del aeropuerto de Argel, pero sigo el consejo de Carlos y nos quedamos a comer en el hotel. La salida de nuestro convoy no está exenta –es inevitable- de retrasos, pero nos abre paso un motorista de la policía. Es domingo, hay controles y el atasco cierra las carreteras que rodean la ciudad.
En el aeropuerto, los controles son los mismos, pero esa tarde no hay gran afluencia de público, de manera que superamos todos los “scanners” y a todos los policías en un tiempo récord. Lo que nos permite visitar con calma las tiendas del aeropuerto, tomar una coca-cola e incluso trabajar en el ordenador.
El vuelo trascurre puntual y sin problemas. Tras despedirnos de Bucharaya y de los demás compañeros nos acercamos a la salida del aeropuerto. El viaje a Argel ha concluido y con él decimos hasta pronto a nuestros compañeros –hermanos- polisarios.
La próxima cita será el 13 de noviembre, en que celebraremos (¿) el 35 aniversario de los humillantes acuerdos que dejaron al Sahara dividido y sin derechos. Pero la historia no se detiene y es de los pueblos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hermano ¿porqué la oración no nos sirve de nada? acaso Dios nos ha abandonado a nuestra suerte o es quizás que no hemos actuado adecuadamente y con la suficiente contundencia.
Publicar un comentario