miércoles, 4 de agosto de 2010

Intercambio de solsticios (72)

- Buenos días. ¿Cómo estás? –saludaba Adelfa a Jorge Brassens. Parecía evidente que las actitudes xenófobas se retroalimentan mutuamente: Juanito despreciaba de manera olímpica a la africana y esta hacía lo propio con el chino.
- Bien ¿Y tú? –contestó el español alargando la “u”a la manera que le era caracterísitica a algunos bilbaios.
- Sobreviviendo –dijo Adelfa mirando hacia la mesa de la sala de reuniones.
- ¿Hay algo que no va bien? –inquirió Brassens.
- ¿Hay algo que vaya bien por aquí’ –proseguía Adelfa.
- Tienes razón –convino su interlocutor.
- Acabo de venir de una residencia para ancianos que era la embajada de Holanda, ya sabes: a un paso del Paseo de la Habana. Pensábamos que podríamos hacernos cargo de ella con personal voluntario. Vengo espantada, como si hubiera salido de una película de terror… -la cara de Adelfa aparecía visiblemente demudada, en efecto.
- ¿Qué ha pasado? –esta vez fueron los dos, el chino quienes preguntaron al unísono.
- Esta noche ha habido un atraco en la residencia. Los ladrones han exigido a los ancianitos que les entregaran todo lo que tenían. Algunos no han querido, porque de perderlo todo, ¿qué podían hacer si se les presentaba alguna necesidad? Ya sabéis –generosamente la africana integraba al chino en su explicación-: muchos de ellos no tienen ya familias o no saben dónde están sus hijos o sus sobrinos…
Adelfa suspendió su narración. Estaba claro que no había terminado. Sólo qquería tomar un poco de aire. Sus interlocutores siguieron expectantes este gesto.
- A esos pobres viejecitos los mataron –anunciaría finalmente.
- ¡Qué horror! –exclamaron Huang y Jorge.
- Lo he visto con mis propios ojos. Lo acabo de ver. Algunos cadáveres estaban aún en el suelo, en medio de charcos hechos de su propia sangre. Tenían su ropa destrozada. Otros estaban en sus habitaciones ya. Los habían recogido. Pero se veían los cajones de las mesillas y de los armarios abiertos de cualquier manera y la ropa y las cosas tendidas en el suelo…
Los dos hombres no sabían que decir, de modo que se hizo un silencio dramático en la entrecortada explicación de Adelfa.
- Pero eso no es lo peor de todo…

1 comentario:

Sake dijo...

La falta de piedad y el crimen ¿van unidos a tiempos de crisis?, parece que la falta de piedad y el crimen siempre estan presentes pero se incrementan en tiempos de crisis.