martes, 5 de enero de 2010

Los retos de Zapatero

Europa y la Unión que vincula a los 27 países que la componen en la actualidad ha vuelto a salir a escena. Viene a ser este un año europeo para España y lo será quizás más el próximo, porque a las recientes elecciones que acabamos de celebrar al Parlamento de la Unión se une ahora la Presidencia española en el primer semestre de 2010, lo que no resulta poca cosa si se piensa en lo lejanas que resultan las políticas que proceden del resto del continente para el ciudadano español de a pie y para los medios de comunicación que se encargan de difundir las noticias que a ese espacio se refieren.
Zapatero afronta este reto desde una posición de improbable éxito. El refrán evangélico, que ha devenido en certísimo, incluídos los no creyentes en la extensión de su veracidad, dice que "por sus hechos los conoceréis". Pues bien, las realizaciones del presidente español avalan una trayectoria ayuna en reformas pero repleta de eso que la nueva parla política celtibérica viene calificando de "buenismo".
Habrá que suponer que Zapatero le tiene pavor a las reformas, ya que huye de ellas como gato escaldado. Siempre que se trate de las reformas que la economía y la política precisan y que los ciudadanos demandan, claro. Porque el presidente español se ha demostrado un avezado impulsor de las reformas imprudentes que a medio y largo plazo –si no a corto- amenazan con poner en serio riesgo nuestra convivencia. Entre estas últimas, los Estatutos de “tercera generación”, que ya empiezan a recurrir a generosas dosis de bilateralidad, la cual es más bien patrimonio de los sistemas confederales: la misma financiación de las autonomías, que paga gasto corriente con deuda pública, lo que no deja de suponer un contrasentido respecto de la administración más correcta de la Hacienda Pública; la extensión del PER al conjunto de la ciudadanía desempleada en España y sin insistir en la necesaria formación de los parados y la economía de las tecnologías –el tiempo dirá si la nueva ley de “economía sostenible” será algo más que otro de los brindis al sol a que nos viene acostumbrando el presidente.
“En que se ve tan famoso y en tan buena estimación…”, decía el poeta, Zapatero recibe la presidencia semestral de la Unión. Y lo hace además en un momento clave: el del inicio de la aplicación del Tratado de Lisboa, que tras un tortuoso camino de reservas, reformas y menudencias de todo signo entra en vigor este 1 de diciembre.
Ya se sabe que las leyes tienen su importancia, pero la tienen más los reglamentos –como recordaba con su habitual perspicacia ese gobernante español de la Restauración que era el conde de Romanones-. Y la tienen también las interpretaciones que se hacen de unas y otros. En ese sentido, el impulso que proporcione la presidencia española a ese Tratado resultará clave en el devenir de nuestra Europa. Quizás porque, “el que da primero, da 2 veces”.
Y se produce además esa presidencia en un tiempo de profunda crisis, en la que las reformas son, más que necesarias, imprescindibles, pese a que no sea ese el criterio del presidente español. Reformas que tocan al sistema financiero y económico, la configuración del nuevo cuerpo diplomático europeo con la dotación presupuestaria de 50.000 millones € -o sea, unos 5 puntos de PIB español-, la reforma de la PAC –que viene a ser la extinción de ese presupuesto que ha venido drenando los recursos del presupuesto comunitario y que tanto afecta a nuestro país… ´´Unase a todo esto, la nueva política de inmigración, las relaciones trasatlánticas, el G-20, las Unión Mediterránea o las relaciones con América Latina –tan cercana en el corazón y tan ausente en las políticas-. Y seguro que muchos de mis atrevidos lectores podrían añadir asuntos a la serie que vengo de proponer.
¿Podrá el presidente Zapatero poner en marcha tal elenco de reformas cuando su balance resulta tan magro a escala nacional? Me temo mucho que no, y eso que me encantaría equivocarme. España ha dado un ejemplo que me recuerdan los embajadores de los países del Este de la UE con quienes me vengo entrevistando en lo que concierne a la utilización de los Fondos Estructurales para su desarrollo económico, fue el país que supo “hacer los deberes” para entrar en el euro y ha defendido una línea europeista que otros países de la Unión con más años de experiencia en el club no demuestran salvo en las declaraciones oficiales –y eso en el caso de que lo hagan.
Pero quien no es capaz de emprender las reformas en casa, ¿por qué motivo las va a realizar a escala europea? Esa viene a ser la pregunta del millón. A la que la respuesta más probable se conjugará probablemente también con frase de refrán: “Consejos vendo, para mí no tengo”.

4 comentarios:

Sake dijo...

A Zapatero lo que realmente le importa es la foto, la foto vende, la foto proporciona votos que es lo importante para él y la foto con Obama parece ser que ya la tiene, lo demás de la igual.

Antonio Valcárcel dijo...

...Es fácil criticar e incluso puede ser un sano ejercicio de la democrácia. Sin embargo, lo que deseamos los ciudadanos de a pie son resultados y requerimos a quienes producen las críticas, en este caso al Gobierno son programas coherentes para salir de la crisis y si esto no sucede no vale el cambio de líder o la simple alternancia. Como dice el refrán: "A río revuelto, ganancia de pescadores" No queremos pescar con dinamita, queremos que nos den una caña y nos enseñen apescar. Algo en lo que incide Vd. de los 400€ es decie PER para todos.
D. Fernando pase de la crítica constructiva y ofrezca soluciones reales.

Unknown dijo...

Hombre d. Antonio,los que cobran por tener soluciones son los que gobiernan ¿no?
LOs que ganaron las elecciones prometiendo sacarnos de la crisas son los que gobiernan ¿no?
Los que prometieron el pleno empleo son los que gobiernan ¿no?
Y así un montón de cosas; y ahora que deberían cumplir ¿les piden a los demás que les resuelvan los problemas ?¿Que calificativo cree usted que es el adecuado

Antonio Valcárcel dijo...

...Execrables son aquellos que teniendo soluciones para sacarnos de la crisis se rebozan en la propia situación para tratar de ganar las elecciones. ¿Donde está el amor a los ciudadanos y a la patria o patrias? Las promesas, en general, son para los partidos un asunto de incumplimiento reiterativo acompañado de índoles mafiosas incidentes en el enriquecimiento fácil e incluso delictivo.
No se puede pretender ganar las elecciones con otras promesas, mientras tanto, el pueblo de igual manera: “más paro obrero”.
Soy de los que reconozco que en tiempos de bonanza económica es mucho mas fácil gobernar, gobernar contra corriente -sólo lo hacen los salmones-. Por cierto, magnífico pez capaz de morir en el mismo lugar donde nace para que sus congéneres recorran su mismo camino y destino: río y mar. Un mar de 300.000 personas con sus maletas salieron de Euskadi, ¿cuando volverán? No es que dude de la buena voluntad de Mariano Rajoy y su equipo de personas con seguridad muy cualificadas. Sin embargo, siento que España vale mucho más que unas simples ventajas electorales, aprovechándose de la crisis.