jueves, 28 de enero de 2010

Aminatou Haidar

Una llamada hacia las nueve cuarenta y cinco de la mañana de este mismo lunes. Es Rosa Díez. Me anuncia que Aminatou Haidar nos va a visitar en la sede. Rosa está viajando, de modo que la conversación resulta un tanto desconcertante.
Tengo una reunión –que levanto con alguna precipitación- y me dirijo hacia Cedaceros. Rosa ha llegado ya.
Muy poco después me indica que vaya a su despacho: Mayka Paniagua, Carlos Rey y Jesús Patiño están en la puerta de la sede esperándo a Aminatou.
Llega puntual. Viste una túnica en la que se advierten los colores amarillos y rojos, de un tono quizás apagado; se toca la cabeza con un pañuelo y un largo abrigo negro la protege de este inclemente frío de Madrid. La acompaña Bucharayu, que es el delegado del Polisario en España, quien durante su viaje a la Meca se ha dejado crecer la barba.
Rosa invita a Aminatou a que se siente junto a ella en el sofá dos plazas rojo -¿magenta?- que hay en su despacho. Lo primero que adviertes es que existe una buena relación entre las dos mujeres.
A petición de la portavoz de UPyD, Aminatou cuenta su historia reciente: que su casa se encuentra vigilada –podría haber dicho que “sitiada”- por la policía marroquí, que su salida hacia el aeropuerto fue “escoltada” por 4 coches policiales y 2 motoristas y que la filmaban durante el trayecto, y que la cuestión del papeleo se repitió otra vez en el aeropuerto, aunque en esta ocasión en forma más de opereta que de otra cosa. Y es que Aminatou volvía a declarar su condición de saharaui en el impreso oficial. Entonces volvieron a sonar los teléfonos en búsqueda de consignas que indicaran a los guardias de fronteras lo que debían hacer –los regímenes que carecen de leyes siempre se encuentran al albur de las instrucciones políticas-. Pero Aminatou, desde su falsa apariencia de debilidad física y con su voz suave, se plantaba ante la funcionaria:
- Yo no me voy a quedar aquí, esperando, de pie. Me voy a sentar allí y cuando hayan resuelto ustedes sus problemas me llaman.
Pero no transcurrieron muchos segundos antes de que la tranquilizaran:
- No hay ningún problema. Puede usted viajar.
Nadie diría que esta es la mujer que le ha plantado cara al régimen de Mohamed VI, ese hombre que acumula un poder que supera a los que tenían los reyes medievales, y a un gobierno español, que pretendía gestionar su entrada en España como un servicio más a esa corona del Magreb a cuyas órdenes tantas veces se rinde nuestra diplomacia.
Y Rosa lo explica con palabras sencillas y certeras: “No creían que ibas en serio”. Y cuenta la patética conversación con la Vicepresidenta De la Vega, cuando esta pretendía que convenciera a Haidar para que se dejara alimentar o ingresar en un centro sanitario. Bucharayu afirma también que las autoridades españolas presionaron al Polisario para que que desistiera. “Pero Aminatou es ella, no es el Polisario”, afirma.
Hablamos de los hijos de Aminatou. Cuando supo que su madre volvería a viajar a España el pequeño no quería que se fuera, la angustia de la actitud de Aminatou ha sido muy fuerte para él. Hablamos de su salud física, de los órganos que se han visto dañados por el descomunal esfuerzo emprendido por ella. Pero Aminatou se expresa con palabras tranquilas y nos asegura que todo va de acuerdo con lo que puede resultar habitual -¡habitual!- en estos casos.
Aunque Aminatou deja buena parte de las cuestiones políticas a la opinión de Bucharayu, ambos coinciden en la importancia de la mediación norteamericana –y la francesa-. Y el representante polisario agrega: “Estados Unidos no quiere que haya un conflicto allí”. Y pronostica que Marruecos enviará a un embajador “más duro” a España.
Ha pasado una hora. Aminatou parte de viaje hacia Sevilla, donde será atendida por otros médicos. Le ha agradecido a Rosa su gestión. Y Rosa repite: “Siempre he entendido que yo no tenía nada que recomendarte. Sólo que estaba a tu disposición. Algunos han dicho que era una oportunista. Pero, ¿por qué no lo han hecho ellos mismos?”.
Y esa mujer se dirige hacia la calle, en su grandiosa levedad, demostrando de qué cosas se es verdaderamente capaz cuando se actúa desde la dignidad y la convicción.
“¡Y es una mujer lista!”, nos dice Rosa cuando entramos en la sede para perdernos cada uno en nuestras tareas cotidianas.

1 comentario:

Sake dijo...

Toda victoria contra la tirania es motivo de alegria para los amantes de la libertad y la ley que ampara los Derechos Humanos, por éso el ejemplo de Aminatou Haidar es tan importante para todos los amantes de la justicia.