jueves, 12 de noviembre de 2009

Los retos de López Garrido

El Colegio Universitario San Pablo – CEU en colaboración con el Real Instituto Elcano celebraba hace algunas fechas un seminario sobre los retos que debía asumir la próxima presidencia española de la Unión.
Intervenía para precisarlo el Secretario de Estado para la UE. El responsable político planteaba la actitud española previa a la presidencia como la acción sobre un mundo previsible: ese mundo que existía en las pasadas décadas que a decir de algún filósofo de pocos vuelos significaba e final de la historiA. Y eso porque el crecimiento era ya un dato irrevoacable y las crisis económicas ya no existían en un mercado global que apenas necesitaba de ajustes. A decir de López Garrido se trataba del triunfo del liberalismo –aunque algunos entendemos que lo liberal no siempre significa la ausencia de controles externos a los instrumentos económicos. Esto ha saltado por los aires.
También ha quedado atrás la idea de 2 bloques enfrentados entre sí y Europa ha sido el escenario de la caída del muro -que ahora conmemoramos- con su ampliación haccia el este.
Hay un primer desafío que es el económico. Según el Secretario de Estado, “nadie esperaba la crisis” (deberíamos decir más bien que algunos, como es el caso del Gobierno español, no quisieron verla). La crisis cambiará la presidencia. López Garrido se pregunta si seguirán existiendo los estímulos fiscales y hace una reflexión sobre los sistemas de regulación financiera y cómo el Parlamento Europeo que viene del Tratado de Lisboa tendrá capacidad normativa sobre las reglas regulatorias. Por otra parte, nos encontramos ante la necesidad de definir reformas estructurales a escala económica europea (afirmación del Secretario de Estado bastante curiosa si se piensa que este es el Gobierno español que menos reformas ha acometido a lo largo de la historia de nuestra reciente democracia). Coincidirá la presidencia española con la reflexión del grupo que preside Felipe González en lo que se refiere a la coordinación de las políticas económicas y la incardinación de Europa en el G-20 con acentos y características propias y no sólo la de sus países integrantes.
La política energética sería la segunda prioridad. La crisis político-económica entre Rusia y Ucrania ha puesto encima de la mesa la importancia de la seguridad en el abastecimiento. Ocurre que no existe política energética europea (tampoco la tiene España, podríamos añadir). Y, como continuidad a la presidencia sueca, habrá que prestar atención al cambio climático respecto del cual ya existe la previsión de un Copenhage-2.
El tercer reto del cuaderno de notas de López Garrido se refiere a la construcción europea. Después de 8 años “mareando la perdiz” del debate constitucional en la Unión, finalmente se ha aprobado el Tratado de Lisboa y su ejecución primera se producirá bajo la presidencia española. Un tratado que –siempre según Garrido- viene a suponer el 98% de la non-nata Constitución. El Secretario de Estado piensa que el Presidente del Consejo no actuará como una epecie de “chairman” de la Unión, aunque dependerá de su personalidad –lo mismo ocurrirá con el Alto Representante. Y, continuando con el capítulo de las cosas inesperadas, lo son también una Comisión Europea de 27 miembros –uno de los precios del “sí” irlandés, la iniciativa legislativa popular –mediante un millón de firmas-, la Convención Europea de Derechos Humanos…
En un mundo multipolar, Europa no constituye todavía uno de sus polos y hay que construirlo a través de la política exterior. López Garrido se refiere a supuestos como el conflicto con Rusia, que la presidencia española tendrá un sabor mediterráneo con la cumbre mediterránea que se celebrará en Barcelona, la actualidad siempre vigente del conflicto en Palestina.
La agenda española deberá preocuparse también de la inmigración y de la integración de los inmigrantes en la sociedad europea.
Y el último capítulo –pero tampoco el menos importante, “last, but not least”- es el relativo a la ampliación. Está el conflicto entre Croacia y Eslovenia, la posiciónde Francia y Alemania respecto de la sdmisión de Turquía –que tendrá que hacer sus deberes, se supone que democráticos- aunque España acepta su integración.
Esta vino a ser la intervención del máximo responsable de la política europea de la Administración Zapatero. Algo así como el refrán popular: “Consejos vendo, para mí no tengo”.

1 comentario:

Sake dijo...

El problema del gobierno, es que no sabe y no contesta. Si es incapaz de ver los problemas aqui, es su territorio ¿que podrán hacer en Europa?, nada de nada. Son como pobres ciegos que no saben a donde van. Pobrecillos necesitan dejar el gobierno y descansar.