jueves, 2 de julio de 2009

Los diputados no dan la cara

Muy poco después de que concluyeran las elecciones europeas, me sorprendía una noticia que colgaba de una página de un diario digital. Según afirmaba, en la sede central del PSOE había resquemor contra algunos de sus diputados nacionales que no habían querido "dar la cara" en favor de la lista que presentaba su partido. Semejante actitud -siempre según el periódico digital- se justificaría en la crisis y en la singular manera de abordarla por parte del Gobierno.
Este comentario no se quiere referir a la causa del aludido comportamiento -la crisis- sino a ese conjunto de diputados que habrían desertado de sus obligaciones en horas críticas como son las que estamos atravesando.
Vaya también por delante una salvedad; este no podría ser un comentario exculpatorio de quienes no están dispuestos a explicar las cosas cuando las cosas van mal, porque cuando van bien generalmente se explican por sí mismas -además que generalmente no se encuentra detrás de su buena marcha el particular talento de político alguno-. Hay quienes pensamos que los seres humanos deben mantener -y a cualquier precio- su dignidad, esa característica que debiera acompañarnos hasta la tumba, aunque no deja de ser cierto que en algunos supuestos queda esta virtud abandonada en las cunetas de los caminos.
Dicho lo cual no deberíamos olvidar la escasa consideración que el sistema político español concede a sus diputados. No me refiero desde luego a los emolunentos y prestaciones por ellos recibidas, sino a la capacidad de intervención política de nuestros diputados en las decisiones que nos afectan.
Cualquiera que haya seguido los momentos de una votación en el Congreso de los Diputados observará como los desiertos escaños durante el debate, se nutren de los diputados llegados en avalancha y procedentes de despachos, bares y situaciones aledañas diversas. En uno de los bancos situados en la primera fila, uno de los diputados levanta su mano de la que emergen uno, 2 ó 3 dedos y que significan que el voto del diputado debe ser favorable, contrario o de abstención. Disciplinadamente los diputados se aplican en pulsar la tecla correspondiente, de modo que las luces del resultado provocan un cromatismo cuasi perfecto en la pantalla que representa el hemiciclo: los diputados han votado, y han votado "bien".
Claro que no deja de ser notable el automatismo que esa actividad comporta. Sólo uno o 2 -3 a lo sumo- parlamentarios de cada grupo -por más numeroso que este sea- acostumbran a estar al corriente del sentido del voto en cuestión: el interviniente -que como "Juan Palomo" se lo guisa y se lo come todo-, el responsable de su área -en el caso de que no lo sea él mismo- y el diputado del dedo en ristre.
No puede extrañar entonces que a los diputados en España se les seleccione exclusivamente por la confianza, no por su inteligencia o su adecuación a las funciones que les sean encomendadas; menos aún por el grado de cercanía a sus representados, que las más de las veces ni siquiera los conocen. ¿Cuántos diputados cuentan verdaderamente en los grupos mayoritarios -es decir, cuántos trabajan? ¿Un 10% del total? ¿No será mucho decir?
Los diputados españoles tienen por lo tanto la característica de auténticos autómatas. Consuélense, sin embargo: no somos los únicos. Así que no resulta extraño que Berlusconi reclute sus candidatas al euro-parlamento entre las que mi padre calificaba burlonamente como "chicas guapas" o que -tiempo atrás- publicara anuncios en la prensa y pasara a los diputados del que sería su grupo por una empresa de selección de personal: por lo visto, da lo mismo elegir diputados que "velinas".
Por eso nuestros diputados no se sienten involucrados en las decisiones que adopta nuestro Gobierno para salir de la crisis. Otra cosa es que las critiquen: eso sería poco menos que morder la mano de quienes les dan de comer. Por eso, su respuesta consiste en no dar la cara.
Existen otros sistemas, por supuesto. El del Reino Unido, por ejemplo, en el que, con todas sus imperfecciones, los diputados deciden si soportan o no al "Premier"; ese sistema en el que Sir Winston Churchill pudo empezar su carrera política como conservador, continuar como liberal y concluirla nuevamente entre los "tories", y sin tener que abandonar el escaño: él mismo lo había ganado en una única circunscripción y lo mantenía conservando todos los días el favor de sus electores. Y existe también el sistema de las listas abiertas, que contribuyen del mismo modo a sustituir las manifiestamente mejorables democracias de partidos por las menos imperfectas democracias de ciudadanos. Pero ninguno de estos se parece al sistema español. Todavía.

2 comentarios:

Sake dijo...

Es que conseguir ser Diputado en el Parlamento Español, es conseguir un empleo muy bien remunerado sin tener que hacer prácticamente nada, por éso imagino habra "ostias", por conseguir entrar en las listas. Luego si estás pues votas lo que te digan y si no pues no pasa nada. Eso sí eres un Sr. Diputado y éso dice mucho y viste mucho. Y digo yo ¿Eso se puede cambiar?, creo que UPyD piensa en ello oye.

Antonio Valcárcel dijo...

Estimado Fernando:

Es evidente que en el seno de un partido transversal como lo es UPyD se defiendan posturas desde sus más altos líderes y no sean estas coincidentes con toda la militancia. Quizás, pretendiendo dorar la píldora a grupos económicos y energéticos como son los implicados en la gestión y cuentas de resultados de la Central Nuclear de Garoña; sea pues, un bocado para nuestro partido que nos han negado la sal y el pan en matería de financiación económica para las campañas. Pero, no es de recibo, al menos para mi, apostar por crear incluso una Garoña II. Sería como comulgar con ruedas de molino:
! No Gracias, yo soy antinuclear! Por tanto, soy coincidente por esta vez con el Presidente Rodríguez Zapatero. De lo contrario debería de renunciar a unos ideales que llevo intrínsecos desde toda mi vida, aún reconociendo y sintiéndolo mucho por el resultado nefasto de pérdidas de puestos de trabajo y el retroceso económico y social que supondría o supondrá el cierre de Garoña para su alrededores. Y GAROÑA II quede descartado, pese a las "buenas intenciones" de algunos de nuestros líderes, es mi opinión personal.

Boletín de UPyD:

Con respecto a la decisión de cerrar la central nuclear de Garoña, nos parece que lejos de atenerse a criterios técnicos, económicos o medioambientales, lo que se está haciendo es demagogia. Rosa Díez, - acompañada por Gorka Maneiro-, visitó la Central el pasado lunes 29 de junio y aprovechó para anunciar que el grupo de expertos de UPyD se mostraban partidarios de combinar en el mix energético la energía nuclear con las renovables, aconsejando no sólo la continuidad de la planta existente, sino la construcción de un nuevo reactor en las mismas instalaciones del Valle de Tobalina, una Garoña II.

Somos un partido que admites las dicrepancias? Sino lo siento, es lo que pienso.