jueves, 13 de marzo de 2008

Mondragón no es Ermua

Los seres humanos adornamos con ritos preconcebidos los acontecimientos sociales. Las diversas confesiones religiosas tienen establecidos los rituales que acompañan al ser humano desde su nacimiento -el bautismo- hasta su muerte -el funeral-. Ritos que lo acompañan en los momentos más importantes de su vida y respecto de los cuales la sociedad observa atentamente el grado de su cumplimiento: ya no se trata de si aquélla persona sea o no religiosa, lo que no se le puede permitir es que sea asocial.
León Felipe decía que son los cuentos los que, incansables, acompañan a las personas. ¿Son los ritos unos cuentos? Es posible, siempre que carezcan de contenido: una matrimonio de conveniencia, por ejemplo, no es sino una impostación.
Pero hay ritos que la sociedad crea prescindiendo de la confesión religiosa que corresponda. Se pretende que sean integradores y respetuosos de las convicciones personales de cada uno. En el País Vasco existe un elaborado rito que se refiere a las víctimas del terrorismo. Se sabe dónde se concentra uno y a qué hora desde que se conoce la noticia del asesinato, se asiste a los servicios religiosos o a los oficios civiles y se convoca una gran manifestación que cierra el episodio. Los hay también para los aniversarios, en el caso de los muertos de partido, recordados por sus compañeros y simpatizantes con misas y/o ofrendas florales que congregan a un más reducido público.
Son positivos los actos rituales, sin duda. Nos ofrecen un marco de seguridad en el que podemos ejercer nuestro derecho a la dignidad y al civismo. Pero no deben quedar carentes de un profundo sentimiento: el dolor; la rabia, a veces incontenibe; la exigencia firme a los partidos para que actúen de una determinada manera...
Pero Mondragón no es Ermua, donde quienes llegábamos desde fuera para velar el cadáver de Miguel Ángel Blanco éramos sólo testigos de la noble ira -¿dies irae?- de todo un pueblo. En Mondragón hemos sido protagonistas los forasteros. Hemos ocupado el escenario de las calles de ese municipio durante apenas un par de horas antes de abandonarlo. Nadie más parece haber seguido nuestra marcha, no sonaban aplausos desde las ventanas, nadie arrojaba flores ni se sumaba a la comitiva. Se lo digo a la Ministra de Fomento en funciones, que camina a mi lado durante un trecho de la manifestación.
- Es tan diferente a otros casos... -se asombra.
Eso sí. Los vivos nos contamos a los vivos con delectación digna de mejor causa: "¿Dónde estará fulanita?" "¿Le has visto a Juanito? ¿No? Pues yo tampoco"..
Y nadie falta, desde el lehendakari que camina maquinalmente sobre el empedrado de Mondragón, hasta el último de los militantes socialistas venidos de no se sabe dónde. Y el que no pueda llegar deberá justificar su ausencia por razones de fuerza mayor o disponer de certificado médico acreditativo del impedimento causante -allí estaba también nuestro doctor entre los doctores, el Consejero de Sanidad.
Mondragón no es Ermua. Mondragón vive gobernada por el terror de un ayuntamiento dirigido por los compañeros de quienes descerrajaron los tiros sobre Isaías Calleja, una "lista limpia" que dejara pasar el Fiscal General por motivos de "oportunidad política".
Y las palabras suenan huecas, y los compromisos parecen vacíos si no hay un calor humano que los envuelva, los invada y los impulse.
Desmontado el tinglado del artificio, algunos se van a los autobuses, otros se dirigen a la Casa del Pueblo a tomar un refrigerio -aunque no saben dónde está.
Yo tengo que esperar a la salida del aparcamiento, de donde se escapan 3 docenas de coches oficiales que huyen de la dictadura del miedo hacia espacios en que se disfruta de una mayor libertad.
¿Más libres que en Mondragón? No es difícil encontrarlos.

5 comentarios:

Kobol dijo...

Que título más escalofriante a la par que verdadero. :S

Pedro José Chacón Delgado dijo...

Esto se cuenta fuera del País Vasco y no se cree.

La dictadura del miedo en los pueblos de la Gipuzkoa profunda es escalofriante. Y los inmigrantes e hijos de inmigrantes que viven allí han tenido durante muchos años que optar: o la heroicidad incomprendida y muchas veces utilizada, lo que le ha pasado al pobre Isaías, o, simplemente el paso con "armas y bagajes" al otro lado de la muga, muga que está en el pueblo mismo, en la calle misma, en el bloque mismo seguramente en el que ha vivido todo este tiempo Isaías y su familia. La muga que separa un universo de otro, en un país tan pequeño como el nuestro.
Y esa muga se ha traspasado muchas veces por gentes idénticas a Isaías Carrasco, independientemente de que cada persona sea un mundo, pero idénticas en el sentido de que responden a una misma identidad, a un mismo pasado, a una misma memoria: la de la inmigración de otras partes de España, sea la de Salamanca, sea la de Extremadura, sea la de Galicia o la de La Rioja. Esa es la identidad de unos y otros a ambos lados de la muga. Y muchas veces ese paso comporta una sobreactuación, un incremento del odio y de la venganza.

Y aquí hay que decir que en el resto de España, en los centros de decisión del país ha habido una dejación impresionante de responsabilidades para lo que ocurría aquí.
Y eso tú lo sabes mejor que nadie, Fernando, porque has estado en el Parlamento vasco durante todos estos años y has visto lo que desde Madrid siempre se ha dicho y se ha hecho: que gobierne el nacionalismo, que esto al final se solucionará por sí solo si el nacionalismo se siente satisfecho.
Pero el otro nacionalismo, el de los primos del zumosol, seguía actuando en las calles, en las fiestas, en la vida cotidiana. Y ante eso, amigos, el ciudadano de a pie, el adolescente que tiene en su casa a unos padres extremeños, por poner un ejemplo, y ve todo el rato en la calle que España es lo peor, qué podía hacer, o quedarse sin amigos y ser tachado de facha, o pasar a la acción, a la cuadrilla, al jatorrismo.
Y así ha sido todo, así es.
Entre todos lo empujaron y cada uno solito se pasó.
Y repito, aquí ha sido España muy principalmente, esa España que tantas carencias tuvo en el siglo XIX para socializar el sentimiento nacional, y que se ha repetido en los años de la Transición en el caso muy especial del País Vasco, dejando a una gran colectividad, la que vino al País Vasco en los años sesenta (la que vino antes de la guerra se quedó hundida toda en las trincheras) sin referentes, sin respaldo, profundamente sola.

El odio de los maketos abertzalizados es en gran parte el odio de los que no tuvieron madre patria que velara por su identidad, por sus derechos, y se pasaron todos, a purgar su soledad y a vengarse a tiros de quien no se acordó de su existencia y les dejó a merced de lo que otros hubieran necesitado, de lo que otros quisieran hacer con ellos, como carne de cañón, como fuerza de choque. Víctimas y victimarios a partes iguales. Algún día habrá que escribir la historia de los maketos como víctimas y como verdugos en una misma tierra que no les quiso desde el principio, abandonados a su suerte por otra tierra en la que nacieron o de la que vinieron sus padres.

Tristes saludos.

Antonio Valcárcel dijo...

Estimado Pedro Chacón:

Has descrito la pura realidad de los Maketos y sus hijos y nietos...Mientras los políticos de Madrid lo han consentido porque tenía el respaldo del gran capital, nos han dejado solos, estamos solos. El lehendakari o los lehendakaris han gobernado para los de su partido: han generado el fracaso escolar de los maketos y sus proles, han hundido sus empresas, hemos sido perseguidos de distintas formas y no sólo por la Kaleborroka y sus aparatos, también por el nacionalismo-sabiniano. Algún día hablaré de mi caso en particular.
¿Alguien me podría decir el porqué de la gran satisfacción de los políticos cuando ganan sus poltronas?
He pensado y con el apoyo de algunos de mi asociación de enfermos mentales depresivos, de hacer una huelga de hambre para cuando lleguen las elecciones autonómicas vascas ¿Alguien se apunta?

Peter dijo...

Tan bueno como siempre.

Me extraño no ver representacion de UPyD en el homenaje a las vicitmas organizado por la AVT en San Sebastian.
Un Abrazo

Lois dijo...

Y mientras tanto seguiremos haciendo como si aquí hubiera una democracia. Como si una gran cantidad de gente no tenga como única aspiración que paren los tiros y las bombas, y las amenazas kaleborricas, y que para ello les dejen "tranquilos" a los matones.

¿Aceptaríamos que en un secuestro la poli tenga en cuenta la opinión del secuestrado, o su familia, a la hora de establecer su estrategia operativa? No, porque no son opiniones libres. Pues nuestra supuesta "demokrazia" está exactamente en el mismo caso. La opinión de los votantes no es, ni remotamente, libre. Y la violencia va consiguiendo sus objetivos.