El Primer Ministro de la RASD está sentado a mi derecha. Entre los dos está Carlos Rey y en la mesa agua y un refresco de limón. El Ministro se expresa de forma lenta, suave y relajadamente.
- Nosotros –dice- hacemos el mismo diagnóstico. Desde la carta que Cristopher Ross -el delegado especial de la ONU- mandó a Marruecos diciendo que no iba a convocar ninguna reunión más entre el Polisario, Marruecos y la misma ONU, porque Marruecos rechazaba cualquier tema de discusión que afectara al futuro del Sahara –en tanto que el Polisario estaba dispuesto a discutirlos todos-, se han puesto nerviosos y han empezado a cometer errores, como los que hemos visto este verano.
Yo le insisto en la importancia que tiene para su lucha el impacto de la imagen a través de los medios de comunicación. Se trata de un asunto recurrente para nosotros desde hace ya bastante tiempo, y en especial desde la huelga de hambre de Aminatou Haidar. Una señora que dice en un aeropuerto español que sólo quiere volver a su casa para estar con sus hijos es una historia humana que suscita la simpatía común y desencadena todas las preguntas. La represión de Marruecos sobre los activistas canarios a finales de agosto ha vuelto a poner el caso del Sahara en las pantallas de televisión. Le planteo esos ejemplos y le sugiero seguir trabajando en el mismo esquema. Añado que no es preciso disparar con armas de fuego para conseguir esos propósitos.
- Estamos de acuerdo –me contesta, en lo que no advierto muy bien si se trata de una respuesta diplomática o si por el contrario parte de una reflexión meditada por parte de las autoridades saharauis. Luego me pregunta por la Proposición no de Ley que defendiera Rosa Díez esa misma semana en la Comisión de Exteriores. Le explico que intentaba derogar la Ley que en los momentos finales del franquismo daba cobertura al vergonzoso troceamiento del Sahara… Entonces me interrumpe:
- ¿Pedía el reconocimiento de la RASD? –pregunta.
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1 comentario:
Hermano tú eres Occidente yo soy Oriente ¿quién está más loco?, porque debes saber que si nos volvemos locos nada valdrán nuestras vidas.
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