Una sirena suena persistente por delante del vehículo que nos precede. Se trata de un motorista de la policía argelina que nos franquea el paso. A nuestra izquierda se suceden los controles de la gendarmería del país. ¿Serán tres? ¿cuatro? El atasco es imponente, en todo caso.
- En la vida me ha pasado esto –me comenta Carlos Rey entre divertido y asombrado.
Y la pequeña caravana llega finalmente al hotel. Un establecimiento perteneciente a la supuesta cadena hotelera “Dar Dief”. Subimos nuestros equipajes por los escalones que nos separan del “hall”. Muy pronto, una verdadera manifestación de unas setenta personas sacude la perezosa calma del establecimiento. Los empleados, nerviosos, se mueven de manera vertiginosa pero sin resolver nada, al menos aparentemente.
Como haciéndonos el favor que se les presta a los “VIP’s” nos sitúan en el espacio situado detrás y a la izquierda del mostrador de recepción. Es un bar, donde podemos tomar un té o una Coca-Cola. Frente a nosotros se sienta un abatido Oswaldo Andrade, del que luego sabremos que es presidente del Partido Socialista de Chile desde hace sólo un mes. En otra mesa está el representante del gobierno nicaragüense, que tiene pinta de aguantar más dificultades que el todo-terreno que nos ha transportado hasta el hotel contra todo pronóstico.
Una boda argelina pasa con su comitiva y su griterío habitual por detrás de nosotros. No falta nada esa tarde de viernes, salvo quizás nuestro alojamiento definitivo.
Andrade, por el contrario, tiene el aspecto agotado. Es un hombre robusto que viste traje “beige” y cuya chaqueta ocupa ya el asiento contiguo al suyo. Nos cuenta que ha sufrido el “jet lag” y qe en cuanto pueda echará una cabezada. Fue Ministro de Trabajo de la presidenta Michèle Bachelet, en la época en que Caldera lo era de Zapatero, a quien conoció.
El partido al que representa –según Andrade- siempreha tenido una buena relación con Argelia, de cuyo presidente Bouteflika fuera amigo Salvador Allende.
Nos pregunta, casi sin interés, por lo que hacemos ahí. Y le contestamos. Nuestra presencia se debe fundamentalmente a nuestra excelente relación con el Frente Polisario y la República Saharaui desde nuestro nacimiento como partido.
Carlos Rey dedica un tiempo a exponer las razones de esta política que Unión, Progreso y Democracia está realizando respecto del territorio que fuera un día parte de España, pero yo advierto de la expresión apenas vital de nuestro interlocutor que no se entera de nada. De pronto, Andrade se levanta y acude al mostrador del hotel, que ya ha alojado a la mayoría de la delegación española. Le cuesta unos minutos –de señas, el chileno sólo habla español- conseguir su habitación.
Solos ya en el salón-bar, olvidados de nuestros anfitriones, nos movilizamos por nuestra parte. Finalmente nos dan un lugar. Piso segundo, habitación 422. Compartida. Carlos y yo bromeamos: más cohabitación se producía en los cobertizos de los campamentos o en las salas-dormitorio de los territorios liberados de Tifariti o de Bir-Lelouh.
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2 comentarios:
Esta crónica es más bien una pelicula y en color.
Gracias D. Fernando.
Ya te he enviado las invitaciones, si necesitas mas me lo dices.
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