Esmeralda Van Koenigsling -una despachada rubia con acento argentino- dio inicio a la lectura del orden del día.
El primer punto era el relativo a la aprobación del acta de la reunión anterior. Para su aprobación se levantó de su sitio con una ristra de papeles bajo su brazo derecho que repartió entre los presentes.
Jacobo Martos pidió la conformidad de la junta con el papel. Una voz en el final de la sala, junto a la puerta, pidió:
- Presidente. No nos ha dado tiempo a leerla. Pido que se apruebe la semana que viene.
Martos dedicó una furtiva mirada a la zona de la mesa que ocupaba. Sabía por experiencia que existía una ley inexorable en las organizaciones humanas: cuanto más se estropearan las relaciones personales en estas más atención se prestaba a los detalles. Evidentemente accedió a la propuesta.
- Pasemos al segundo punto –propuso entonces.
El segundo punto correspondía al informe dal Consejero de Sanidad. Martos le daba la palabra..
Santiago Matritense –de origen burgalés, pese a su apellido- era otro de los gallos de pelea que se estilaban en aquellos tiempos. Ya entrado en años –esa cincuentena en la que se dirían agostarse las personas durante décadas-, Matritense era un médico muy estricto en sus convicciones políticas aunque laxo en sus referencias morales. Quizás por eso Martos no podía soportarlo. Proyectaba el doctor tras de sí una larga estela de amores rotos; infidelidades persistentes; pasiones encendidas de mujeres que lo seguirían hasta la tumba, aunque tuvieran que hacerlo como meras comparsas de un harén.
Matritense alzó una voz tonante para informar:
- Presidente, compañeras y compañeros de Junta. Debo deciros para empezar que he pensado mucho antes de pronunciar estas palabras. Cuando le pedí a Juan –se refería a Jiménez, el secretario del Comité- que incluyera u un informe de sanidad en esta reunión, lo último que yo quería era dar comienzo a una preocupación generalizada. Ya sé que todos hemos comprometido una reserva a las deliberaciones que se producen en estas reuniones, pero… y espero que nadie se ofenda, sé muy bien que cuando hay más de tres personas en el conocimiento de un asunto, este deja de ser reservado oara convertirse en un secreto a voces...
Matritense pretendía sin lugar a dudas concitar la atención de los congregados. Y, en efecto, en aquella sala se podís oír el vuelo de una mosca.
- … Hace algunos meses estábamos preocupados ante la presencia de una enorme colonia de ratas en el barrio de Chamartín. Ya me lo habéis dicho prácticamente todos vosotros, por otra parte. Pero era lógico: carecemos en absoluto de condiciones higiénicas, prácticamente no tenemos servicio de recogida de basuras… ¿qué podíamos hacer?
Un rumor de bisbiseos y toses inundaba progresivamente la reunión.
- Hace tres semanas las ratas empezaban a salir de las casas a morir en las calles –continuó Matritense-. Y notamos que se elevaba el número de personas que requerían de asistencia médica. ¿Cuántos? No podría decirlo con exactitud. En un sistema de voluntariado como el nueestro, después de atender a un enfermo, se sale de la casa y se dedica uno a buscar una bombona de butano para preparar la cena..…si es que hay comida, claro.
Era lo de siempre: la carencia de recursos que tenía Sanidad. Lo cierto es que esas limitaciones las tenían todos, pero el que se llevaba la palma en la protesta y el que reivindicaba una absoluta prioridad en todos los casos era siempre Matritense
- De modo que hemos podido efectuar una decena de análisis en personas y en ratas. Y puedo ofreceros una conclusión, que si bien no puede ser tomada como definitiva, sí resulta altamente probable.
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1 comentario:
¿De qué nos sirven los medios si no tenemos salud?. Y si no tenemos salud ¿para qué queremos los medios?.
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