martes, 12 de enero de 2010

Intercambio de solsticios (51)

Historia de Adela (5)

Bueno. Terminó ese año. Y ya cumplí los 10 años. Y este señor ya, terminaba una casa que estaba construyendo (…) Entonces, mi hermana, tan indefensa, buscó un truco. Saber cómo sacarme de ahí (…) Sacarme 210.000 (…) que me saque de ahí. En una palabra, que no la va a reconocer nadie, ninguna barrera, ni nada. Entonces, mi hermana le paga su dinero (…) Y cuando llego al pueblo ¿qué pasa? Me llevo otra buena sorpresa, porque como en Guinea (…) mucho en la política guineana. Pues mira, ¿qué paso? Mi (padre) me llevó a (…) Estaban en la misma casa (…) mis hermanos (…) Entonces, al llegar ahí, pues yo empecé a irme a clase otra vez. Pero es que yo no podía ir con la nota que yo tenía, puesto que yo había escapado, y nadie podía darme las notas exactas. Y allá me hicieron una especie de examen, de varios cursos, para ver más o menos qué nivel tenía yo (…) Ingresé ahí, en el instituto Carlos (…), en el tercero de bachillerato (…) Estaba estudiando. Conocí a un chico (…) Era mi mejor amigo. Lo quería mucho, me aconsejaba mucho, como un hermano más (…) muchísimo, porque me daba lo que yo quería: seguridad y confianza. También tenía 19 años. Con mis hermanos yo no tenía nada que hablar, puesto que yo no hablaba francés. Yo solamente hablaba “lofet”, francés y un poco de “saun”; pero que, español, nada. Nada de nada. Con ese chico solía hablar francés y español (…). Nos hicimos amigos. Entonces ¿qué pasa? En las vacaciones de Pascuas vamos al pueblo, y mis hermanos, me encuentro que mi padre dice: “Yo tengo que ir con el bosque porque estamos amenazados todos los días, que tu marido suele venir ahí, en el otro lado de la orilla, a denunciar la desaparición tuya” “(…) no soy su mujer, en todo caso”. Dice: “Tú ya sabes. Yo ya estoy muy viejo. Y ya no entro en la política de ese país” (…) se fue con mi hermano una mañana que tenemos muy lejos, un poco lejos, muy lejos de casa. Empezaron a cavar la montaña. Al cavar muy profundamente una montaña, pues sale agua, porque son (…) húmedas, y tienen mucha agua. Y ellos pusieron así troncos de una especie de colchón, algo parecido al colchón, pero que eran sacos, una acumulación de sacos, con 2 mantas. Utilizaron una especie de otro tronco que estaba hueco en el medio. Era como caña de azúcar, pero hueco y más grande. Pues esa es lo que me hacía respirar ahí (…) pues me llegaba el aire perfectamente. Allí permanecí así como 3 meses. Y, cuando mi padre creía que el asunto estaba olvidado, pues me sacó. (…) había perdido ya el curso. Y vine y (…) me dijo: “Tienes que volver al (…) donde (…) Vale. Pero, déjate que como están de vacaciones ya ahí, iremos otra vez”.

1 comentario:

Sake dijo...

A todo hay quien gane y miras atrás y ves como recogen las pieles que tiras al suelo del fruto que comes y miras y ves que se las comen. Entonces ¿de qué protestas? acaso no vives infinitamente mejor, y mira ellos se callan. Esa es la respuesta ¿porque viven peor?, precisamente porque callan.