jueves, 10 de diciembre de 2009

Intercambio de solsticios (45)

Historia de Adelfa (3)

Y eso viene a ser, más o menos, mi calvario personal (…) Mi hogar. Porque es la historia de que bastante voy a hablar. En esta parte de la cinta, ya. En la otra parte de la cinta hablaré más ampliamente de la historia familiar.
Entonces, cuando yo tenía más o menos (…) 10. Tenía, 9 años. No me acuerdo muy bien. Esa señora, cuando se fue no estaba muy convencida. Según dicen, vino un día buscándome. Encontró la casa cerrada. Y los vecinos le dijeron: “Pues la niña (…) sigue trabajando (…) en clase”. Entonces ¿qué pasa? (…) lo que yo llevaba puesto, porque era el uniforme del ‘cole’ (…) Bueno, y de vez en cuando, venía a casa. Mi hermana decía: “Yo no puedo tener una amistad con una señora tan mayor. Porque, a mi edad, yo no tengo nada que decirle”.
Llegó un momento en que esa señora sabía que yo vivía enfrente de una galería o de un supermercado que se llamaba ‘Bababuki’, y que yo era una niña guineana, que en aquel país, Gabón, se llaman ‘ecuatú’, como negra más clara. Y como, en aquel colegio era el único colegio en que se podía aprender español, pues ahí estaba yo. Bueno, y en el colegio, empezaron una especie (…) Porque esa señora vino, y dijo a la directora que buscaba una niña ‘ecuató’, que vivía enfrente del ‘Gabú-prix’ en ‘La-la-troe’. La directora mandó llamar a todas las niñas ‘ecuató’ de color negra clara. Éramos muchas. Pero esas llamadas a la dirección fueron constantes. Era casi al final del curso. Venía las autoridades en la (a) clase a buscar a aquella niña. Yo no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Una mañana yo tenía náuseas, para vomitar. Para ir al servicio hay que pedir permiso a la directora. Y la encontré ocupada. Así que yo vomité ahí mismo, porque yo no podía aguantar más (…) Porque, a la forma de hablar suya, no sé, de hecho creí, yo no me equivoqué mucho, que le decían: “Van a salir de clase, y subirán en los autobuses. Con 4 autobuses, así, uno por cada uno. Fijar en las paradas, y en las otras (…)” De otro cuerpo, tenían que subir 4 en cada autobús para, más o menos, fijarse en las paradas nuestras y (…) las chicas guineanas. Pero la policía dijeron que si yo vivía en “La-la-truán”, enfrente de “Gabó-prix”, ¿por qué se iban a subir en todos los autobuses? Tenían que subirse en los autobuses que van en “La-la-trais”, para ver dónde bajaban. Me bajé, en mi bajada. Y yo llegué a mi casa, normal, como todos los días. ¿Y qué pasa? Que, cuando volvimos del ‘cole’, me llama la directora y me dijo: “Mira, bonita. Resulta que tú ya has terminado aquí. Tienes que ir a otro colegio, que se llama ‘Las Hermanas (…)’ Que ahí te vas a encontrar muy bien, que ahí estás muy bien”. Y la dije: “Pero si yo tengo matrícula fija de todos los años. ¿Para qué voy a irme a ‘Beser’, si ‘Beser’ es para los chicos ricos?” Y dice que “ya tienes matrícula hecha ahí, y yo no puedo hacer nada. Prefiero esperar a tu hermana y aclararlo. Pero yo no quiero arruinar mi vida (…) te está esperando, hija. Así que, acércate y sube”. Digo: “¡Ah, sí!”, (…) esperaba que fuera una broma, pero no lo era.
Yo subí en aquel coche, que tenía algo de ‘trol’, pero no me acuerdo muy bien porque tenía como marfil, color de oro, pero si lo veo, de vista, sí que lo reconozco. Ese coche, con ese señor que yo no había visto nunca en mi vida. Y le pregunté yo: “¿Y dónde vamos?” Dice: “Te voy a dejar en el colegio”. “Pero, si es tarde, y es hora de estar ya en casa. Además, yo no soy una persona de dinero”. Dice: “Pues ya tienes matrícula pagada y todo”. Y digo: “No, no, no. Mi hermana no sabe nada de eso”. Y dice: “Pues te llevo porque me han ordenado llevarte”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Interesante historia...Esperaremos su continuidad

Un cordial saludo desde nuestra red blogger contra la pederastia