miércoles, 23 de octubre de 2013

La garúa de Bracacielo (5)


Gowen generalmente se presentaba bien. Era un tipo cordial y tenía algún que otro buen contacto. Entre los cuales, el del escultor y pintor vasco Andrés Ibarra; y de su época gubernativa no dejaba de tener amigos que contaban con cierta raigambre política, por lo general en su ámbito más propio, el socialista.
De modo que la etapa de gobierno del PP -que transcurría en los 8 años situados entre 1996 y 2004- le cogían literalmente descolocado.
Hombre de recursos donde los hubiera, Gowen se apuntaba al Patronato de la Fundación para la Libertad, que era un centro político-cultural ideado por Jaime Mayor Oreja para promover lugares de encuentro entre socialistas y "populares". En esa institución, además de verse agraciado con la Orden del Mérito Constitucional y el titulo de Excelentísimo Señor que llevaba la reseñada condecoración,  tuvo Barrera la oportunidad de conocer a Barrientos.
Y no es que Gowen se convirtiera en el "alter ego" de Federico, pero sus llamadas eran constantes y no pasaban quince días sin que se vieran -a iniciativa siempre de Goby, por supuesto-. Le ayudaría en su Fundacion Santillana, en su inversión de purines y hasta compartirían mesa y mantel los jueves por la noche en el hotel López de Haro -por supuesto, de Bilbao- con, estos si, egregios socialistas.
Pero Gowen era de los que aprovechan la educación para pedir sin entregar nada a cambio, hasta el punto de cruzar líneas manifiestamente rojas -como pedir una implicación del Ministerio de Industria del PP, toda vez que Rajoy había perdido las elecciones del '04- pero, no satisfecho ante las consideraciones de Barrientos, que por lógica precaución democrática se negaba a realizar tal gestión, Barrera le insistía una y otra vez.
En una de aquellas ocasiones, Carmen Escada le invitaba a sumarse a una cena con el pintor Ibarra y con su mujer. Primero tomarían una copa en la espectacular terraza de su casa y luego saldrían a cenar. Muy pocas horas antes, Barrientos recibía una llamada de Gowen en la que le advertía:
- No le digas nada a Carmen de lo de Santillana. No tiene ni idea.
Acostumbrado como estaba Barrientos a comentar todas las incidencias de su vida con su primera mujer, ese secretísimo le pareció incomprensible. En todo caso se había comprometido con Barrera y de su boca no salió la menor noticia al respecto.
No pasaría la semana siguiente sin que Gowen Barrera le citara para tomar un aperitivo. Fue, como casi siempre, en la Bilbaina. Y Goby le ilustraría con su complaciente versión de los hechos. En aquel encuentro, Barrera haría mención a una pretendida amistad entre ambos, pero hay que decir que Barrientos recibiría la noticia de una forma muy diferente.

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