lunes, 26 de noviembre de 2012

Cecilia entre dos mares (17). Cecilia llega tarde (IV)

- Ignacio ha cogido una "grippe" horrorosa, Miguel. Y una fiebre altísima, más de cuarenta grados. Ha venido el médico y me ha dicho que guarde cama, que le ponga unos paños calientes con un preparado de menta y que le dé un jarabe. - Luego iré a ver cómo está. - Estoy preocupada, Miguel. Es un niño muy enfermizo y el medico no para de venir por aqui. ¿No será cuestión de llevárnoslo una temporada a un ambiente distinto, más seco? - ¿Eso te lo ha dicho el médico? -preguntó, casi indiferente, Iturregui. - Te noto algo distraído, Miguel -protestó Begoña-. No, eso no me lo ha dicho el médico. Juanita Hormaechea tenía un caso parecido con su hija Fuencisla y se la llevó a Burgos unas semanas. ¡No sabes lo que mejoró la niña! - Está bien. Pero consúltalo con el médico. No sea que se trate de un caso distinto. Por cierto, espera a que se recupere de esto. De lo contrario, seria peor el remedio que la enfermedad. La muchacha servia el postre: queso blanco de Burgos con membrillo. Después, Begoña Tellechea aprovechaba la oportunidad para cambiar de conversación. - Esta tarde ha estado el padre Sopeña. - ¡Qué raro! - Ya estamos -dijo Begoña disgustada-. Últimamente, siempre que te hablo del padre Sopeña estás con que si viene todos los días, que si tal, que si cual... - No creo que falto a la verdad si digo que es asiduo visitante a esta casa el tal señor -observó cáustico Iturregui. - El padre, Miguel. No es ningún "tal señor". Es el padre Sopeña. - Pues en los pueblos siempre se dice eso del "señor cura". Además, entiendo que no se trata de ninguna calificación peyorativa, Begoña. - Peyo... ¿Qué? Bueno, en realidad, lo que me ha dicho el padre Sopeña es que esa Cecilia Llosa debe ser una pelandusca. - ¿Pelandusca? ¿Cecilia Llosa pelandusca? No entiendo. Yo creía que estaba fuera de dudas la calidad humana y poética de esta señorita, cosa que ha sido reconocida por diversos premios en su patria. - A saber cómo los conseguiría... - Bueno. A ver si vas a creer que los ha obtenido haciendo carantoñas a los miembros de los distritos jurados. Conozco a esta señorita y puedo asegurarte, Begoña, que es una chica normal. Lo que pasa es que no pueden soportar dos cosas de la... Impulsado por su admiración hacia la peruana, Iturregui se daba cuenta de que quizás estaba llegando demasiado lejos, de modo que dejaba colgada la frase. La pregunta de Begoña era por lo tanto inevitable: - ¿Qué otras cosas, Miguel? - Bueno... Que es una poetisa, lo cual no es una cosa habitual, y además, avanzada para su tiempo. - Ya. Pero había otra cosa. - ¿Qué otra cosa? - Decías que o le perdonaban dos cosas... - ¡Ah! ¿La segunda? Pues que es una señora bastante atractiva. Begoña Tellechea colocó con cuidado su servilleta de tela sobre la mesa y se levantó de su silla sin decir nada. Iturregui disponía trozos de queso y de membrillo, aproximadamente iguales, uno sobre otro. Y una vez que dio por concluida su cena, encendió un buen habano y se lo fumó en el silencio de su salón. Su mujer, probablemente se había retirado ya.

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