martes, 5 de abril de 2011

Intercambio de solsticios (159)

Bilbao, 24 de abril de 2003

Querida Lorsen

A mi regreso a esta ciudad-cárcel que tiene hoy por nombre el de “Bilbao” te doy cuenta de las sensaciones que me han producido esta Semana Santa.
Tu hermano se ha comprado un chalet adosado en una urbanización llamada Islantilla, en Huelva, que está enclavada en el municipio de Lepe, el de los chistes. Lo ha comprado con un crédito, así que la casa es aún del banco.
Sin dejar de ser un lugar de veraneo, la casa es agradable, está bien decorada y con un presupuesto bajo –también los precios de las viviendas resultan asequibles, todavía, en esa zona.
Enrique estaba sin duda espantado de lo caras que le resultaban las cosas en Sotogrande. Y Elisa-sobrina me dijo que la gente era más normal allí, que en aquella otra localidad todo consistía en saber cuánto tienes.
Hay una playa espectacularmente larga, pero tienen que desplazarse a ella en coche. Aunque la urbanización disponga de piscina, pero ya sabes que tu hermano es como tú y le dan asco.
La vida allí consistía en levantarse, asearse, desayunar –afortunadamente con pan fresco, cosa que ya no me es posible hacer en Bilbao-, descansar un rato leyendo el periódico –hasta que la gente esté dispuesta a salir-, ir a la playa, dar un paseo por ella, tomar un aperitivo, comer en casa, leer o ver la televisión por la tarde, dar un paseo por las proximidades –que era lo que menos gracia me hacía, porque todo está preparado allí para el coche y nada para los viandantes- y cenar –en casa o un pescadito fresco en un restaurant.
No ha hecho demasiado buen tiempo, así que la playa ha quedado bastante limitada, bien que a mi pesar, porque yo no tenía la menor dificultad en darme una vuelta por ella –o por el paseo marítimo- en pantalón corto o largo, con jersey o sin él.
Generalmente Patricia y las niñas hacían una vida al revés respecto de Enrique, Christian –a veces- y yo, salvo que Patricia coincidía en todo caso con nosotros durante la cena. Las chicas desaparecían por la noche para quedar con sus amigos –aunque las dos salen con otros chicos en Madrid.
Christian es el más vivo retrato a ti de toda la familia –incluida Pilar, claro está-. Es un chico muy majo, aunque no para quieto. De todas formas tampoco Enrique es una persona excesivamente tranquila, por lo que debe tener algún gen originario aunque revuelto. Si saca buenas notas en este curso le voy a regalar una bici para Huelva, lo que pasa es que no es demasiado aplicado, por lo que parece.
Mi estancia en Huelva ha tenido su cara y su cruz. Ellos han estado muy afectuosos conmigo, pero tú te has encontrado en todo momento presente –a través del chico, de las sobrinas, de Patricia y Enrique, de mis incesantes comentarios...-
Pasé unas horas en Sevilla, antes de coger el AVE con un viejo conocido, que me llevó por los bares y las tabernas más clásicas de la ciudad.
Luego tomé el tren hasta Córdoba –no llega a cuarenta minutos de viaje- y procuré disfrutar. Como quiera que mi abuelo Guillermo fue ferroviario la verdad es que me lo pasé muy bien. Lo cierto es que no te enteras, y en seguida me planté en la capital del imperio hispano-árabe.
Hacía buen tiempo. Dejé mi equipaje en el hotel –un dos estrellas de mala muerte en el que todo el mundo te despertaba a las siete de la mañana con gran estruendo- y me fui a ver a Eloy García. Dimos un buen paseo hasta las doce y media de la noche. Córdoba es una ciudad impresionante. La judería es un barrio plagado de recodos –según me contó un taxista, los moros echaron a una lagartija, y por donde esta andaba fueron trazando las calles-. En realidad obedece a un diseño que pretende evitar que se cuele el sol por entre las viviendas. Los patios –que vienen a ser, como los de Mallorca, los salones de las casas, tienen un frescor y una gracia cautivadora.
Eloy está pesimista –más bien lo es, lo ha sido siempre-. Para él toda la vida constituye una decepción, no existe nada por lo que luchar. Sumada su “alegría” con mi depresión, la verdad es que podríamos hacer una pareja que resultara hasta cómica. En todo caso es una persona con una amplia conversación, memoria y cultura, con lo que su guía por la ciudad resultó providencial. Vendrá a Arrechea por mi cumpleaños y me ha ofrecido planificar un par de viajes –a Cuba, posiblemente este verano; y a Sicilia, en el otoño-invierno, por otra parte se ha declarado una situación de neumonía incontrolada en China, lo que me hará difícil un viaje que proyectaba a Beijing y a Taiwán-. Como ya te he dicho, los aceptaré posiblemente. “Porque estoy triste y viajo,/y conozco la tierra y estoy triste”, decía Pablo Neruda.
La Mezquita de Córdoba es un bosque de columnas –todas diferentes- y que produce una impresión majestuosa, a pesar de las diferentes remodelaciones que los tiempos y las religiones -que hacen los tiempos- han operado sobre ella.
Ayer no hice nada. Me bastó con viajar y leer en las estaciones y los aeropuertos. Hoy he visto a Pilar, a la que le he regalado un delantal que hace a bata andaluza. Los había amarillos y rojos, pero he preferido –dadas las circunstancias ambientales- comprarle uno de lunares negros sobre fondo rojo. Le ha gustado mucho y será su disfraz para la semana de Feria.
En Córdoba he comprado también un marco de artesanía de cuero. En él he puesto tu fotografía que mira hacia tus restos. En ella está toda mi familia.
En esta ciudad-cárcel, en esta jaula de la calle General Concha, sigues tú. Y tu recuerdo me produce una cierta serenidad. He vuelto a la cárcel y a la jaula, pero he vuelto a ti y a Eugenia y mañana a Bècaud. Todo vuelve a ser normal otra vez, dentro de la desesperación, de la tristeza, de la desolación, de la depresión. La vida sigue como una mera acumulación de hechos sin sentido. Sin embargo, como le decía a Eloy, todavía tengo a una niña en la cama y una libertad por la que luchar. Por eso: aquí estoy; y por eso, tú sigues junto a mí, con una llama que huele a jazmín, o a sándalo, o a limón. Con las fotos que he puesto o he colgado de las paredes. Mi familia hacia atrás. No necesito nada nuevo.

1 comentario:

Sake dijo...

D. Fernando ¿pòrqué me lleva tantos años de ventaja?, usted que es de mi edad. No será que ha vivido desde demasiado joven cosas que yo ni tengo idea de su existencia.
Un Fuerte Abrazo D. Fernando.
Asus ördenes siempre como militante de UPyD.