viernes, 19 de febrero de 2010

Crónica de un debate

Pues me dirán ustedes que esto no se está poniendo serio. Creo que era el Presidente norteamericano Lincoln –aquel que aboliera la esclavitud- el que dijo esta épica frase: “Algunas personas pueden engañar a todo el mundo alguna vez; algunas otras pueden engañar a algunas personas todas las veces, pero no es posible que nadie pueda engañar a todo el mundo todas las veces”.
Y esto es, más o menos, lo que le ha ocurrido al fin a Zapatero. Engañó a España y al mundo –no a todos, por supuesto- durante un buen período de tiempo. No veían que “el rey estaba desnudo”, no se daban cuenta de su inconsistencia, de su insólita levedad…
Pero ahora se están despertando. Y son los mercados internacionales los que marcan la pauta. Zapatero es solamente lo que muchos sabíamos de él, un improvisador, un hombre que se agota en su imagen, un fracaso de gestor y gobernante, uno de los peores políticos –si no el peor- que nos ha traído la reciente historia española.
Y, como los mercados internacionales, también las televisiones de otros países nos acogen donde las cadenas oficiales tienden a desdeñarnos.
Fue el caso de France 24, que organizaba un debate sobre la presidencia española de la Unión Europea y lo hacía con la participación de López Garrido –Secretario de Estado para las Comunidades Europeas-, Méndez Vigo –eurodiputado del PP- y yo mismo.
Que UPyD va para arriba ya lo sabemos nosotros. Pero hace falta para nuestro ánimo que alguno te lo reconozca. Y este ha sido un reconocimiento en toda regla.
Nos reuníamos en el restaurante Samarkanda, situado en la estación de Atocha. A los franceses les gustan las “mise en scène” y esta tenía su aquel. Sonban las voces en “off” anunciando las entradas y salidas de los trenes ante el follaje de plantas que circunda el restaurante. Y alguien sugiere que a escasos metros de aquí estallaron las bombas que los terroristas pusieron para desestabilizar un proceso democráico.
Garrido y Méndez Vigo dicen creer que el espacio europeo debe ser un ámbito para el consenso, pero ni siquiera lo piensan. En realidad todos los espacios lo son. Se parecen ambos partidos más de lo que algunos piensan. Más que alternativas son especies que se miran en los espejos, de modo que donde uno ve el lado izquierdo su contrario ve el derecho, y lo mismo da: dicen las mismas cosas, tienen la misma distancia respecto de los problemas y prometen las mismas falsedades.
Así, para Garrido la ausencia de Obama en la cumbre americano-europea durante la presidencia española era una mera “cuestión de agenda”, lo cual no le fue replicado sino levemente por su interlocutor del otro lado del espejo. Yo dije que eso quería decir que para los Estados Unidos no existe Europa, sino 27 Estados con políticas económicas, sociales, energéticas, exteriores… diferentes. Y nadie va a ver la nada cuando además quien representa a la nada es la nada pluscuamperfecta.
Rotó el debate sobre la crisis española. Méndez-Vigo recitó el catón de los falsarios cuando equiparó nuestra situación a la de 1996, cuando España no cumplía ninguno de los requisitos para entrar en el espacio euro y el gobierno del PP lo conseguía. Se lo he oído decir a Montoro, pero ni él mismo se lo cree. Saben que se trata de algo mucho más difícil, que no hay recetas y que sólo en el medio y largo plazo y en la cualificación de nuestra mano de obra está la solución, y en la apuesta por un nuevo modelo de crecimiento. Tareas que explicar y con las que a lo mejor ni uno ni otro ganan las elecciones.
Intenté replicarle, pero no me dieron la palabra. Pero cuando me tocó intervenir dije que España tenía que poner en práctica toda la agenda de Lisboa, pero que en unas pocas semanas se había debido concentrar en la gestión de su propia crisis. Nada, otra vez. Pude citar las palabras del Financial Times –un peligro para Europa- y la frase de The Economist: “La fiesta ha terminado”. Y hay que pagarla, añadí. Dije que el Fondo Monetario augura un período de ajuste duro para España, con reducción de salarios incluida. Mientras tanto, mis eximios interlocutores , reproducidos por sus espejos, aseguraban que España “es un país serio”.
“Que nos coja confesados”, pensaba yo con una cierta tristeza al constatar en qué manos nos encontramos y salir de esa estación que tantas ilusiones despierta y tantas amarguras concita, las dos a la vez. Quizás porque, ilusión y amargura, son las sensaciones que evocan los viajes…

2 comentarios:

Sake dijo...

Qué se puede hacer cuando son tantas cosas las que hay que modificar, pues podemos decirlo, falla ésto, ésto y ésto otro, luego debemos estar preparados para contestar si nos preguntan ¿Y que medidas tomarias para solucionar todas ésas cosas? y poder decir ésta, ésta y esta otra. Ya dando algunas recetas se ha hecho algo, porque los que están y la oposición se limitan a esperar unos para ocupar el sillón y los otros para mantenerlo más tiempo ¡y nada más!, el resto tratamos de romper barreras y plantear lo implanteable ¡quizás algún dia todo sea posible!.

Carla Rodríguez-Spiteri dijo...

No me queda más remedio que protestar un poco, como militante PPera. Lo que está pasando no es un problema de simetría de partidos, sino que hay uno, y con él todo el país, en manos de alguien que carece del más mínimo escrúpulo ético y que tiene claros fines totalitarios. Y tienen mucha responsabilidad histórica los partidos pequeños y periféricos cuando dan su apoyo a este señor.