lunes, 21 de septiembre de 2009

El transporte en Madrid

A cualquier ciudadano madrileño le preocupa el transporte en su ciudad. diría incluso que si existe algún lugar de España en que la comunicación pública -o privada- resulte esencial, ese lugar es por definición Madrid.
El gobierno de nuestra Comunidad ha puesto en marcha un proyecto de ley de Transportes. Deberíamos felicitarnos por esta iniciativa, pero habrá que decir que del dicho al hecho hay un trecho, el que nos separa de las buenas intenciones a las ideas operativas y transformadoras: lo digo porque lo que se nos propone no pasa de ser más que un ejemplo de lo que podríamos calificar como una lamentable incapacidad más en la forma de afrontar los problemas que padece el actual sistema político español. En efecto, se trata de una ley que, técnica y políticamente, no tiene ni pies ni cabeza. No se sabe a qué propósito de fondo responde y en realidad no constituye sino otro intento más de "gobierno virtual". Aparentar ante los medios que se hace algo cuando en realidad no se hace nada para resolver un problema, en este caso el de la movilidad. Tanto PSOE como PP carecen de ideas para afrontar los problemas nuevos que están surgiendo en nuestra sociedad y sólo generan cortinas mediáticas para mantenerse en el poder.
Sin embargo, sí que hay problemas, porque la crisis general que estamos padeciendo está poniendo de manifiesto la existencia de graves defectos estructurales en sectores claves de la vida económica y social como es el del transporte. En este sector, en concreto, estas podrían ser las nuevas ideas que servirían para articular un proyecto de ley alternativo:

1. Frente a ley de transportes habría que oponer una ley de movilidad construida en torno a la idea del derecho al transporte. Es decir, desde el conocimiento de las necesidades de medios que faciliten el desplazamiento en la vida social, lo que obliga a establecer los mecanismos de medición de la demanda de movilidad. Nada hay en la ley madrileña que hable del objetivo del transporte: los ciudadanos.

2. Frente a una ley sectorial que sólo se ocupa de regular –y de mala manera, además- el modo carretera, se debería oponer una ley de intermodalidad que conectase los diferentes modos: carretera, metro, trenes de cercanías.

3. Frente a una ley sin contenido, habría que oponer una ley que refuerce la financiación del transporte y que ayude a los usuarios que sufren subidas de sus bonos todos los años. Pero de eso no se dice nada.


La ley no pasa de ser un pomposo nombre sin contenido. No se contemplan las necesidades ni interesan los resultados. Quizás porque a nuestros gobernantes de hoy en día les preocupan poco las inquietudes de nuestros ciudadanos y su solución y sólo pretenden el poder y su ejercicio.
Quizás convenga que alguna nueva voz se una a otras que ya están sonando en el Congreso de los Diputados, el Parlamento vasco y el Eureopeo para exigir que las personas recuperemos el espacio central de los trabajos políticos.

2 comentarios:

Sake dijo...

La base de la Democracia es la participación de los ciudadanos, porque si lo que se quiere es que los ciudadanos votemos cada cuatro años, éso no es Democracia. Se deberia fomentar la participación de todos en la toma de decisiones y la elaboración de leyes, para que todo sea más Democrático.

Antonio Valcárcel dijo...

Pero quizá lo más importante del esquema de preocupaciones no halla quedado aún claramente expuesto. Lo que falta es convocar a los ciudadanos a una alternativa claramente distinta. Recordar algo tan elemental -pero tanta veces olvidado- Que sólo se tiene una vida, y que resulta bien triste, a la postre, dedicarla a la mera acumulación económica, a los egoísmos individuales, o a la resignación permanente de que en España sólo cabe el monetarismo, dependentismo y la inserción en la carrera armamentista por obra y gracia de los gobiernos. (Una idea de España. Ayer hoy y mañana) De Ramón Tamames.

El transporte, las barreras arquitectónicas son trampas para los minusválidos, que tratan de pasease sin conseguirlo por las calzadas públicas e intransitables, aún. Para unos vehículos poco experimentados, carentes de eficacia de I+D+I (no me refiero a los vehículos adaptados). Han dedicado pocos medios económicos y de investigación a este tipo de transporte y sus viaductos. Es evidente que el la Ley del transporte ha de incluir un apartado para este modo de locomoción por las ciudades, de unos seres humanos que encuentran día a día serias dificultades de movilidad y transporte de eficacia.
Hemos conseguido los bidegorris, faltan los bidesillas.