Burguete presenta en este pruncipio de agosto radiante. Los días transcurren en su apacible monotonía de paseos alfombrados en la verde hierba que es producto de un lluvioso invierno y que se ven envueltos de la protectora sombra de sus hayas centenarias.
Y por eso que nadie puede bañarse 2 veces en el mismo río, se diría que los paseos son iguales a los de todos los años. Apenas las rodadas recientes de algún tractor te sugieren la acción del hombre en las tareas forestales. Pero es el caminante el que va cambiando. Y uno se recuerda de pantalón corto y con calzado inadecuado, devorando kilómetros devenidos en imposibles ampollas para los días siguientes; el regreso ilusionado de los '30, cuando un reciente proyecto de vida alumbraba todas las esperanzas; los paseos compartidos en una escala intergeneracional y esos paseos interrumpidos en holocausto de la dignidad de unos y el egoísmo de los demás.
Y luego viene la soledad. Que se parece primero a esos pesadísimos tábanos y que te advierte que quien te espera en casa no es ya dueña de su voluntad sino esclava de una botella de ginebra. La soledad que se convierte en lúcida compañera cuando esos tus seres queridos van desapareciendo y tú sigues devorando kilómetros como si tal cosa.
Pero no es la misma soledad la que te acompaña en tu paseo sabiendo que ella misma es un paréntesis que se cierra. Porque se bate en retirada, vencida por la realidad omnipresente de una persona que ha venido desde algún lugar a ocupar todos los espacios de tu vida que habían quedado vacíos, a iluminar esa habitación que es tu existencia con su luz -como quería Silvio Rodríguez, que no pedía ya "que me bajes una estrella azul".
Y Burguete, en sus paseos y en su buena gente, se prepara ahora para recibir a esa nueva visita que tantas cosas está cambiando ya en ese caminante que, muchos años después, ha recuperado la esperanza$paseos de Burguete.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Querido Fernando,
perdona, pero tengo que preguntartelo, que hay de cierto en esas informaciones sobre UPyD y una posible crisis interna?
Un abrazo
¡No pierdas nunca la esperanza, Fernando!
El hombre tiene una infinita capacidad de regeneración y de superación. Si personas que han conocido los horrores de la guerra y hasta los de los campos de concentración, son capaces de superarlo, rehacer sus vidas, recuperar la sonrisa y poder hacer felices a los demás, es señal de que todos podemos.
Cuando éramos niños y empezábamos a querer andar, dábamos apenas dos pasos y nos caíamos; Y a veces nos pegábamos coscorrones. Pero seguíamos intentándolo. Si hubiéramos abandonado al primer fracaso, jamás hubiéramos aprendido a andar.
Debemos recordar aquél niño testarudo que algún día fuimos, y seguir y seguir levantándonos del suelo, una y otra vez sin desanimarnos.
Ferdi, me alegro de que no te dejes abatir y de que estés rehaciendo tu vida personal, que al fin y al cabo es lo importante. La política actual al fin y al cabo, no pasa de ser una feria de vanidades que como Saturno, acaba por devorar a sus propios hijos.
Un saludo.
@Gracias, Fígaro.
@Peter, de momento lo único que hyay que es que UPyD está creciendo después de los buenos resultados electorales. Y el crecimiento siempre tiene problemas -aunque yo personalmente los prefiero a las crisis de decrecimiento.
Publicar un comentario