sábado, 14 de junio de 2008

Era como seguramente había sido siempre, pero ellos lo sintieron como si fuera la primera vez. Ellos que reconocían en el hormigueo que se apoderaba de sus organismos -el gusanillo, decía ella-, en el desasosiego por saber si en el móvil aparecía la grata constancia de un nuevo mensaje o la turbulenta espera de las horas y las medias antes del próximo encuentro... Sabían que había algo que crecía en su interior, como en un volcán hasta entonces apagado y que regresaba a la antigua práctica de la erupción. Lo reconocían, pero no se atrevían a ponerle nombre, quizás por el miedo a que algo que intuían tan frágil como un cristal se hiciera añicos con la misma facilidad que este.
Según él fue ella quien apretó el acelerador, porque le exigió -casi de manera perentoria, además- que le hiciera llegar los poemas que había escrito para ella; todos, y no sólo los que ella conocía ya.
Para la chica la cosa era bien distiinta, sin embargo. Y la causa de ese "pero" se encontraba en esos mismos poemas que la incendiaban las mejillas y le ponía un nudo tan apretado en el estómago que no sabía muy bien cómo desatarlo.
En cualquier caso esa mañana él agrupó los versos que contenían su compromiso envolviéndolos en un título que decía "Canciones para una primavera" y se lo envió. No tuvieron que pasar demasiados minutos antes de que sonara la voz de ella en el teléfono.
- Son muy bonitos. Estoy llorando. Díme algo...
Él se quedó desconcertado. Una buena parte de sus poemas habían viajado ya por SMS hacia sus cálidos ojos oscuros y merecido la cariñosa respuesta de ella. No supo qué contestar y sólo atinaría a decir que la emoción quizás se debía a la concentración de palabras ante su mirada; como si esos versos, superpuestos los unos a los otros compusieran un explosivo de alto poder. "En todo caso piensa que son lágrimas de alegría", le dijo, mientras que ella empezaba a pensar en el correo que le iba a escribir.
Y ese correo hizo trizas el socorrido argumento de la frialdad de internet, porque las líneas que contenía -a medida que aparecían en la pantalla- denunciaban que ella ya se encontraba gravitando sobre la mesa de su despacho, como si a su levedad orgánica se uniera ya el desafío absoluto a las leyes de la gravedad.
Ella se lo dijo todo con palabras que sabía escasas pero suficientes, como flores que abren sus corolas cuando el sol empieza a acariciarlas, aunque se dirían conscientes que ese es sólo el movimiento previo a la apertura total, cuando el sol, harto ya de sus juegos preliminares, se apodera de ellas con la delicadeza del que asume su condición de agente que permite perpetuarse a la vida.
Quería vivir esa historia, pero no a la manera de un ciclista necesitado de superar a la máxima velocidad posible las metas volantes de una etapa, como mero trámite antes del final de la carrera. Quería introducirse en esa historia, vivirla en plenitud, disfrutarla, le diji.
Pero también le habló de miedo y de vértigo y le pidió serenidad. Porque ella, como las flores, sabía que la primavera tardaba en estallar y que el denso ambiente del verano esperaba su turno. En realidad, ella sólo estaba rogando, exigiendo, tiempo para que eso que crecía en ella tuviera la consistencia y el tamaño de las cosas que son ciertas y que una vana frivolidad de adolescencia tardía no se las llevara como las ramitas de los arbustos rotas por la insistencia de un río que quiere inundar otros espacios en su recorrido. Ella lo quería fuerte, denso y profundo como todo lo que es de verdad; pero a su miedo a equivocarse se unía el miedo a perderle si se mostraba en exceso distante.
En su contestación, él se cubriría con su particular cota de mallas y se tocaría de su casco de batallador para pedirla que combatiera el miedo, que se dejara llevar por el vértigo como en una montaña rusa y que diera gracias a sus dioses particulares por vivir algo que después de todo cualquier ser humano estaría encantado de experimentar -al menos- una vez en la vida.
Era evidente que él no había entendido nada. Así que ella afianzó sus dedos sobre las teclas de su ordenador, regresó de su levitación al reconocible espacio de su sillón y se apresuró a redactar un mensaje sabio que sabe que el amor crece de una forma distinta que el enamoramiento.
"¿Y ahora qué hacemos con esto?", le preguntaría ella, para darle a continuación una clase de madurez que no impedía sin embargo su aceptación de recorrer juntos un camino cuyo destino los 2 conocían perfectamente.
Y entonces él se cayó de sus creaciones literarias y de sus ensoñaciones de hombre desconcertado ante un pasado reciente que le había despojado de todas sus referencias vitales, como si la vida, a la manera de un cruel leñador le desgajara de su tronco, lo redujera a pedazos y lo condenara al fuego inútil de una hoguera que ni siquiera sirve para calentar a nadie. Se hizo sabio en la sabiduría de ella y se supo en el espacio seguro de los sentimientos verdaderos. Y manifestó su acuerdo, alto y claro.
"No -pensó ella-, no le he perdido. Sigue ahí y está dispuesto a que crezcamos juntos". Sintió entonces como si un oxígeno hasta entonces desconocido la envolviera de paz. Y el oxígeno tenía el nombre de él. Y también se lo dijo.
Cuando él sintió el aire fresco de la noche que murmuraba el nombre de su chica le escribió que daba gracias a Dios porque se iban a ver el día siguiente, que esa tensión no la podría aguantar si duraba 48 horas más.
Relajada ya, sus lágrimas de la mañana resueltas en la paz del atardecer, estallaban ahora en carjadas nocturnas.
No sabían, aunque lo sentían perfectamente, que ese día habían escrito una de las más bellas páginas que 2 seres humanos hayan puesto sobre papel alguno en los años de la humanidad: el amor que madura en los corazones cansados de perder una y mil batallas, pero que son muy conscientes que la vida no vale para nada sin su fuerza; el amor siempre nuevo, siempre raro que nos devuelve la alegría, la ilusión, la esperanza... cualidades que no son siempre materiales para sueños.

12 comentarios:

lobezno dijo...

Bonito y emocionante, sí señor. Para los dos seres que lo habéis vivido y para los que, como yo, tu entrada es "material" para los sueños.

(P.D.) Qué bonitas son las entradas "en las que desnudas tus sentimientos" y, joer, qué coñazo las políticas (aunque en este tema, como diría aquel, tal vez "no sos vos, soy yo"). Disfruta el amor y... ¡¡suerte en la política!! Libertad y paz (en ese orden).

Chiribaile dijo...

Hola Fernando, palabras sentidas y bonitas.
Hace poco tiempo que leo tu blog, y me esta enganchando,hay tanta vulgaridad y zafiedad en el mundo y en internet que la lectura de tus palabras es un bálsamo de humanidad y sentimientos algo que hecho de menos. Desde mi adolescencia; tardes de lectura , imaginación y sueños para un futuro que ansiaba por lo mucho que esperaba, ahora en mi madurez, trabajo y una vida a medias perdida en este Pais Vasco de muerte y miedo. Todo el tiempo perdido intentando comprender el ¿por qué? de los asesinatos de tantos inocentes y ¿por qué los vascos no han hecho nada?. Por fín me largo del Pais Vasco, después de veintitantos años he conseguido un puesto de trabajo en Andalucía de la que salí un joven inesperto vuelvo con una maleta llena de odio a "todo lo vasco" que se me atraganta y me saltan las lágrimas, cuando pienso en el tiempo que dedico al odio en vez de dedicarlo a la lectura de palabras como las tuyas. Algún día muy pronto lo voy a superar y voy a perdonar "todo lo vasco", pero para eso, me tengo que ir y no creo que vuelva.

FÍGARO dijo...

Deja la política Fernando, que en ese mundo no hay más que indocumentados preparados para trepar dando coces a diestro y siniestro, especialmente a los Caballeros Andantes que vais de buena fe.

Dedícate a escribir, que es obvio que te gusta, y que cada vez lo haces mejor.

Te dará muchas más satisfacciones que navegar sorteando los arrecifes de los navajeos cainitas lumpen-tabernarios que intentarán atestarte los adoradores compulsivos de la sagrada bestia del poder.

Estoy pesimista Fernando; Siempre me queda la sensación nostálgica de que la política quema y aparta a los mejores y que al final solo sobreviven las ratas. Los procesos de promoción interna tienen un sesgo trágico de selección de personal a la inversa. Las cúpulas de los Partidos las ocupan mediocridades que se sienten orgullosas de haber llegado al cénit del éxito, que consiste en cenar todos los días a base de canapés en los eventos sociales pequeño-burgueses a los que mutua y entusiásticamente se invitan.

¡En fin! ¿Quien soy yo para darte consejos? ¡Haz lo que te de la gana! Pero procura no dejarte utilizar, y que la política no lave su imagen a cambio de ensuciar la tuya.

Y en cualquier caso, concéntrate en parir un buen libro; Creo que tendrías ya un centenar de ejemplares vendidos sin salir de este blog.

Un abrazo,

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo con FIGARO.Dedícate a escribir,y deja la política.Un abrazo.

Antonio Valcárcel dijo...

Estimado Fernando:

Que mejor rúbrica o refrendo a tus palabras que dedicarte con la voz del poeta ingeniero, Gabriel Celaya. Sólo deseo que leas sus versos con calma pausada, porque contienen en sus ritmos y en su propia voz, joyas de incalculable valor que definen a los corazones que amamos la poesía: desde la profesión a la palabra- herramienta. Deseo que nunca dejes la política y que sigas escribiendo, para denunciar lo denunciable y traces rutas descriptivas del poema y sus ritmos, tic –tac de los corazones que a borbotones viven, y mueren desgarrados. Y ahora te dejo con el POETA:

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Peter dijo...

Nos tienes abandonados Fernando.
Un abrazo

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo con Peter.Nos tienes abandonados.¿Pasa algo?

Miguel de Pamplona dijo...

Me gusta la mezcla de literatura y politica, creo que en eso Fernando, eres un maestro.

Antonio Valcárcel dijo...

Estimado Fernando:

Hoy he conocido a Lois, estaba apoyado en su bastón, al lado de Rosa Díez. Reivindicando la lengua de Gonzalo de Berceo, Cervantes...,como vehículo de entendimiento y que más nos une a los españoles. Porque, incluso siendo vascos, catalanes, gallegos es la lengua común de todos: tronco y pilar de una convivencia que ha de garantizar de que no habrá ventajas que causen discriminación. En función de las lenguas minoritarias, para alcanzar una plaza de funcionario en la administración o en todos los tinglados de nacionalistas que suman sus votos multiplicado por 6 en agravio comparativo con otros partidos.

Peter dijo...

Fernando ha pasado algo?
Me tienes, y creo que a casi todos los asiduos a tu blog, bastante preocupado.
espero que no sea nada.
Un abrazo

Unknown dijo...

Creo que todos los que te seguimos
estaríamos encantados de comer un
día contigo en algún lugar. Manda
señales de que estás bien.Un salu-
do.

Sirena Varada dijo...

Hola Fernando, también yo -como fiel seguidora tuya- me uno al clamor de tus lectores en el deseo de saber que estás bien.

Un abrazo