miércoles, 2 de enero de 2008

Ibarretxe, siempre el mismo -también por Navidad

La felicitación navideña o de fin de año del Lehendakari se parece como una gota de agua a otra a la de las demás ocasiones. Esta de 2.007-8 se ha referido, como era de prever, a su consulta prevista para el año en curso y supongo que habrá caído entre nuestros conciudadanos con el mismo hartazgo con que el campo recibe las tormentas secas cuando se encuentra ahíto de agua.
Ibarretxe es el hombre predecible de la política española y el extraño mutante de la vasca. Nunca se sale del guión, pero nunca su guión coincide con las necesidades de quienes deben sortear las dificultades cotidianas en el complicado ejercicio que significa vivir todos los días.
Y en su discurso de Navidad se encuentra una vez más todo ese repertorio que parece increíble que se repita tanto. Uno se cree a veces que se encuentra en medio de la dictadura franquista, tomando vinos por el Casco Viejo de Bilbao y clamando por la recuperación de las libertades conculcadas por el régimen franquista -que, por cierto, esa fue la única contribución democrática de muchos nacionalistas en el antiguo régimen del dictador- y no en un sistema en el que nos disponemos a votar cada muy poco tiempo.
Los vascos acabamos de votar nuestras Juntas Generales ý Ayuntamientos en el pasado año de 2.007, votaremos a nuestros representantes de la soberanía nacional -esta sí- en el mes de marzo y seguramente lo haremos a nuestra cámara vasca antes de que concluya este "trascendental" año democrático. ¿Votaremos también un referendum de autodeterminación? A otro la respuesta.
No basta con eso. El lehendakari ha repetido también esa expresión que se refiere al "problema de los vascos". Y eso señala una distancia cuasi absoluta entre lo que dice el máximo representante de las instituciones en el País Vasco y lo que este humilde ciudadano piensa acerca de las cuestiones que nos afectan, de nuestros problemas. En mi opinión no existe "el problema", sino los problemas. Son estos muchos y tienden a hacerse prácticamente innumerables. A esa larga lista que se llamaba vivienda, hipotecas, empleo... se le va uniendo peligrosamente la del recrudecimiento del terrorismo, la desaceleración -léase crisis- de la economía o el propio Ibarretxe que se va convirtiendo en uno de los problemas recurrentes que tenemos los vascos.
Pero me impresiona la capacidad endogámica que tienen los políticos, especialmente los nacionalistas, pero también los que representan a la otra vieja política de los antiguos partidos nacionales, cuando se refieren a los problemas o al "problema", y es que tienen muy poco que ver con los que de verdad afectan a los ciudadanos. Son más bien los suyos. Para Ibarretxe el problema se llama derecho de autodeterminación o a la independencia, o dicho en otros términos a que los que no somos nacionalistas le dejemos el terreno libre para que haga del País Vasco-Euskadi-Euskalerría un Estado Libre Asociado, que es el proyecto más depurado de autonomía subvencionada de los que existen. Para el PSOE el problema se llama PP, y se trataría de su desaparición inmediata -o al menos para las elecciones del próximo mes de marzo, de modo que Zapatero pueda seguir siendo presidente otros cuatro -¿más?- años más. Para el PP el problema se llama PSOE y la táctica consiste en asestarles todos los golpes posibles a través de la negociación con ETA, de modo que el problema no es que se hayan o no mantenido negociaciones con la banda asesina, sino quién las haya realizado.
Benavente se refería al "tinglado de la antigua farsa" en su obra de "Los intereses creados", y esa es la realidad de la política actual,. Una obra que se desenvuelve hoy ante la más absoluta indiferencia de los espectadores . Votan a la contra, esto es, en contra de Ibarretxe o de Rajoy o de Zapatero.. Y sólo para que no gobierne aquél que mayores antipatías se ha granjeado entre la opinión.
Es en este contexto cuando un grupo de gente desembarcada de las costas desencanto con la vieja política -si se me permite la licencia- nos hemos decidido a sumarnos a una nueva organización política. Se llama esta Unión, Progreso y Democracia. Y frente a discursos vacíos y recurrentes sólo pretende que en lugar de los problemas edndogámicos de esos dirigentes y de sus partidos se sitúen los verdaderos problemas de la gente.
¿UPD, un partido más? No, procuramos hacer un partido diferente.

1 comentario:

Blanca Oraa Moyua dijo...

Me gustaría que actualizaras tu blog más a menudo.