domingo, 12 de octubre de 2014

Elías Zúñiga (8)


En esa opción que el joven Zúñiga asumía, no dejaba de encontrarse presente el resentimiento que su madre haría anidar en su vástago. No habría fiesta familiar ni ágape social al que la familia de su madre fuera invitada en tan altas estancias como las de los Altas Torres.

De modo que el chico vería crecer en él el espíritu de la contradicción. Una forma de producirse que le llevaba a utilizar el lauburu en forma de medalla o escapulario en su más tierna adolescencia. (Este distintivo, de cuatro cabezas, a la manera de la cruz gamada de los nazis, es una especie de amuleto propio de los abertzales, o nacionalistas vascos radicales). La debilidad de su padre, que no debe ser confundida con el espíritu de la tolerancia, le admitía ese u otros distintivos contrarios a la idea de la política de que siempre había hecho gala esa familia.

Más allá de esos gestos y de una manera tosca de producirse, el chico pasaba desapercibido en el ámbito familiar. Pero es cierto que Elías no carecía de familia materna. Y esta era nacionalista, por más señas, de modo que las actitudes que los. Altas Torres apenas comprendían eran admitidas, cuando no celebradas por los González.

Así que el terreno estaba abonado para el desencuentro gro. Y este llegaría en una conversación familiar en una de las comidas que los AltasTorres celebraban en el domicilio familiar. El marqués había fallecido ya, y con él había desaparecido buena parte de la coherencia que el título desplegaba sobre los miembros de tan egregia familia. La marquesa viuda decidía referirse -como en ella era acostumbrado- a su Villa natal como "San Sebastián". A lo que Elías, muy en usuario de lenguaje moderno, corregiría con un despectivo, "Donosti, abuela".

No faltaría quien hiciera el reproche consiguiente al desconsiderado muchacho. Un reproche que Elías recibía como una especie de enmienda a la totalidad respecto de su actitud.  El abismo entre la opción social e ideológica que estaba asumiendo el chico y la de su contradictor fue tal que desde entonces Elías decidía optar por la posición contraria a la practicada de forma habitual por aquellas ramas su familia. Si esta era española y de derechas, el joven Zúñiga decidía abrazar una posición fronteriza -diría que imposible-  entre el nacionalismo y el no nacionalismo. Y se iría en pos del marxismo, que ayuno de seguidores en aquellas épocas, se diría que le aceptaba con los brazos abiertos.

1 comentario:

Sake dijo...

Es una suerte con contar de forma generosamente gratuita relatos de tanta calidad.