jueves, 26 de diciembre de 2013

La Garúa de Bracacielo (20)


Hagamos ahora un sucinto resumen de situación antes de abordar lo que será el segundo capítulo de esta historia.
El proyecto de Fundación lo tenía prácticamente todo: el estudio del arquitecto, las piedras pintadas por su creador, el apoyo de los políticos y la estrategia de situar en la presidencia de honor de la misma a la futura esposa del Príncipe de Asturias.
No le faltaba tampoco la mala relación entre Gowen Barrera y Federico Barrientos, el recelo de Javier Ibarra respecto del proyecto fundacional. Y, en otro orden de cosas, la escritura de división de la finca y los estatutos que regirían el proyecto.
Estos dos últimos aspectos les habían sido confiados por los promotores nada menos que a tres despachos de abogados: uno abulense, otro de Madrid y un tercero al siempre locuaz letrado de los Ibarra.
Además de lo cual, todavía la familia Ibarra -y el propio artista- no habían definido qué parte de la obra de Andrés. seria entregada por su autor en depósito a la Fundación.
Y lo que faltaba, por encima de todo, era la financiación.

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