lunes, 5 de marzo de 2012

Intercambio de solsticios (331)

- El problema de la casa de Valladolid, seguía Santiago Jiménez, es y ha sido en los últimos 20 años, que hay muchos gastos y muy pocos ingresos –continuaba equis-. Desde la muerte de papá no ha habido ingresos importantes, pero el tren de vida se ha mantenido, como si no pasara nada…
- Había una cierta regañina en esas palabras –observaría Brassens.
- Se puede decir que sí –asintió equis-. Pero ese párrafo termianaba diciendo que, como el ya sabido “quita y no pon, se acaba el montón” y que esta era la realidad.
- No se refería a la gestión emprendida por los hermanos…
- No. Y seguía diciendo que en un establecimiento comercial, la receta era clara: incrementar los ingresos y/o reducir los gastos. El problema, seguía diciendo, era que Valladolid no era un hotel, un restaurante o un local comercial. Esa casa era la casa de la madre de todos y el lugar de refugio de todos, sin excepciones. Creía que la memoria de todos era lo suficientemente clara para que no tuviera Santiago que dar detalles. Todos habían usado cualquiera de las tres casas de la familia cuando nos ha hecho falta.
- De modo que… ¡a callar todo el mundo!
- Bien. Seguía con la cuestión de la reducción en los gastos. En este sentido decía que si trataban de reducir gastos de forma drástica, en su opinión se iba a plantear lo siguiente: crear una situación de ansiedad en su madre, lo que Santiago no quería y creía que ningún otro tampoco, y que además no era necesario. Insistía en que eso podía crear una sensación de preocupación, miedo, stress y ansiedad por el futuro. Y no era necesario porque su madre tenía dinero en esos momentos…
- Siempre pasa igual –observó Brassens-: los hijos piensan que cuando sus padres se han hecho mayores han perdido su capacidad de comprensión. Y no hay nada más lejos de la verdad que esa apreciación.
- Y Santiago seguía diciendo que si se despedía a la doncella, habría que indemnizarla, con lo que la economía que se podía generar se iba con esa indemnización.
- Ya.
- En cuanto al caso de Eugenia, su herímana, observaba Santiago que no la veía pasando todas las noches cuidando de su madre para ahorrar un salario. Porque Eugenia tenía su trabajo y en el mensaje de ella dejaba muy claro que no estaba de acuerdo con esa propuesta. Además que si Eugenia hacía ese trabajo habría que pagarla. Y se preguntaba: ¿dónde está entonces la economía?
- Una vez que se cargaba la idea de Raúl, su hermano, de operar como un hotel, una buena parte de las soluciones se evaporaban –opinó Brassens.
- De modo que terminaba diciendo que, en cuanto a este epígrafe, una reducción de gastos en la práctica iba a ser muy difícil.
- Se quedaba tan ancho…
- Y pasaba entonces al incremento de los ingresos.

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